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Reflexionar sobre las ciudades en las que vivimos puede ser uno de los combustibles más eficaces para la movilización activista, social y vecinal. En La ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres, Bernardo Secchi evidenciaba la diferencia de clases que podía darse en estos espacios urbanos y llamaba a despertar conciencias. En Urbanismo feminista, por su parte, el Col·lectiu Punt 6 invitaba a repensar alternativas para espacios hostiles y solapadamente patriarcales, volcados al crecimiento económico desmedido y a la ideología neoliberal, en cuyo lugar desarrollar diseñar entornos sostenidos por redes de cuidados y que incluyesen a colectivos diversos de toda índole.

La edición que acomete ahora Capitán Swing de Ciudades hambrientas: cómo el alimento moldea nuestras vidas, el exitoso ensayo que Carolyn Steel publicó en 2008, sigue la línea de estas y otras obras, si bien con una perspectiva más vinculada al tema de la alimentación, una preocupación generacional que caracteriza a la nueva hornada de gente joven en este milenio. Sin embargo, en lugar de abordar ambos conceptos de manera separada, Steel propone una reinvención del concepto “ciudad” desde aquello que nutre a sus habitantes y a su economía; y lo hace desde las seis etapas del ciclo vital que corresponde al alimento: su producción en la tierra, su llegada a la ciudad, su distribución, su preparación en el hogar, su ingesta y su rol como residuo.
Son sus dos primeras partes, más rabiosamente medioambientales, las que mejor ejemplifican cómo las estrategias de progreso, buenas ideas sobre el papel, han devenido a lo largo de la historia en sobreexplotación, avaricia, chantajes de oligopolios a los estados soberanos y miseria para el planeta y las personas insatisfechas que jamás colman sus expectaciones consumistas. En una ruta similar el tercer capítulo, en torno a los mercados y supermercados, apunta a cómo el modelo de grandes superficies fue desplazando a los pequeños comercios y, con ellos, a la cercanía del trato y a la red vecinal.
Pan e ideología
Cuando Ciudades hambrientas habla de la preparación lo hace, naturalmente, de los alimentos precocinados y ultraprocesados, pero más allá del enfoque realfood, Steel se atreve a desafiar a la ciudadanía para que tomen las riendas y se involucren más en aquello que compran, cocinan y, claro, consumen. Y lo hace hasta el punto de invitar a que la próxima generación sea «la primera que se divierta cocinando», que no renuncie a su control sobre aquello que come en beneficio de los alimentos ya preparados.
Muchos de estos platos apelan a su vez a la nostalgia familiar o a la aspiración de clase, disfrazando de falsa sofisticación de alto restaurante o de artesanía de madres y abuelas (la figura femenina y rural, tradicionalmente asociada a la cocina). No cabe duda de que la ideología se desliza en lo que compramos, pero también en los espacios dónde lo preparamos y hasta en cómo lo consumimos: el acto ceremonial de sentarse a comer (y, más frecuentemente, en comunidad) es el objeto de estudio de la siguiente fase, reuniones que hoy pueden concebirse de nuevo como esos actos comunitarios que refuerzan la unidad del grupo a la mesa.
La última parte del libro, dedicada a los residuos, da pie a su coda, ‘Sitopia’, en la que Steel imagina una utópica ecociudad en Dongtan, un encargo de la Shanghai Industrial Investment Corporation a la empresa londinense de ingeniería Arup y que basa su diseño en el ‘urbanismo integrado’, que genere unas condiciones de trabajo, consumo y vida en un mismo barrio (núcleos poblacionales) o edificios con placas solares y sistemas de recuperación de aguas residuales para nutrir cosechas con cultivos de todo tipo. Steel ha vuelto recientemente sobre el concepto el pasado año en Sitopia: How food can save the world, inédito en español.
El impacto medioambiental y la drástica reducción de emisiones de carbono que tendría esta utopía pueden suponer un faro de guía frente a las medidas del resto de ciudades ante el cambio climático. Es este un problema que Steel tiene en cuenta a lo largo de todo el libro; donde identifica evidencias físicas como «deforestación, erosión del suelo, disminución del agua, envenenamiento y contaminación» como efectos en el planeta que se derivan del proceso que seguimos para alimentarnos. También señala algunas predicciones de la ONU (dos tercios de la carne y leche mundiales se agotarán en países en vías de desarrollo para 2030, y en 2050 el consumo de carne se habrá duplicado), e incluso buenas prácticas como la Food Strategy que en 2006 trató de acometer el alcalde de Londres Ken Livingstone para reducir la huella ecológica de la ciudad, a través de la creación de núcleos alimentarios, el apoyo al pequeño comercio y la apuesta por redes alternativas de abastecimiento, entre otras medidas.
‘Ciudades hambrientas‘, Carolyn Steel. Con prólogo de José Luis Fernández ‘Kois’ y Nerea Morán. Traducción de Ricardo García Pérez, Capitán Swing, 2020. 488 páginas. 25€
Repensar las ciudades y el medio rural a través de la salud del Planeta y de sus habitantes:
La Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial lanza una recogida de firmas en apoyo a su petición de una moratoria a la ganadería industrial en España.
Se pide al Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, y a la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que, en base a sus competencias, se suspenda la concesión de licencias de nueva creación y ampliación para explotaciones de ganadería intensiva.
Las explotaciones ganaderas intensivas, que han proliferado de manera desmesurada y descontrolada en los últimos años, generan graves riesgos para la salud pública, el medioambiente, el mundo rural y el bienestar animal, por lo que es urgente actuar.
https://www.ecologistasenaccion.org/159090/peticion-ciudadana-para-una-moratoria-a-la-ganaderia-industrial/