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La crisis climática tiene un impacto innegable en la salud humana. Los árboles son un aliado perfecto para combatir las consecuencias negativas del calentamiento global. De hecho, un tercio de las muertes por el efecto de isla de calor en las ciudades podrían evitarse si los árboles cubrieran el 30% del espacio urbano. Así lo revelaba un estudio del ISGlobal que se publicaba la revista The Lancet el pasado mes de enero. Debería haber, al menos, un árbol por cada tres habitantes, según recomienda la Organización Mundial de la Salud. Pero, ¿podemos saber los árboles que tiene una ciudad? Víctor Vázquez, creador de Coccosphere, trabaja en una herramienta para contabilizar los árboles y calcular su capacidad de secuestro de carbono.
«Queremos ofrecer una base de datos gracias a la cual se podrán realizar distintas investigaciones sobre a la capacidad de amortiguación de las distintas ciudades y municipios en cuanto a captación de CO2 , capacidad de sombra, disminución de la temperatura… El objetivo es que, cuando se involucren las administraciones públicas, se pueda hacer una gestión en pro de aumentar esas superficies arbóreas urbanas porque siempre pensamos en los bosques, pero en las ciudades también hay muchos árboles que hacen esa función de amortiguación», explica Víctor Vázquez, ambientólogo y doctorando en Biotecnología Avanzada en la Universidad de Málaga.
En Coccosphere están desarrollando desde 2018 TreesCounter, un contador de árboles urbanos que ya han aplicado en algunas localidades de Andalucía. En Málaga, por ejemplo, han contabilizado y geolocalizado 120.000 ejemplares. Para ello, utilizan, en una primera fase, imágenes satelitales para localizar los árboles y, después, realizan un trabajo de campo acudiendo calle por calle para contrastar la información y recopilar todos los datos que quieren ofrecer sobre esta vegetación.
Ahora trabajan para que todos los datos que han obtenido estén disponibles en un mapa SIG (sistemas de información geográfica) interactivo. «Veremos una imagen satelital y nos podremos acercar para observar qué árboles hay en la zona que nos interese. Además se podrá pinchar en cada árbol para consultar en una ventana emergente la especie científica, el nombre vulgar y distinta información biológica como la altura, el diámetro del tronco, la capacidad de captación de CO2 y más información».
El proyecto se encuentra en fase de busca de inversores y de ayuntamientos que quieran colaborar con ellos implantando pruebas piloto. Además, prevé contar también con participación ciudadana. «Sabemos que hay muchas asociaciones y vecinos que cuidan de los árboles de sus barrios, creo que sería una buena iniciativa que se involucren», indica Vázquez
Análisis de secuestro de carbono
Vázquez indica que es relevante conocer qué especies hay en cada lugar. «Estamos obteniendo información sobre la especie, que es lo más importante, y luego valores biomorfométricos, como la altura del árbol, el tamaño de la copa y el diámetro del tronco. Hay estudios que ya indican la capacidad de secuestro de carbono según esos parámetros. Habría que hacer un cálculo de la capacidad de captación potencial de cada especie y luego aplicarlo a nuestros datos concretos». El ambientólogo señala que podría hacer un ranking de ciudades con la capacidad de captación de carbono de sus árboles, una información que «no existe a día de hoy».
Este mapa permitiría a las administraciones y a la población analizar la ratio de superficie de un lugar y el número de árboles y conocer, por ejemplo, si hay más árboles en los lugares con una renta per capitalidad más alta. El ambientólogo apunta que sí puede haber una menor cantidad de árboles en barrios obreros donde hay «una masificación de viviendas, pocas zonas verdes y las calles no tienen alcorques».
Necesitamos más árboles en las ciudades
El impulsor de Coccosphere considera que las ciudades deben incrementar su número de árboles para combatir los efectos del calentamiento global, siendo la cifra del 30% de la superficie urbana la cifra ideal. «Muchas ciudades están incorporando en sus planes de ordenación urbana que todo no sea cemento», asegura. Respecto a Málaga, constatan que hay disparidad dependiendo de la zona que se analice, «las más pegadas a la zona costera se acercan a ese 30%, pero a medida que vamos al interior este porcentaje va disminuyendo». Excepto cuando se analiza una zona de monte público, donde evidentemente hay una mayor área con árboles.
Los bosques son fundamentales para proporcionar oxígeno, eliminar CO2 de la atmósfera y, por tanto, reducir los gases de efecto invernadero responsables en gran medida del calentamiento global actual. Vázquez destaca que los árboles que hay en las ciudades también pueden cumplir esa función y serán claves para evitar peores consecuencias del efecto de isla de calor que se produce en las urbes.
Por eso es fundamental que los ayuntamientos tomen conciencia y no eliminen sus árboles cuando, por ejemplo, un grupo de vecinos se quejan de los árboles que tienen en su calle. «El talar por talar lo veo mal y cuando se habla de compensar plantando nuevos ejemplares, habría que compensar con datos. No es lo mismo un árbol maduro de 40 años con un corte grande y una copa elevada que ofrece unos servicios elevados, que plantar un árbol que pueda tener dos años». Reivindica que se calcule también el valor económico del árbol, a través de la norma granada, ver que nos ofrece y compensarlo adecuadamente. Lo mejor, sin duda, es no talar los árboles sanos.
El ambientólogo señala que los árboles «han sido víctimas de la planificación urbanística durante muchos años. En las últimas décadas, se han ido talando árboles para que ciertas zonas sigan creciendo a nivel urbanístico, pero en los últimos años la situación está mejorando y nos estamos concienciando de la importancia de la naturaleza». Cree que los medios de comunicación ayudan a ello, que la población está adquiriendo conceptos ambientales y ya «hay muchas asociaciones y colectivos que están luchando para que aumenten las zonas arbóreas en las ciudades». El cambio climático apremia: «Necesitamos más árboles. Cuando vas a un parque a las tres de la tarde, si no hay árboles no se puede estar».
Un árbol, en un año, inhala un promedio de 12 kilogramos de bióxido de carbono (CO2) y exhala oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas.
Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, yo considero que es el árbol. El más generoso y el más indefenso.
Necesitamos más árboles en las ciudades ciertamente; pero no sólo en las ciudades, en los campos también.
Debemos devolver a la naturaleza lo que es suyo. Porque con árboles y vegetación vuelven también los animales, la fauna, la flora y la lluvia.
Exijamos la limpieza de bosques para prevenir los incendios y vigilemos y denunciemos toda clase de ataque contra la Madre Naturaleza.
Sea intencionado o perpetrado por inconscientes que de ámbos especímenes los hay a porrillo.