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Laura Ramírez, Huelva // Doñana celebra este miércoles sus 55 años de vida como Parque Nacional, una edad a la que llega tratando de asegurar su supervivencia en uno de los momentos más críticos de su historia marcado por la pérdida de biodiversidad como consecuencia de la escasez de agua.
Fue el 14 de agosto de 1969 cuando el Consejo de Ministros aprobó la creación del Parque Nacional de Doñana, un espacio que actualmente supera las 54.200 hectáreas, rodeado de más de 70.000 hectáreas de parque natural y que ha logrado un reconocimiento internacional que le ha valido, entre otros muchos títulos, el de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco (1994), Reserva de la Biosfera (1980) y Sitio Ramsar (1982).
En estas cinco décadas, si bien el compromiso por su protección y conservación ha sido unánime y compartido por administraciones y sociedad civil, no ha dejado de hacer frente a amenazas que lo han llevado al punto actual en el que no son pocos los que alertan de que el espacio natural se encuentra al borde del colapso.
Acuerdo histórico
Este último año pasará a la historia como aquel en el que Gobierno central y Junta de Andalucía alcanzaron un gran acuerdo para garantizar la protección del parque y el desarrollo sostenible de su área de influencia, dotado con 1.400 millones de euros, en el que se recogen medidas tendentes a recuperar aportes hídricos históricos como el del Guadiamar o la reducción de hectáreas de regadíos para aliviar la presión sobre el acuífero.
Un acuerdo cuyas líneas de actuación ya están empezando a ejecutarse, aunque quizás no con la celeridad que algunos consideran, como es el caso de los propios agricultores, que consideran que las ayudas para la reconversión de cultivos o la restauración de terrenos deberían haber llegado ya, o los ecologistas.
En cuanto a estos, tanto el portavoz de la Oficina Técnica de WWF en Doñana, Juanjo Carmona, como el representante de Ecologistas en Acción en el Consejo de Participación de Doñana, Juan Romero, han alertado de que el espacio natural vive «el peor de su historia» como consecuencia del «colapso hídrico».
Los datos de administraciones como la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) o de las autoridades de investigación como la Estación Biológica de Doñana (EBD) alertan de una importante pérdida de biodiversidad tanto de flora como de fauna que evidencian, según Carmona, que «no es un problema ya de que llueva más o menos sino de la gestión que se está llevando a cabo», ha apuntado.
Carmona ha remarcado que el acuífero es lo que ha sustentado a lo largo de los años la gran biodiversidad de los montes y los bosques de Doñana, al tiempo que la marismas lo ha hecho con las aves, «son los dos pilares, por ello hay que pedir al Gobierno y a la Junta de Andalucía que no solamente hagan los planes, sino que los ejecuten con urgencia».
Falta de voluntad
Entre ellos, no sólo ese último entre administraciones, sino el Plan de Ordenación de Regadíos de la Corona Norte, conocido como Plan de la Fresa, ya que, en su opinión, «soluciones hay y se conocen lo que no hay es voluntad y eso es una irresponsabilidad».
Tanto Carmona como Romero coinciden en la necesidad de recuperar urgentemente los caudales del Guadiamar para que la marisma vuelva a recuperarse y, al mismo tiempo, cerrar pozos ilegales o llevar agua desde Mazagón a Matalascañas para revertir la situación el acuífero.
El representante de WWF ha advertido, además, de que se trata de una situación, la de la falta de agua, que sufre y sufrirá sólo el espacio natural, sino también la socioeconomía de la zona que «no se puede mantener sin agua y por lo tanto estamos en una situación muy grave de la que no somos suficientemente conscientes».
Romero, por su parte, ha insistido en esa necesidad de «encontrar el equilibrio en el uso del agua; por supuesto tiene que haber agua para los aprovechamientos pero tiene que haber agua para la vida de Doñana que es la que tiene un interés público superior», ha apuntado.
En este punto, ha indicado medidas como adquirir fincas transformadas de la marismas, recuperar integralmente el estuario del río Guadalquivir, acometer un plan de restauración de los ecosistemas forestales de Doñana o corregir todos los puntos negros y amenazas para revertir la pérdida de biodiversidad.
Pero por encima de todo ello, desde Ecologistas consideran que «la actuación estrella pasaría por cumplir y hacer cumplir las leyes que protegen a Doñana». Sólo así, ejecutando las medidas que se saben eficientes, Doñana podrá seguir cumpliendo años y continuar siendo ese paraíso que hasta ahora ha sido para la biodiversidad y su gente