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En 2021, la multinacional Nueva Pescanova anunció un nuevo proyecto: la creación de la primera granja de pulpos del mundo. La infraestructura se situaría en el puerto de Gran Canaria, tendría capacidad para producir más de 500 toneladas de pulpo al año y abriría en verano del 2023. El momento ha llegado y varias entidades ecologistas, arropadas por la indignación que generó en su momento la noticia, vuelven a insistir al Gobierno que no apoye este proyecto «cruel e insostenible».
La principal motivación de la compañía gallega para llevar acabo esta granja es la gran demanda. El consumo de pulpo anual medio en España ronda las 30.000 toneladas, aunque de ellas solo el 20% corresponden a capturas nacionales, según el informe del Observatorio Europeo del Mercado de Productos de Pesca y Acuicultura (Eumofa) de 2020. Asimismo, España (y especialmente Galicia) es uno de los principales exportadores de pulpo a nivel internacional.
Compassion in World Farming (CIWF), WWF, Greenpeace y Ecologistas en Acción pidieron por escrito en mayo de 2022 al Gobierno de Canarias que rechazara la propuesta. Pero ha seguido adelante. La empresa afirma que “la acuicultura [la cría de animales acuáticos para la alimentación] es la solución para asegurar un rendimiento sostenible” y que permitirá “repoblar la especie de pulpo en el futuro”. A la hora de presentar el proyecto, pidió la financiación del Fondo Europeo de Recuperación. No obstante, las entidades ecologistas defienden la incompatibilidad de la idea con las políticas verdes de la Unión Europea.
El próximo 3 de septiembre han convocado una protesta en Madrid frente al Congreso de los Diputados para seguir reclamando que no se dé luz verde a este proyecto.
La granja de pulpos, ¿una nueva macrogranja?
«La acuicultura no es la solución a la sobrepesca ni al hambre en el mundo«. Este es el principal argumento en contra de la granja de pulpos. «Debido a que los pulpos son carnívoros, necesitan ser alimentados con grandes cantidades de proteína animal, incluidos pescados y crustáceos», explicaba Greenpeace en un comunicado. «Se necesitaría un total de tres kilos de proteína animal para alimentar cada kilo de pulpos, una práctica completamente insostenible ya que contribuiría a una situación de sobrepesca aún mayor en los océanos del mundo».
Los impactos ambientales de esta práctica van más allá de eso. La contaminación por nitrógeno y fósforo liberados por las heces y la descomposición de los alimentos; la contaminación por fertilizantes, alguicidas y desinfectantes; el entrecruzamiento y transmisión de enfermedades entre peces escapados de las jaulas y variedades silvestres… Estos son algunos de los efectos negativos que, según la entidad ecologista, tendría este espacio. Por ello lo comparan con las macrogranjas.
Sin embargo, Roberto Romero, director general de Acuicultura de la multinacional, explicaba este marzo en RTVE que «en el mundo se consumen de 300.000 a 380.000 toneladas de pulpo anuales, y toda esa presión, que está en aumento, se produce sobre los caladeros, por lo que las pescas están cayendo». Por ese motivo, defendía, «mientras haya demanda de alguna proteína animal, cultivarla será una de las mejores formas de obtenerla«.
«Cuando debemos volcarnos en una transición ecológica justa en todos los sectores económicos, incluida la producción de alimentos de origen marino, vemos que hay empresas que se mueven en la dirección contraria«, sostiene Raúl García, Coordinador de pesquerías de WWF.
Una práctica poco ética
Este proyecto no solo tiene el rechazo de las entidades ecologistas; también de la comunidad científica. Se ha demostrado a través de varios estudios que los pulpos son seres inteligentes y complejos capaces de sentir dolor.
Según se pudo saber a través de unos documentos confidenciales expuestos en la BBC, Nueva Pescanova quiere alojar a estas criaturas en 1.000 tanques comunitarios en un edificio de dos plantas en el puerto. En estos papeles también se describía cómo serán sacrificados: colocándolos en recipientes de agua a congelada para que mueran en cuestión de segundos por «shock térmico».
La ciencia también ha demostrado que esta práctica es lenta y dolorosa para el animal. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria desaconseja su uso en algunas especies de peces, aunque es habitual en acuicultura. La multinacional española negó al medio británico que los pulpos vayan a sufrir.
Asimismo, los pulpos son solitarios por naturaleza. Juntarlos en un espacio reducido, tal como explican las organizaciones ecologistas, podría provocar episodios de agresión por territorialismo e incluso canibalismo. Greenpeace también advierte de que, al no haberse criado nunca comercialmente, no existe una legislación para proteger su bienestar en las granjas y tampoco existe un método de sacrificio humanitario aprobado científicamente.
MUNDO CRUEL, LA CAZA.
¿Por qué le llaman deporte a matar a seres indefensos?
Forman parte y enriquecen la biodiversidad, están cumpliendo su función, que es más positiva e inofensiva que la actividad humana.
¿por qué permitimos a los cazadores que empobrezcan a la Madre Tierra, por qué les permitimos que acaben con la vida de los hijos indefensos de la naturaleza, con qué derecho, por la ley del más cafre? .
La naturaleza les ha dado la vida, igual que a nosotros, y debemos respetarla y agradecer que estén cumpliendo su función que nos enriquece a todos, ámbos somos compañeros de camino.
¡Que valientes los cazadores!, como lección y escarmiento sería de justicia que otro cafre, ya no digo que los matara; pero sí que les diera unos perdigonazos en el brazo o dónde los hiciera definitivamente incapacitados para cazar.
¿Cruel yo?. Ellos, los cazadores son los crueles.
Declive de las poblaciones y aumento de las capturas
Según los datos sobre las tendencias obtenidos del programa SACRE 2021, durante el periodo de 1998-2021, las poblaciones de codorniz común, Ave del Año 2020, sufrieron sufrido un declive de más del 50% a nivel estatal
De acuerdo con los datos estadísticos sobre el número de capturas ofrecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, la tendencia general es de un aumento anual de las capturas de codorniz común desde 2005 a 2019. No obstante, se siguen cazando una media de más de 1.150.000 codornices al año, lo que resultan cifras del todo insostenibles.
El caso de la tórtola europea, especie tradicionalmente objeto de caza durante la media veda, también es especialmente preocupante. SEO/BirdLife solicitó en mayo del año 2015 al ministerio competente en materia de medio ambiente, la catalogación de la tórtola como especie Vulnerable a nivel nacional. Su situación de declive llevó a la Comisión Europea a abrir en 2019 a España un proceso de infracción por seguir permitiendo la caza de esta especie y por no proteger adecuadamente su hábitat. A raíz de este proceso se acordó una moratoria de su caza, que se ha atendido de forma irregular por las Comunidades Autónomas y que debería de aplicarse en todo el territorio.
“El impacto ambiental de este tipo de explotaciones es altísimo, con contaminación por el uso de compuestos químicos como fertilizantes, alguicidas, antibióticos o desinfectantes. Estas consecuencias no afectan solo a la zona en la que se sitúa la granja, sino a muchas otras, incluso muy lejanas, comunicadas por las corrientes marinas”, explica Taïme Smit, representante de Acción Océanos. “Si lo que queremos es recuperar las poblaciones de pulpos en sus ecosistemas, existen otras maneras más éticas y sostenibles de hacerlo. Esta campaña es, por tanto, una llamada a la acción por parte de la población española y europea para prohibir a nivel europeo la cría de pulpos en granjas marinas, una práctica innecesariamente cruel y poco sostenible”
«La cría en cautividad de pulpos no es la solución para la sobreexplotación de las poblaciones salvajes, como nos intenta hacer creer la industria. Los pulpos se alimentan de pescado y harina de pescado, por lo que se generaría una sobreexplotación de otros recursos pesqueros que contribuiría, además, a la degradación de los ecosistemas marinos. La verdadera solución es realizar una evaluación y gestión pesquera de las poblaciones de pulpo para que los stocks se recuperen”, afirma Marta Martín-Borregón, responsable de océanos de Greenpeace España.
“Sabemos que toda campaña que lucha por evitar el sufrimiento de los animales se enfrenta a grandes intereses económicos, y en el caso de la granja de pulpos de Canarias no podría ser diferente” Cristina Ibáñez-AnimaNaturalis.