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El Consejo de Ministros ha dado luz verde a la construcción de la parte española del H2Med, la red europea de hidrógeno que atravesará Europa para llevar combustible desde la península ibérica a Alemania. De esta forma, el gestor gasístico Enagás ya cuenta con los permisos provisionales para comenzar con su puesta en marcha de la infraestructura, cuyo objetivo es que esté terminada en 2030.
Enagás, donde el Gobierno español cuenta con un 5% de participación, construirá el interconector de hidrógeno entre Portugal y España, el de España con Francia y las infraestructuras interiores del país, así como las instalaciones de almacenamiento de hidrógeno, las cuales se ubicarán en Cantabria y Euskadi. Unos trabajos valorados en 6.000 millones de euros e incluidos por la Unión Europea dentro de la lista de proyectos de interés común.
El hidrógeno verde se ha situado en el centro de la estrategia de descarbonización de Bruselas, que pretende convertir a este vector energético en una especie de panacea que permita acabar con los problemas derivados de la quema de fósiles. Sin embargo, la apuesta europea ha sido rechazada por diferentes organizaciones ecologistas, que consideran el hidrógeno verde conlleva aparejado múltiples contraindicaciones como un enorme consumo de agua.
Así, un reciente informe elaborado por el Observatori del Deute en la Globalizació (ODG) y Ecologistas en Acción, publicado el pasado mes de abril, advertía que las grandes empresas fósiles como Cepsa, Repsol o Iberdrola serán las más beneficiadas por este nuevo negocio: «Las infraestructuras y el desarrollo del mercado del hidrógeno responden a sus intereses y no a las necesidades básicas de las personas y de la sociedad», advierten en el documento.
Asimismo, los investigadores también consideran que la apuesta de la UE por el hidrógeno profundizará en «las dinámicas neocoloniales que ha tenido históricamente la Unión Europea en el ámbito de la energía», ya que más de la mitad del combustible tendrá que ser importado de otras regiones del planeta, donde destacan el norte de África, Asia Septentrional y América Latina. Ante esto, desde el ODG y Ecologistas en Acción advierten de que los proyectos de hidrógeno en el sur global «tienen un alto riesgo de acaparamiento de tierras, desalojo de comunidades, acuerdos de deuda injustos, pérdida de biodiversidad y conflictos por el uso de la tierra».
Bruselas ha otorgado a España un papel primordial en el desarrollo de este nuevo sector energético por su avanzado desarrollo renovable, especialmente en energía solar y eólica, las cuales son necesarias para llevar a cabo el proceso de conversión de este vector en energía. La previsión es que, desde España, se cubra una quinta parte de las necesidades europeas de hidrógeno, donde Alemania será uno de los principales consumidores.