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Mientras transcurre la cumbre de clima número 29 en Bakú (Azerbaiyán), un dato desolador (o motivador, según se mire) para las negociaciones: las emisiones globales de dióxido de carbono han alcanzado un máximo histórico en 2024. A falta de un mes y medio para terminar el año, se prevé que las emisiones lleguen a 41.600 millones de toneladas de CO2 (41,6 gigatoneladas), superando los 40.600 millones de toneladas del año pasado.
De ese total, 37.400 millones de toneladas de CO2 proceden de los fósiles (carbón, petróleo y gas), un 0,8% más que el año pasado, cuando también se batió récord. El resto, 4.200 millones de toneladas, se atribuyen a cambios de uso de la tierra (como la deforestación), cuyas emisiones, si bien han aumentado este año, en el promedio de la última década han disminuido un 20%.
Estos datos difíciles de digerir forman parte de la 19ª edición del Global Carbon Budget 2024 (Presupuesto global del carbono), un estudio anual de referencia publicado en la revista Earth System Science Data y elaborado por 120 especialistas de la Universidad de Exeter, la Universidad de East Anglia (UEA), el Centro CICERO de Investigación Climática Internacional, la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich, el Instituto Alfred-Wegener y otras 80 instituciones de todo el mundo.
Con estas cifras, se prevé que la concentración de CO2 en la atmósfera sea de 422,5 partes por millón (ppm) en 2024, 2,8 partes por millón más que en 2023 y un 52% por encima de los niveles preindustriales. Se estima que un nivel 'seguro' está en torno a las 350 ppm, valor superado en la década de los 90.
El equipo encargado del análisis reconoce que, a pesar de la urgente necesidad de reducir las emisiones para frenar el cambio climático, todavía no hay "ninguna señal" de que el mundo haya alcanzado un pico en las emisiones de dióxido de carbono fósil.
"Los efectos del cambio climático son cada vez más dramáticos y, sin embargo, todavía no hay indicios de que la quema de combustibles fósiles haya alcanzado su punto máximo", señala el profesor Pierre Friedlingstein, del Global Systems Institute de Exeter y encargado de dirigir el estudio.
El investigador del Centro CICERO para la Investigación Climática Internacional de Oslo Glen Peters, otro de los autores del análisis, intenta ser más optimista: "Hay muchas señales de progreso positivo a nivel de país, y la sensación de que un pico en las emisiones globales de CO2 fósil es inminente, pero el pico global sigue siendo difícil de alcanzar".
Se sigue agotando el presupuesto de carbono
Este estudio es conocido especialmente por calcular el presupuesto de carbono, es decir, cuántos años quedan para superar los 1,5 ºC de calentamiento global al ritmo actual de emisiones. Según el equipo de Global Carbon Budget, hay un 50% de probabilidades de que el calentamiento global supere los 1,5 °C de forma constante en unos seis años.
Hace unos días, el servicio climático europeo Copernicus adelantó que 2024 será el primer año en el que la anomalía de temperatura respecto a la época preindustrial (1850-1900) supere los 1,5 ºC. Sin embargo, como señalan los responsables del Global Carbon Budget, el presupuesto de carbono hace referencia a superar esa cifra de forma constante a lo largo de varios años, no sólo durante uno.
¿Y por qué se habla de probabilidades? Así lo explicaba el año pasado a Climática Pep Canadell, director ejecutivo del Global Carbon Project e investigador jefe del Centro de Ciencias del Clima CSIRO en Canberra (Australia): “Nosotros damos el presupuesto con esa probabilidad porque hay diferentes modelos y cada uno dice una cosa ligeramente diferente. No podemos pretender saber cómo va a cambiar exactamente el clima en los próximos 30, 50 o 100 años. Al analizar todos los modelos, nos dan una probabilidad”.
Hace unos años, la probabilidad se estimaba en un 66%, pero con el paso del tiempo ha ido bajando hasta ser una moneda al aire: “La razón de este cambio es que la cantidad de carbono que podemos emitir para el presupuesto de 1,5 es tan poca que ya no tenemos esa seguridad del 66%. Es demasiado tarde”, señalaba entonces el especialista catalán.
Radiografía de los combustibles fósiles
A nivel mundial, se prevé que en 2024 aumenten las emisiones de los distintos combustibles fósiles responsables del calentamiento global del planeta: carbón (0,2%), petróleo (0,9%) y gas (2,4%). Estos tres son responsables del 41%, 32% y 21% de las emisiones mundiales de CO2 de origen fósil, respectivamente.
Por países, el estudio estima que las emisiones de China (32% del total mundial) aumenten marginalmente en un 0,2%, aunque sus autores reconocen que el rango proyectado incluye un posible descenso de las emisiones. En cuanto a Estados Unidos, se espera que sus emisiones (que representan el 13% del total mundial) disminuyan un 0,6%. En cambio, se espera que las de India (8% del total mundial) aumenten un 4,6%. Y en la Unión Europea (7% del total mundial), la previsión es que las emisiones caigan un 3,8%. Finalmente, se espera que las emisiones del resto del mundo (38% del total mundial) aumenten un 1,1%.
El estudio también ha analizado las emisiones generadas por la aviación y el transporte marítimo internacionales. Ambos sectores representan el 3% del total mundial (contabilizados por separado de los totales nacionales/regionales) y se espera que este año aumenten un 7,8%. Aun así, se mantendrá por debajo del 3,5% de los niveles prepandemia.
Las emisiones procedentes de los incendios en 2024 se sitúan por encima de la media desde el inicio del registro por satélite en 2003 debido, sobre todo, a la virulenta temporada de incendios forestales de 2023 en Canadá (que persistió en 2024) y a la intensa sequía en Brasil.
La tecnología sigue siendo ciencia ficción
Gracias a la reforestación y la forestación (nuevos bosques) se están compensando aproximadamente la mitad de las emisiones de la deforestación permanente, señala el análisis. Actualmente, los niveles de eliminación de dióxido de carbono por medios tecnológicos son insignificantes, pues representan solo alrededor de una millonésima parte del CO2 emitido por los combustibles fósiles.
Los efectos del fenómeno climático temporal de El Niño también provocaron una reducción de la absorción de carbono por los ecosistemas terrestres (conocido como sumidero terrestre de CO2) en 2023. No obstante, se prevé que se recupere al finalizar El Niño en el segundo trimestre de 2024.
Los sumideros de CO2 terrestres y oceánicos combinados siguieron absorbiendo alrededor de la mitad de las emisiones totales de CO2 a pesar de verse afectados negativamente por el cambio climático.





Donde en 1918 había un muro de hielo, en 2002 solo había piedras estériles», dice el fotógrafo de Greenpeace Christian Åslund. Christian ha visitado Svalbard varias veces para documentar cómo los glaciares se están derritiendo como resultado de la crisis climática. Con la ayuda de fotos de archivo de 100 años de antigüedad, ha podido capturar el rápido desarrollo y ha recibido atención en los medios de comunicación de todo el mundo. Las últimas fotos son del otoño pasado. «Los resultados me sacuden. La diferencia en las imágenes recuerda lo rápido que está cambiando el planeta a medida que empeora la crisis climática. Espero que las imágenes inspiren a algunas personas a proteger nuestro planeta y hacer frente a la crisis climática. Tenemos que actuar ya».
Mira las fotos aquí:
https://www.greenpeace.org/denmark/nyhed/klimaforandringer/chokerende-billeder-illustrerer-tilbagetraekningen-af-gletsjere-i-arktis-over-de-sidste-hundrede-aar/?utm_medium=email&utm_source=smc&utm_ca
Rechazamos el intento de la Xunta de expulsar del Consejo Minero de Galicia a organizaciones ecologistas y comunidades montañesas vecinas.
Los grupos sociales abajo firmantes rechazamos la decisión unilateral de la Xunta de Galicia de excluir a las organizaciones de defensa de la naturaleza y a las comunidades montañesas vecinas del Consejo Minero de Galicia, del que forman parte desde que se creó el organismo en 2008 mediante la Ley 3/2008. de la Ordenanza Minera de Galicia.
Aunque la ley actualmente vigente garantiza la presencia de estas organizaciones en el principal órgano de participación, consulta y asesoramiento en materia minera, la Xunta, a través de una nueva Ley de medidas fiscales y administrativas de la Xunta que se tramita en el Parlamento, pretende eliminar definitivamente expulsarlos y de manera subrepticia.
La expulsión de grupos ecologistas y comunidades montañesas vecinas de un órgano consultivo del que forman parte por ley es una medida sin precedentes en la historia de la administración regional, y parte de una estrategia orquestada de marginación y deslegitimación de estos grupos, que ya estaba queda patente en la “Agenda para el Impulso de la Minería Sostenible en Galicia 2030” aprobada hace un año por la Xunta. En ese documento, la Administración se refirió reiteradamente al «ambientalismo radical» y al «fuerte activismo de las asociaciones ecologistas» como una «amenaza», al tiempo que criticó la existencia de una «movilización social promovida por grupos con intereses muy diferentes a los intereses locales». y los de medio ambiente», en alusión a los colectivos sociales y vecinales opuestos a determinados proyectos medioambientalmente perjudiciales como las minas de Touro, San Finx, Muras, Penouta o Doade.
También es notorio que esta decisión se haya tomado, 16 años después de la entrada en vigor de la ley de ordenación minera, porque el intento de expulsión se produce cuando el Consejo Minero debe informar al Plan Sectorial de actividades extractivas que pretende impulsar la Xunta y cuando se anunció un concurso sin precedentes por los derechos mineros para todo el territorio gallego. Las entidades firmantes señalan que el proyecto de ley presentado inicialmente no afectó la composición de dicho organismo, lo que demuestra la intervención del propio lobby minero para excluir a entidades ambientales y forestales vecinas. Por el contrario, consideran que el Consejo Minero debe estar abierto a la sociedad, incluyendo a otros colectivos como cofradías, organizaciones agrarias y plataformas de afectados y ser lo más diverso y plural posible.
Eliminar a la sociedad civil de estos espacios de participación es una práctica habitual de la Xunta de Galicia, y con ella se pretende debilitar el acceso a la información y el ejercicio de los derechos de la ciudadanía en un contexto donde cada vez se lanzan más ataques contra ella.
Organizacións asinantes: ADEGA, Amigas da Terra, Confraría de Pescadores de Noia, Ecoloxistas en Acción, Federación Ecoloxista Galega, Fundación Montescola,
Greenpeace, Organización Galega de Comunidades de Montes, Plademar Muros-Noia, Sindicato Labrego Galego, Sociedade Galega de Historia Natural, Verdegaia.
ArcelorMittal, el mayor fabricante de acero de Europa, vuelve a aplazar las medidas de descarbonización pese a haber recibido 3.000 millones de euros en subsidios.
ArcelorMittal llevaba meses sin dar información de sus planes de descarbonización para sus plantas europeas, incluida la de Xixón, pese a que tiene concedidos 3.000 millones de euros en subsidios de diferentes gobiernos de varios países. Esto ha generado gran incertidumbre en torno a los puestos de trabajo y las medidas para descarbonizar y reducir la contaminación que llevan años exigiendo las vecinas y organizaciones de la sociedad civil. El 26 de noviembre de 2024 ha lanzado un comunicado actualizando la información sobre sus planes de descarbonización, en el que Ecologistas en Acción lamenta no ver ningún avance, sino más bien un movimiento de presión sobre el gobierno europeo con el que solo busca seguir aumentando sus beneficios.
Las organizaciones ecologistas y de la sociedad civil contemplan que el sector de la siderurgia es uno de los sectores necesarios para la transición ecosocial y que debe descarbonizarse lo antes posible para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y las cero emisiones en 2050. Existe una alternativa tecnológica a la ruta convencional de producción de acero para reducir sus emisiones, basada en la sustitución del carbono por hidrógeno verde para la reducción del hierro, DRI (Direct reduced iron). ArcelorMittal sostiene en su comunicado que esta tecnología “evoluciona muy lentamente” y “no es competitiva”, y descarta por el momento las construcciones planteadas en Europa para sustituir los altos hornos de carbón. Sin embargo, la empresa ha recibido grandes cantidades de dinero de ayudas para financiar estos cambios, 450 millones de euros en caso del Estado español.
ArcelorMittal no tiene buenos antecedentes en cuanto a la transformación de sus plantas acereras, a pesar de los compromisos climáticos que anuncia. Desde 2004 forma parte del proyecto ULCOS, que busca reducir al 50% las emisiones del acero primario, pero lleva 20 años “explorando opciones” sin mucho progreso. En 2012 en Francia se retiró en el último momento de un proyecto subvencionado por la UE, y a principios de 2024 el gobierno de Italia tuvo que intervenir en una de sus plantas. En 2019 la empresa se comprometió a reducir las emisiones de CO2 en sus plantas europeas en un 35% para 2030, y a alcanzar la neutralidad en carbono para 2050. Pero dadas las declaraciones de su comunicado, todo apunta a que se tratará de nuevo de otra promesa incumplida, como la de tomar medidas para reducir su contaminación en Xixón, recientemente denunciado por iiDMA.
Ecologistas en Acción critica que la empresa está postergando las medidas necesarias para la descarbonización argumentando que está a la espera de las decisiones que tome el nuevo gobierno de la Unión Europea sobre la legislación en temas de industria, como el Plan Industrial del Pacto Verde. Sin embargo, señalan esto como un movimiento para presionar a Europa con la amenaza de deslocalizar sus fábricas a lugares con menor regulación ambiental como China, país al que hace referencia en su comunicado. La organización denuncia: “no podemos aceptar falsas soluciones que pasen por la utilización de combustibles fósiles como el gas fósil o el hidrógeno azul, y que perpetúan su uso por décadas cuando ya hay alternativas viables. La descarbonización no puede esperar”.
Los Estados miembros y la UE no deben ceder ante quienes frenan la transición. Retrasar la descarbonización del acero sólo pondrá a Europa en desventaja competitiva, ya que no es simplemente una opción, sino una necesidad. No actuar ahora significa alargar años de uso de instalaciones contaminantes, perder la oportunidad de liderar la transición y de crear empleos de calidad ligados a la innovación y a energías renovables.