Silvestres: feminismo transformador desde la España vaciada

Pese a su reducido tamaño y su población, de apenas 45 habitantes durante el invierno, la pintoresca localidad de Albendiego, en la Sierra Norte de Guadalajara, se ha convertido en una referencia de la llamada España vaciada. Allí tiene lugar, desde hace una década, el festival de circo Myau, uno de los más destacados de toda la península. Y allí se celebra, desde el pasado 2023, un encuentro feminista que también ha ido ganando peso entre las mujeres de la zona y de otros puntos de España.

Silvestres, organizado por una serie de mujeres que forman parte del Grupo de Feministas Rurales de Guadalajara, celebra este fin de semana su segunda edición. Lo hace con un programa de actividades entre las que hay charlas, talleres, teatro y música, en un cartel para el que la organización ha querido mantener el tamaño reducido: apenas hay medio centenar de plazas, que se agotaron en cuestión de pocos días. Para acceder a ellas, han tenido preferencia las mujeres que viven en la zona.

Entre las propuestas, destaca la mesa redonda Feminismos desde los márgenes: descolonización y blanquitud, en la que participarán ponentes venidas desde el Sáhara Occidental, Honduras y Perú. También habrá talleres de ecofeminismo, percusión corporal y danza, y una charla dedicada a la salud vulvar. En lo que respecta a las actividades culturales y de ocio, Silvestres contará con el concierto de La Cossía y la obra de teatro Lo normal, de la compañía madrileña Menudas Pájaras. Además, habrá un bingo musical y comidas populares.

Deconstruir el feminismo hegemónico

«Cada actividad tiene su aquel, pero nos parece muy interesante la mesa redonda sobre feminismo descolonial y blanquitud, porque nos gustaría acercarnos a las mujeres migrantes y racializadas de la zona», explican las organizadoras de Silvestres. «Creemos que solo podemos conseguirlo haciendo un ejercicio de escucha activa y de deconstrucción del feminismo hegemónico occidental», reflexionan.

«También nos parece muy interesante el taller de ecofeminismo: es clave ser más conscientes de nuestra relación con la naturaleza y el resto de seres vivos que nos rodean. Hablar en términos de decrecimiento, revisar nuestro consumo y reivindicar los cuidados universales», subrayan. «Y, por último, es esencial hablar de salud, porque actualmente la sociedad patriarcal en la que vivimos impacta directamente en nuestra atención médica. La manera en la que se diagnostica y medica es sesgada, y eso se traduce en diagnósticos erróneos».

Si hablar de todos estos temas relacionados de una manera u otra con el feminismo es crucial en cualquier rincón de España, lo es más aún en el mundo rural. En el ámbito laboral, la tasa de desempleo de las mujeres rurales duplica la general, según la Confederación de Asociaciones de Mujeres del Mundo Rural. De hecho, el 50,7% del total de mujeres rurales de entre 20 y 65 años no participa en el mercado laboral, frente al 27,2% de hombres.

Capítulo aparte merece la violencia. Según el Ministerio de Igualdad y la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR), la violencia de género en áreas rurales se ve agravada por el aislamiento y la falta de acceso a servicios de apoyo, incluido el sanitario. Alrededor del 30% de las mujeres que viven en estas zonas ha experimentado alguna forma de violencia de género o discriminación machista, lo que supone un 25% más que en áreas urbanas.

Agresores y vecinos

«Para las mujeres del rural es difícil denunciar cuando en el cuartel de la Guardia Civil quien nos atiende es amigo o vecino del agresor», denuncian las impulsoras de Silvestres. «Es imposible que nos sintamos tranquilas cuando las órdenes de alejamiento funcionan con GPS, y en muchos de nuestros pueblos aún no hay conexión a Internet o es inestable», lamentan. «Además, el hecho de que todo el mundo se conozca y que las relaciones sean más cercanas no ayuda a detectar los casos de violencia».

El mundo ha cambiado, y también el rural. Las organizadoras citan como un caso paradigmático los lavaderos, que históricamente «desempeñaban un papel importante para las mujeres, ya que no sólo eran lugares de trabajo comunitario, sino también puntos de encuentro donde podían intercambiar información, apoyarse mutuamente y discutir asuntos personales en un entorno relativamente privado», recuerdan. «Como ya no tenemos lavaderos, necesitamos generar espacios seguros donde poder compartir experiencias y confidencias. Y más aún en zonas como esta, con pueblos que cuentan con muy pocos habitantes y muy separados unos de otros: las mujeres estamos muy dispersas».

Todas estas problemáticas y esa resignificación de la mujer en el mundo rural estarán presentes este fin de semana en Albendiego. Un lugar que, además de único por la belleza natural de su entorno, «no es cualquier pueblo», aseguran desde la organización. «Aquí las cosas se hacen diferentes: el Ayuntamiento colabora al 100%, lo que unido a nuestra red de apoyo mutuo a nivel comarcal hace posible un evento como este. En el mundo rural sigue habiendo mucho caciquismo y una férrea resistencia a lo nuevo. Cambiar estas dinámicas es costoso: hacen falta personas y paciencia. Pero merece la pena».