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Los esfuerzos y recursos públicos destinados a la investigación, gestión y conservación de la fauna silvestre son, evidentemente, limitados. Por ello, se ha priorizado a las especies con un mayor grado de amenaza, cuya extinción es más probable. Sin embargo, también existe un componente subjetivo, y por eso se asignan más recursos y se presta más atención a especies más emblemáticas (como los grandes mamíferos).
Estos sesgos provocan que no conozcamos el estado real de las poblaciones de muchas especies. Tampoco cuáles son sus problemas de conservación y cómo recuperarlas. La falta de atención a especies que están ampliamente distribuidas y son relativamente abundantes también tiene sus repercusiones. Asumir que sus poblaciones gozan de buena salud no debería ser generalizable en un mundo tan cambiante.
La desaparición ‘invisible’ de las especies
Para todos estos casos, donde las especies podrían estar en declive sin ser detectadas por la ciencia por la falta de un seguimiento adecuado, se ha acuñado el término “extinción silenciosa”. Se trata de descensos poblacionales y extinciones locales que a menudo ocurren sin que se conozcan siquiera las causas.
En España, uno de los casos más representativos de extinción silenciosa es la del gato montés. Mientras nos enfocábamos en conservar al lince ibérico, la otra especie de felino silvestre que habita en España ha ido desapareciendo. Hasta hace poco, ni la ciencia y ni la Administración pública se habían percatado de su alarmante situación. Desafortunadamente, es posible que la especie ya haya desaparecido en numerosos territorios de la península ibérica.

Algo parecido también le podría estar pasando a otros carnívoros, como el turón (Mustela putorius). Esta especie cuenta con datos muy limitados sobre su ecología, abundancia y distribución. Sin embargo, es probable que haya sufrido una fuerte regresión en gran parte de su área de distribución. Como en tantas otras extinciones silenciosas, las causas son desconocidas.

El más pequeño de los carnívoros, la comadreja (Mustela nivalis), es otro buen ejemplo. Cuando nos dispusimos a explorar los datos disponibles sobre su distribución en España, lamentablemente los resultados fueron poco alentadores. La especie había sido detectada en pocas ocasiones, con amplias zonas sin observaciones en los últimos años.
Un caso muy llamativo entre los mamíferos es el del antes citado lince ibérico y su principal presa, el conejo europeo. Mientras que el depredador ha multiplicado su población, su principal presa ha descendido de forma sustancial.
Obviamente hay muchos más conejos que linces. Pero teniendo en cuenta estas tendencias, el lince ibérico se encuentra ahora catalogado como “vulnerable a la extinción”, en tanto que el conejo está clasificado como “en peligro de extinción”, una categoría mayor de amenaza.
Aves que resurgen mientras otras disminuyen
Las aves sí son un grupo mejor monitoreado. Las tendencias poblacionales se conocen con mayor precisión, en parte gracias a la contribución de ornitólogos aficionados. Según el Libro Rojo de las Aves de España publicado en 2021, el estado de conservación de algunas especies de aves frecuentes y abundantes ha empeorado en comparación con el anterior libro rojo publicado en 2004.
Entre estas especies se encuentran algunas aves con el apellido “común”, como el vencejo común, el alcaudón común, la golondrina común y la lechuza común. Especies tan conocidas como la perdiz roja (Alectoris rufa) también han sufrido marcados declives poblacionales en los últimos años.
Por el contrario, algunas especies percibidas tradicionalmente como amenazadas, como muchas aves rapaces y acuáticas, han mejorado su estado de conservación sustancialmente. Probablemente, esta mejoría se deba a que hemos dedicado más recursos y generado más conocimiento para su conservación. Afortunadamente, los esfuerzos no fueron en vano, y estas especies se encuentran ahora menos amenazadas que hace unas décadas.
En Europa, las 168 especies de aves más comunes han disminuido, en su conjunto, un 14% entre 1992 y 2022. Un caso particularmente preocupante es el declive del gorrión común (Passer domesticus). Esta especie está en severa regresión desde hace décadas en numerosas zonas del mundo. Las causas son múltiples y en parte desconocidas.
Reptiles y anfibios, los grandes olvidados
Los reptiles son un grupo de vertebrados en el que rara vez se invierten grandes esfuerzos. Esto hace que el estado real de conservación de muchas especies sea incierto. Por ejemplo, un estudio que utilizó datos de datos de ciencia ciudadana durante cuatro décadas demostró un declive de las poblaciones de serpientes del 23% en España. De las 13 especies analizadas, siete sufrieron un descenso poblacional.
Por su parte, los anfibios son el grupo de vertebrados más amenazado de La Tierra. Un 41% de las especies se encuentran en riesgo de extinción. El declive de sus poblaciones es generalizado, incluyendo especies tan abundantes como el sapo común (Bufo spinosus). Ampliamente distribuido por la península ibérica, este anfibio podría estar sufriendo un descenso poblacional, según sugieren algunos programas de seguimiento. Una extinción silenciosa que pasaría desapercibida en muchas regiones donde no hay un seguimiento adecuado.

Aunque las serpientes y muchos anfibios despiertan cierta aversión en muchas personas, desempeñan un papel esencial en las redes tróficas y en el mantenimiento de la funcionabilidad de los ecosistemas. Motivos de peso para que dediquemos más esfuerzos a su estudio y conservación.
El reto de conservar lo común
La experiencia acumulada durante décadas en Europa nos ha permitido salvar de la extinción a muchas especies de grandes mamíferos y aves rapaces. Osos, lobos, linces, buitres negros, quebrantahuesos y águilas imperiales gozan de mejor estado de conservación en la actualidad que hace unas décadas.
Ahora debemos utilizar todo ese conocimiento generado para asegurar la supervivencia de especies comunes, otrora abundantes. Es el turno para que la sociedad, la Administración pública y la comunidad científica unan fuerzas para asegurar la conservación de serpientes, sapos y gorriones. Sin olvidar a los más infravalorados, los invertebrados. Evitar la tragedia de perder estas especies comunes es uno de los grandes retos de conservación que debemos afrontar ya.
José Guerrero Casado, Profesor del Departamento de Zoología, Universidad de Córdoba.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
En el entorno rural donde nací había gatos monteses. Alguna vez ví alguno y los mayores hablaban de él. Han desaparecido, es cierto.
Raposas o zorras también están desapareciendo.
Por el contrario el jabalí se ha multiplicado y ha invadido el territorio. Su depredador natural era el lobo y sospecho que los ganaderos de la montaña han acabado silenciosamente con él, así que el jabalí se ha extendido y ha bajado y ocupado el llano.
Las urracas también han desaparecido así como gorriones y (en aragonés) «tordas». De los gorriones y de las tordas creo que tienen mucha culpa los herbicidas y otros productos agresivos que utilizan los agricultores que, habiendo otros métodos menos agresivos, ellos van a lo rápido y al mínimo esfuerzo.
Respecto a las golondrinas ahora caigo en la cuenta de que esta primavera no se han oído. Me pregunto si ya no hay o llegarán más tarde.
Opuestamente, Seo BirdLife informa de «rarezas», de aves que se han avistado que no son propias del país:
Un pequeño ganso propio del Ártico sobrevolando la costa gallega. BARNACLA CARINEGRA GROENLANDESA. Varios observadores notifican (con fotos) un ejemplar adulto en paso al oeste, el 28 de septiembre. Es relocalizado el 30 de septiembre en la ría de O Burgo, Culleredo, donde permanece hasta finales de octubre.
Un pájaro de color amarillo chillón que nunca antes se había visto en España. VIREO GORJIAMARILLO. Santa Cruz de Tenerife. Casco urbano de Adeje.
Se encuentra un ejemplar aturdido en la vía pública, el 16 de octubre. Este pájaro, típico de América del Norte, no había sido nunca antes visto en nuestro país. Se cree que pudo ser arrastrado hasta Canarias por los vientos del huracán Leslie.
Un busardo moro en los cielos de Andalucía. Sevilla /Laguna de Troya, Utrera), Cádiz (La Janda) y Cádiz (Tráfico, Tarifa).
Se avistan tres ejemplares entre el 8 de septiembre y el 5 de octubre. Esta ave tiene dos subspecies, la de Eurasia y la del norte de África. Después de muchos años de estudio, sabemos que ambas son ocasionales en nuestro país por sus hábitos migratorios.
«Cuando canta, la cebada está para abrir». ¿De quién hablamos?
De LA CODORNIZ.
Pequeña pero poderosa
La codorniz común es una ave rechoncha y de pequeño tamaño. Sin embargo, sus alas son grandes y alargadas, lo que le permite volar largas distancias cuando migra.
Ciudadana del mundo
Es una especie con una distribución muy amplia a nivel mundial: desde la Península Ibérica hasta el sudeste asiático, así como en regiones del norte de África. Pero, a pesar de ello, su población está mermando cada vez más.
Está en grave peligro
Los datos indican que solo entre 1998 y 2018, su población sufrió un descenso de prácticamente el 74%.
¿Y por qué? Principalmente, por la alteración de sus hábitats y por la caza.
A pesar de ello, hace solo unas semanas, el Gobierno rechazó la propuesta para impedir su caza, ignorando las recomendaciones de expertos y científicos.
(LOS GOBIERNOS SIEMPRE DEL LADO DEL LOBBY DE LA CAZA QUE SON GENTE DE LA OLIGARQUIA, CON PODER ADQUISITIVO Y MENTALIDAD CACIQUIL).
Las codornices nos han acompañado desde hace siglos, siendo muestra de la salud de nuestros campos y cultivos, controlando plagas de forma natural, o ayudando a dispersar semillas.
En Seo BirdLife estamos presionando al Gobierno para que reconsidere su postura y evite la caza de la codorniz, calificándola como especie en peligro de extinción.