Saya de Malha: el banco más importante del mundo está bajo el agua (y lo están expoliando)

Situado en el océano Índico, el banco de Saya de Malha alberga los campos de pastos marinos más grandes del planeta y es un aliado clave contra el cambio climático. Sin embargo, la pesca ilegal y la minería submarina están llevando a este ecosistema único lleno de biodiversidad a una situación límite sin que ningún país haga nada.
Saya de Malha: el banco más importante del mundo está bajo el agua (y lo están expoliando)
Pastos marinos y corales en el banco de Saya de Malha. Foto: Tommy Trenchard / Greenpeace.

El equipo de The Outlaw Ocean Project, incluidos Maya Martin, Joe Galvin, Susan Ryan y Austin Brush, contribuyeron adicionalmente a la información y la redacción de este reportaje.

El lugar más importante del planeta del que prácticamente nadie ha oído hablar es el banco de Saya de Malha, también conocido como la isla invisible más grande del mundo. Situado en el océano Índico, entre Mauricio y Seychelles, a más de 300 kilómetros de la costa, el Banco se extiende sobre un área del tamaño de Suiza y alberga los campos de pastos marinos más grandes del planeta, lo que lo convierte en el sumidero de carbono más importante que existe. En algunas zonas, el banco apenas está sumergido bajo 10 metros de agua y ofrece una diversidad sin precedentes de hábitats de pastos marinos para tortugas, además de ser una zona de reproducción para tiburones, ballenas jorobadas y ballenas azules.

Los investigadores afirman que el banco es una de las áreas menos estudiadas científicamente del planeta, en parte debido a su lejanía. La imprevisibilidad de sus profundidades también ha hecho que, durante siglos, los barcos mercantes y exploradores evitaran estas aguas. Durante mucho tiempo, ha sido un reino tan inexplorado que en los mapas antiguos se marcaba con una advertencia: «Aquí hay monstruos». Sin embargo, en tiempos recientes, el banco ha sido transitado por un elenco diverso de personajes, entre ellos pescadores de aletas de tiburón, arrastreros de fondo, mineros del lecho marino, pescadores varados, tripulaciones hambrientas, millonarios en yates y colonos libertarios en el mar.

La tragedia, sin embargo, es que, dado que el banco de Saya de Malha se encuentra mayormente en aguas internacionales, donde las regulaciones brillan por su ausencia, su biodiversidad está siendo sistemáticamente diezmada por una enorme flota de barcos pesqueros industriales que operan sin apenas supervisión gubernamental. El banco sigue desprotegido por falta de tratados vinculantes, en gran parte debido a la apatía política de las autoridades nacionales y a una visión cortoplacista de la industria pesquera que privilegia las ganancias inmediatas sobre los costos futuros. La pregunta ahora es: ¿quién protegerá este tesoro público?

Las praderas marinas como el banco de Saya de Malha absorben alrededor de una quinta parte de todo el carbono oceánico. También limpian las aguas contaminadas. Actuando como una densa red, atrapan microplásticos y los encierran en el sedimento. Crédito: Licensetoswill.

Destruyendo un ecosistema

El banco de Saya de Malha recibió su nombre –cuyo significado es «falda de malla»– hace más de 500 años después de que marineros portugueses lo avistaran alta mar y notaran las olas ondulantes de pastos marinos bajo la superficie. En 2012, la UNESCO lo calificó de “único a nivel global” y lo consideró un candidato serio para convertirse en Patrimonio Mundial Marino debido a su “potencial valor universal excepcional”.

Los pastos marinos suelen pasarse por alto porque son raros y se estima que solo cubren una décima parte del uno por ciento del fondo oceánico. «Son el ecosistema olvidado», señala Ronald Jumeau, embajador de Seychelles para el cambio climático. No obstante, los pastos marinos están mucho menos protegidos que otras áreas marinas. Solo el 26% de los prados de pastos marinos registrados están dentro de áreas marinas protegidas, en comparación con el 40% de los arrecifes de coral y el 43% de los manglares del mundo.

A menudo descritos como los pulmones del océano, los pastos marinos capturan alrededor de una quinta parte de todo el carbono del océano y albergan una biodiversidad enorme. Miles de especies, incluidas muchas en el banco de Saya de Malha, aún desconocidas para la ciencia, dependen de los pastos marinos para su supervivencia. Sin embargo, el planeta ha perdido aproximadamente un tercio de estos prados desde finales del siglo XIX y seguimos perdiendo un 7% más cada año, lo que equivale a perder un campo de fútbol de pastos marinos cada 30 minutos.

Los pastos marinos también limpian el agua contaminada y protegen las costas de la erosión, según un informe de 2021 de la Universidad de California en Davis. En un momento en que al menos ocho millones de toneladas de plástico terminan en el océano cada año, un estudio publicado en Nature en 2021 encontró que los pastos marinos actúan como una red densa que atrapa microplásticos y los fija en el sedimento. Además, en un contexto donde la acidificación del océano amenaza la supervivencia de los arrecifes de coral y de miles de especies de peces que los habitan, los pastos marinos reducen la acidez al absorber carbono mediante la fotosíntesis y proporcionan refugios, criaderos y zonas de alimentación para miles de especies, incluidos animales en peligro de extinción como dugongos, tiburones y caballitos de mar.

Pero el banco de Saya de Malha está en peligro. Más de 200 barcos de pesca de altura —en su mayoría de Sri Lanka y Taiwán— se han estacionado en las aguas profundas a lo largo del borde del banco en los últimos años para capturar atún, pez lagarto, jurel y peces forrajeros que luego se convierten en harina de pescado rica en proteínas, un tipo de alimento para animales. Los conservacionistas marinos advierten que los esfuerzos para proteger los pastos marinos del banco no están avanzando lo suficientemente rápido como para marcar la diferencia. «Es como caminar hacia el norte en un tren que va hacia el sur», señala Heidi Weiskel, jefa interina del equipo global de océanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

El 23 de mayo de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución para declarar el 1 de marzo como el día mundial de los Pastos Marinos. La resolución fue promovida por Sri Lanka. En su intervención en la asamblea, el Representante Permanente de Sri Lanka ante la ONU, el embajador Mohan Pieris, afirmó que los pastos marinos eran «uno de los ecosistemas marinos más valiosos del planeta», destacando, entre otras cosas, su enorme contribución a la captura de carbono. Pero el reconocimiento es una cosa y la acción es otra. Mientras el embajador daba su discurso en Nueva York, decenas de barcos de la flota pesquera de su país estaban a más de 14.000 kilómetros de distancia, devastando precisamente el ecosistema que instaba al mundo a proteger.

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    Greenpeace

    Querida Carmen,
    La minería de los fondos marinos es un juego con la vida de las profundidades marinas en juego.

    Creamos conciencia sobre esto durante la conferencia internacional de la industria minera «Deep Sea Minerals 2025» en Bergen. Aquí, los participantes fueron recibidos con una sorpresa cuando los activistas de Greenpeace transformaron su evento de lobby en un colorido casino.

    Nuestro mensaje es claro: la industria minera de aguas profundas está jugando con la vida marina. Acciones como estas son solo una de las formas en que trabajamos para proteger la vida en las profundidades marinas. No podemos mantener la presión sin particulares como usted. ¿Quieres subir a bordo?
    Apoya a las profundidades marinas

    He aquí tres razones por las que la minería de los fondos marinos debería ser ilegal:

    🐙 Ecosistema único en riesgo: La minería está destruyendo los hogares de cientos de especies que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo.

    🐙 Perturbador para la vida silvestre: La contaminación acústica y lumínica de la maquinaria pesada causa disturbios, especialmente para los mamíferos marinos como las ballenas y los delfines.

    🐙 Reservas de carbono destruidas: Las profundidades marinas son el mayor almacén natural de carbono del planeta, y la minería de los fondos marinos amenaza la capacidad del océano para secuestrar carbono. En el peor de los casos, la minería de los fondos marinos podría agravar la crisis climática mundial.
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    Noruega fue el primer país del mundo en decidir abrirse a la extracción de minerales en el lecho marino del Ártico.
    Más de 30 países y varias organizaciones internacionales, entre ellas el Consejo Nórdico y el Parlamento Europeo, han manifestado su oposición a esta industria destructiva.
    Sin embargo, hay tres empresas noruegas que están decididas a destruir el lecho marino para su propio beneficio: Loke Minerales Marinos, Minerales Verdes y Minerales de Profundidad.
    Antes de Navidad, Noruega, tras la presión y el estímulo de Greenpeace y el resto del movimiento ecologista, decidió garantizar el cese de la minería de los fondos marinos durante el resto de 2025. Fue una gran victoria. Pero no está garantizado que dure. La industria minera y sus partidarios aprovecharán el año electoral para movilizar y presionar a los políticos para que retomen los planes.
    Las máquinas aún no se han construido, las licencias no se han entregado y el pulpo dumbo sigue nadando imperturbable en las profundidades. Pero el futuro de las profundidades marinas sigue siendo incierto.
    GreenpeaceDenmark.

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