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Arranca la Fórmula 1, el deporte anticlima

Este fin de semana comienza en Baréin una nueva edición de la Fórmula 1, un deporte monopolizado por petroleras y empresas que tienen un enorme impacto en el clima. A esto se le suman los miles de kilómetros que deberán hacer todos los equipos por carretera, mar y aire para disputar las carreras.
Arranca la Fórmula 1, el deporte anticlima
Monoplaza del Ferrari, escudería patrocinada por Shell y Banco Santander. Foto: DPPI / Panorámica

Este viernes arranca el Campeonato Mundial de Fórmula 1. Se disputarán 23 carreras a lo largo de 20 países y cinco continentes. Más allá de la expectación que pueda haber por ver a Fernando Alonso debutar e intentar lograr su tercer mundial con su nueva escudería, Aston Martin, el calendario de grandes premios arroja un contexto importante a tener en cuenta. Y es que este deporte es, ante todo, un gran generador de emisiones que impulsan el calentamiento global y el posterior cambio climático.

Un experto en inversiones y deporte, Joe Pompliano, compartió el pasado 21 de enero en su cuenta de Twitter un vídeo donde se podía apreciar el tour que van a realizar las escuderías alrededor del globo: en total, más de 120.000 km transportando 1.500 toneladas de equipo.

Tal como explica Pampliano en su hilo de Twitter, este año la logística va a ser un quebradero de cabeza para los equipos, además de un estrés añadido para los pilotos por el propio jet lag. El transporte para los grandes premios (GP) europeos se hará por carretera, lo que facilitará la logística y podría minimizar su huella. Sin embargo, la gran mayoría de los circuitos requerirían de vuelos y barcos cargueros para transportar todo lo necesario para correr. Por ello, la empresa que gestiona la F1 contrata una flota de 6 Boeing 747 al año para el transporte del equipo.

El gran circo parecía que se había recuperado de la bajada de audiencia sufrida desde 2008, pero lo que se mantiene inmutable es su relación directa con los combustibles fósiles, las grandes petroleras y empresas que contribuyen al cambio climático. La propia Fórmula 1 tiene como patrocinadores principales a Aramco (empresa de todo el mundo que más gases ha emitido a la atmósfera desde los 60), Amazon Web Services (cuya matriz, Amazon, emitió 71.000 millones de toneladas métricas de CO2 en 2021), Crypto.com, la empresa de cruceros MSC Cruises y la aerolínea Qatar Arways.

En cuanto a las propias escuderías, Petronas patrocina a Mercedes, BP a Alpine, y Aramco a Aston Martin. A Ferrari la patrocina la gigante de los combustibles fósiles Shell; también Banco Santander, continuamente señalada por financiar proyectos fósiles.

Además, la competición también se encuentra bajo influencia de las petromonarquías árabes: en los últimos años, el campeonato ha empezado en Baréin y terminado en Emiratos Árabes Unidos.

¿Cuál es la huella ambiental de la Fórmula 1?

Contrariamente a lo que se pueda pensar, el impacto directo de los motores de los coches de competición es tan solo del 0,7% del total de la huella de carbono de la Fórmula 1. De hecho, el Ingeniero ICAI y profesor de motores en Grado y Master de Competición en la Universidad Antonio de Nebrija, Juan De Norverto Moríñigo, estimó que el consumo de cada monoplaza es de unos 46 l/100 km, por lo que cada coche emitiría unos 230 kg de CO2 por carrera. Lo mismo que emite un turismo en 2.000 km.

Según la propia F1, las emisiones en 2018 fueron de 256.551 toneladas de CO2 equivalente repartida en la logística de transportar todo el equipamiento, que representa el 45%; los viajes del equipo y empleados, con un 27,7%; oficinas y fábricas, con un 19,3%; operaciones en los eventos, 7,3%; y, por último, el ya mencionado 0,7% de la quema de combustible de los monoplazas. 

Cabe destacar que en las más de 250.000 toneladas de CO2 que se estiman no se incluye el impacto del público, lo que elevaría las emisiones hasta casi 2 millones de toneladas de CO2. Una cifra que refleja la necesidad adicional de descarbonizar los desplazamientos hasta los propios circuitos.

Los pilotos, por lo general, no hablan de este enorme impacto climático. Pero hay otros que sí. Es el caso del alemán Sebastian Vettel, retirado desde el año pasado. En una entrevista para el programa Question Time de la BBC, el cuatro veces campeón de la Fórmula 1 decía: «Hay preguntas que me hago todos los días y no soy un santo. Algunas cosas están bajo mi control y otras no». Y añadía: «Cuando me bajo del coche, por supuesto que también pienso: «¿Es esto algo que deberíamos hacer, viajar por el mundo, desperdiciando recursos?»».

Vettel, que también suele posicionarse en defensa de los derechos LGTBI, se presentaba en diferentes carreras con camisetas con mensajes climáticos como «Miami 2060, primer gran premio bajo el agua. Actúa ahora o nada después», «Todos los días son viernes por el futuro», «Justicia climática ahora» o «Agua = vida». También durante el GP celebrado en Canadá el año pasado, llevó una camiseta y un casco donde pedía acabar con las explotaciones petrolíferas de la provincia de Alberta, una acción que le reprochó la propia responsable de Energía de la región.

¿Hacia la sostenibilidad o hacia el greenwashing?

La propia organización de la Fórmula 1 ha afirmado ser conocedora de su impacto ambiental y estar trabajando en ello. Entre sus intenciones se encuentran la neutralidad en carbono para 2030 y que todos los eventos de la F1 sean sostenibles para 2025. El presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) afirmó que «su compromiso con la protección ambiental global es crucial». En sus metas para 2030 también encontramos «logística y viajes ultra eficientes y con bajas o cero emisiones de carbono».

Sabiendo que la logística y transporte de equipos y equipamiento en su conjunto representan casi tres cuartas partes de las emisiones, y conociendo las «intenciones» de apostar por la sostenibilidad de este deporte, solo se entiende que la ineficiencia del calendario de carreras se deba una vez más a que se han querido subir a la ola del lavado verde de cara. Realizando las carreras de la forma más eficiente posible y acortando las distancias de los viajes podrían reducir los desplazamientos hasta en 70.000 km, lo que sí tendría un impacto real en su huella y no las intenciones de usar combustible 100% «sostenible» para 2030 ni la ineficaz compensación de emisiones de carbono.

La Fórmula 1 empezó en 2019 su carrera por el Net Zero en 2030 y la sostenibilidad. Sin embargo, a día de hoy, parece ser que el objetivo todavía está en boxes.

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COMENTARIOS

  1. Un verdadero escándalo, y tan culpables son los que promueven el evento como los que nos callamos y permitimos un gasto inútil de materia prima, un considerable perjuicio al Planeta, sólo para entretenimiento de gente inconsciente, ni siquiera para algo necesario.

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