Etiquetas:
Constantino Aucca Chutas quiso cambiarse el apellido cuando tenía 14 años. Acababa de perder a sus padres y creía que su apellido Inca le dificultaría encontrar un trabajo. Cuando su abuelo se enteró de sus intenciones, lo llamó a filas. “Me dijo: ‘por ese apellido muchos de nosotros hemos sufrido, ha muerto mucha gente protegiendo ese apellido y hemos trabajado para conseguir buen trato. Tu apellido significa guerrero y queremos que pelees por nosotros’”, cuenta.
Al joven adolescente todo le sonaba a una novela, pero su proyecto de vida dio un vuelco cuando conoció la historia de su pueblo, tras enamorarse de una rica terrateniente. Allí descubrió que su abuelo, bisabuelo y tatarabuelo habían trabajado para esta familia y, gracias a que le habían regalado un terreno, se había comenzado el pueblo Chuta. “Ahí nace mi amor por mi cultura, la naturaleza”, dice ahora.
A partir de 1989, una expedición con un ornitólogo danés le hizo desterrar la opción de hacer un máster para proteger su pueblo. Tras aprender durante una década de las necesidades de los pueblos Inca en Perú y de la naturaleza, en el año 2000 fundó la Asociación de Ecosistemas Andinos (ECOAN). “Teníamos un objetivo: hacer conservación con estrategias pero en beneficio de las comunidades locales, esa es nuestra gran diferencia”.
ECOAN comenzó en las montañas de Cuzco, en Perú, y pronto se expandió a más pueblos hasta llegar a trabajar con 37 comunidades locales a lo ancho del país para restaurar los bosques andinos, plantando 4,5 millones de árboles Polylepis, nativos y que benefician a la fauna del lugar. En 2018, su proyecto dio un salto al unir fuerzas con la ONG estadounidense Global Forest Generation, con la que crearon Acción Andina, que tiene el objetivo de restaurar un millón de hectáreas a lo largo de toda la cordillera andina para el año 2045.
Después de tres décadas de trabajo en conservación, Aucca ha visto recompensado su trabajo con dos reconocimientos clave: en 2022, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) lo nombró Campeón de la Tierra. Este año, Acción Andina ha sido uno de los siete proyectos ganadores en la segunda entrega de los World Restoration Flagships, que da el PNUMA en el marco de la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. “A los que están detrás de mí les digo: ¿quieren esto? Pues a trabajar duro, que esto no te lo van a regalar. Trabaja duro, mátate por este planeta, genera alegría y trabajo y te lo van a dar y con creces”, dice el presidente de ECOAN.
Los World Restoration Flagships se crearon para premiar trabajos de restauración del clima impulsados desde comunidades locales, escalables y que generen beneficios económicos. “Estos esfuerzos liderados por la comunidad no sólo están reviviendo los ecosistemas, sino que también están proporcionando medios de vida ecológicos, garantizando fuentes de ingresos sostenibles y promoviendo mejores resultados de salud”, asegura a este medio Bruno Pozzi, subdirector de la división de ecosistemas del PNUMA.
El año pasado se reconocieron diez proyectos y este año se han añadido siete, entre los que se incluyen proyectos de conservación de manglares en Sri Lanka, la protección de la fauna salvaje en Nepal o la restauración de los bosques Mediterráneos arrasados por incendios en países como Líbano, Turquía o Túnez.
Uno de los africanos premiados es Trees for Future, un proyecto de restauración que trabaja con agricultores en terrenos dañados por el cambio climático en zonas rurales de Mali, Senegal, Kenia, Uganda y Tanzania.
La organización busca mejorar los métodos de producción para restaurar el suelo degradado y aumentar la seguridad alimentaria de los agricultores con un concepto de un jardín forestal, que básicamente se basa en crear en poco espacio una barrera verde para plantar distintas especies. “Es un modelo único y exclusivo. Tiene un componente muy fuerte de capacitación, un enfoque adaptativo del paisaje y de transformación a través de la diversificación de sus sistemas alimentarios, agrícolas y arbóreos”, dice Vincent Maiga, director de Trees for Future en Kenia. El programa ha restaurado más de 40.000 hectáreas en diez años y ahora busca escalar hasta las 230.000 hectáreas para 2030. “Dentro del jardín forestal hay optimización de espacio y diversificación: donde antes cultivaban de dos a cuatro especies, ahora en cuatro años conseguimos que sean hasta 24 distintas”, añade Maiga.
En total, estos siete proyectos tienen como objetivo restaurar 40 millones de hectáreas –un área casi del tamaño de España entera– y crear medio millón de puestos de trabajo. El premio viene acompañado de apoyo técnico y financiación, clave para su futuro. “Todos los años plantamos casi 3,5 millones de árboles. ¿Cuánto cuesta eso? Eso hay que generarlo. Bienvenidos los que quieran colaborar”, dice Aucca, algo en lo que coincide Maiga. “Este reconocimiento nos hará conseguir más socios a nivel global, generando impacto en el terreno”, dice.
Ambos están en Nairobi (Kenia) para recoger el premio World Restoration Flagships en el marco de la sexta Asamblea de Medio Ambiente de la ONU. Sin embargo, Aucca avisa de que el trabajo climático no debe reducirse a esos eventos. “Si quieres que la conservación triunfe, haz cosas reales, concretas y en terreno. Si cumples con eso, te auguro la mayor maravilla, si no lo haces y te reduces a ser burócrata, reuniones, viajecitos, análisis… eso es una campaña de turismo”, critica.
El conservacionista reclama que eventos como la Conferencia por el Clima de la ONU gastan millones sin resultados y son un malgasto. “Regresa a las comunidades, planta un árbol con un dólar y paga todo: la producción, el entrenamiento, el liderazgo, la campaña. Tan solo con un dólar, ¿ellos cuánto tiran por cada reunión? No hay que ser hipócrita”, dice Aucca. “Hay que ser resiliente, pero hay gente que prefiere decir: ‘me estoy adaptando al cambio climático’ y con eso se sientan, esperan y gozan de la vida. Eso es ser resilientes para ellos, pero no podemos estar así. Hagamos de la resiliencia con fuerza, energía y acción”, concluye.
La importancia de contar con las comunidades locales
Los conservacionistas tienen claro que para que, pueda triunfar, la clave es seguir contando con las comunidades locales. «Para plantar millones necesitas gente y qué mejor que las comunidades locales. Lo único que te piden es respeto, que les escuches, hables y aprendas. No quieren aparecer en la revista solo en una fotografía o un vídeo (como actores pasivos), sino ser la solución, beneficio y trabajo», dice Aucca.
El líder inca asegura que las comunidades locales colaboran por convicción, no por dinero, y siempre que se respeten sus métodos de trabajo. «Uno de los pilares es el trabajo comunal: todos trabajando juntos por un bien común. No se hace por salarios: si fuese por salarios, el proyecto colapsa porque el dinero se termina. Ellos están convencidos de que es para ellos, quieren el agua, su biodiversidad, sus montañas y respetar su cultura«, afirma.
Esto es algo que trasciende proyectos, países y culturas. En Tress for Future trabajan durante cuatro años educando sobre agricultura sostenible, pero no imponen los modelos, sino que trabajan con los propios agricultores y acuerdan lo que van a plantar. “No cambiamos los sistemas de trabajo de las personas, sino que aprendemos de cómo lo han estado haciendo y de qué ha sido lo que no ha ayudado al ecosistema en términos de recuperación”, afirma Mainga. “Al final del día, los agricultores obtienen seguridad alimentaria, nutrición e ingresos de los diferentes productos”, añade.
¿Los ecologistas y los indígenas tan perseguidos y Constantino tan premiado?