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Hasta 47.690 personas fallecieron en Europa a causa de las altas temperaturas en 2023. Fue el año más cálido registrado a nivel mundial y el segundo con más muertes por calor de la última década.
Podría haber sido peor, pero las medidas de adaptación al cambio climático actuales –como los cambios de infraestructuras y de comportamiento de la ciudadanía– evitaron el 80% de las muertes atribuibles al calor el año pasado, concluye un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).
«Los autores se preguntan, con razón, hasta qué punto ha habido suficiente adaptación desde la gran ola de calor de 2003, cuando vemos el gran número de muertes estimadas en 2022. Y podemos ver que, sin la adaptación de los últimos y década, la mortalidad habría sido claramente mucho mayor», apunta Dominic Royé, responsable de ciencia de datos en la Fundación para la Investigación del Clima, para SMC España.
La vulnerabilidad del sur de Europa, mujeres y mayores de 80 años
A pesar de que, a diferencia del verano de 2022, en 2023 no se registraron grandes anomalías térmicas, los resultados señalan dos episodios de altas temperaturas a mediados de julio y finales de agosto como los responsables de más del 57% de la mortalidad global estimada en los 35 países europeos estudiados. Ese porcentaje es el equivalente a más de 27.000 muertes.
De las 47.690 muertes por calor registradas en el conjunto de países durante 2023, un total de 47.312 se habrían producido en el periodo más caluroso del año; entre el 29 de mayo y el 1 de octubre.
En concreto, los países con mayores tasas de mortalidad relacionada con el calor se encuentran en el sur de Europa: Grecia (393 muertes por millón de personas), Bulgaria (229 muertes por millón), Italia (209 muertes por millón), España (175 muertes por millón), Chipre (167 muertes por millón) y Portugal (136 muertes por millón).
Asimismo, los resultados del estudio muestran una mayor vulnerabilidad de las mujeres y las personas mayores: teniendo en cuenta la población, la tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% más alta en mujeres que en hombres, y un 68% más alta en personas mayores de 80 años que en personas de entre 65 y 79 años.
La adaptación evita hasta el 80% de las muertes por calor
Si las temperaturas registradas en 2023 se hubieran producido entre el año 2000 y 2004, la mortalidad por calor habría superado las 85.000 víctimas, una vulnerabilidad al calor un 80% superior al período 2015-2019, concluye el estudio.
En el caso de las personas mayores, el número de muertes por calor se habría más que duplicado, pasando de 1.102 a 2.200.
«Nuestros resultados muestran cómo ha habido procesos de adaptación de la sociedad a las altas temperaturas durante el presente siglo, que han reducido drásticamente la vulnerabilidad al calor y la carga de mortalidad de los últimos veranos, especialmente entre las personas mayores», apunta en este sentido la primera autora del estudio, Elisa Gallo.
La investigadora atribuye la reducción de la vulnerabilidad al «progreso socioeconómico general, las mejoras en el comportamiento individual y las medidas de salud pública«.
Sin embargo, advierte de la necesidad de aplicar estrategias encaminadas a reducirla más y hacer un seguimiento exhaustivo de los efectos del cambio climático en las poblaciones vulnerables, con tal de hacer frente a los veranos «aún más cálidos» que se avecinan.
«La adaptación social al aumento de las temperaturas ha desempeñado un papel crucial en la prevención de la mortalidad en Europa, pero sigue siendo insuficiente. Sobre todo, si tenemos en cuenta que 1 de cada 5 muertes por calor puede atribuirse al envejecimiento de la población en las próximas décadas», secunda Royé. «Vigilamos muy bien la temperatura, pero no de la misma manera los impactos sobre la salud».
Se aprueba el H2Med, un ‘proyecto insostenible e innecesario’, según la red Gas No Es Solución
El Gobierno español habilita a Enagás para comenzar las obras del H2Med y sigue adelante con su plan para expandir y exportar el hidrógeno verde.
La red Gas No Es Solución, una coalición de más de 20 organizaciones, de la que forma parte Ecologistas en Acción, ha publicado un posicionamiento (position paper) como respuesta a este empujón para el desarrollo de estas grandes infraestructuras de transporte y exportación de hidrógeno, como el H2Med, que tildan de “innecesaria, despilfarradora de fondos públicos y que pone en riesgo la transición energética justa del Estado español.”
La red defiende la necesidad de priorizar la producción y el consumo local de hidrógeno verde, respetando las necesidades y capacidades de los territorios.
La red reconoce que el hidrógeno verde está llamado a desempeñar un papel importante en el proceso de descarbonización de ciertos sectores puntuales, pero debe de ser planificado y acotado, sobre todo en términos económicos y energéticos. “No se puede pretender ampliar su uso de forma generalizada sin que antes se haga una reflexión crítica sobre el contexto en el que nos encontramos y los horizontes esperados”
El posicionamiento hace hincapié en que dejar el desarrollo del H2 verde en manos de Enagás, una corporación en la que el Estado solo controla el 5 % y tiene activos de generación, impide en la práctica esta regulación y control.
Por otro lado, la red Gas No Es Solución recuerda que “se debe priorizar el uso de hidrógeno verde en sectores como la metalurgia —y la siderurgia en particular—, así como aquellos difíciles de electrificar y, en todo caso, prever el desmantelamiento progresivo de industrias como la del refino y la industria química de fertilizantes”.