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Al poco de terminar sus estudios, Holly Alpine empezó a trabajar en Microsoft. Poco a poco, se vio involucrada en todo tipo de iniciativas internas para mejorar la sostenibilidad de la compañía y contribuir a la lucha contra el cambio climático. Entre otras cosas, creó un grupo para la participación de los empleados en la sostenibilidad de Microsoft y un programa de sostenibilidad ambiental comunitaria para mejorar la relación con las personas que vivían en el entorno de los centros de datos de la compañía.
Después, un día, dijo basta. Ella y otro compañero decidieron dimitir tras darse cuenta de que la empresa para la que trabajaban era el gran suministrador tecnológico de la industria de los combustibles fósiles. Y de que Microsoft no tenía intención de cambiar las cosas. Ahora trabaja de forma externa para seguir presionando a las empresas tecnológicas para que sean parte de la solución y no contribuyan a enquistar el problema de la dependencia del petróleo y el gas.
¿Qué razones la llevaron a querer trabajar para Microsoft en primer lugar?
En la universidad conocí a gente que había trabajado allí y la empresa tenía una buena reputación. Era 2014 y no sabía mucho sobre las políticas de sostenibilidad de Microsoft. Sin embargo, desde el principio me dejaron trabajar con el resto de compañeros para hacer de Microsoft una empresa más sostenible. Eso fue lo que me hizo quedarme durante casi una década. Es increíble la cantidad de gente que trabaja allí para desarrollar soluciones innovadoras y sostenibles.
¿Qué pasó, entonces?
Tenía la sensación de que había mucha gente en la empresa que se preocupaba por el cambio climático y por cómo solucionarlo. La comunidad que creamos para debatir sobre sostenibilidad en Microsoft tenía más de 10.000 trabajadores inscritos. Había muchas cosas en marcha y podemos decir que la empresa nos apoyaba bastante. No es que nos pagasen extra ni reconociesen formalmente el trabajo, el apoyo podía haber sido más consistente, pero bueno, los directivos se reunían con nosotros y escuchaban nuestras propuestas. Sin embargo, lo que hizo que quisiese dejar la empresa fue la inconsistencia entre lo que Microsoft decía que quería hacer, sus objetivos climáticos y de sostenibilidad, y lo que realmente hacía. Una parte importante del negocio de Microsoft es utilizar las nuevas tecnologías y, en especial, la inteligencia artificial, la computación en la nube y el internet de las cosas [IoT, por sus siglas en inglés] para optimizar los trabajos de la industria de los combustibles fósiles. Es decir, usar tecnología para encontrar nuevos yacimientos, extraer más petróleo, refinar más productos y vender más.
¿Qué hizo cuando descubrió esto?
Para mí, esta realidad era totalmente opuesta a la empresa que creía que era Microsoft. Fue angustioso darme cuenta de que una parte de mi sueldo venía del dinero de la industria del petróleo y del gas. Así que, junto a un par de compañeros, empezamos una iniciativa interna para analizar las emisiones de gases de efecto invernadero que generaba la tecnología de Microsoft en las empresas de combustibles fósiles. Si esas emisiones solo se producen por tu tecnología, entonces tú eres responsable de ellas. La parte más graciosa, o no, era que Microsoft tenía una posición pública muy clara sobre que toda su tecnología beneficiase a todo el mundo y al planeta en sí mismo. Nosotros pensábamos: “Por favor, que alguien nos explique cómo producir más petróleo beneficia al planeta”. Era muy hipócrita por su parte. Durante varios años, trabajamos internamente, llegamos a escribir un informe y propusimos soluciones para cambiar las cosas. Llegamos incluso a reunirnos con los directivos de la compañía.
¿Cuál fue su respuesta?
Nos escucharon y mostraron su acuerdo con la mayoría de nuestras propuestas, pero dijeron que, aunque les encantaría poder implementarlas, en ese momento no era posible. Es una cuestión de prioridades. Al final, los compromisos climáticos y los objetivos de sostenibilidad estaban lejos de cumplirse. Finalmente, sentí que ya no tenía sentido lo que estaba haciendo allí, que la presión interna ya no daba más de sí y que tenía que empezar a presionar desde fuera. Por eso abandoné la compañía.
En sus años en Microsoft colaboró, entre otras cosas, en la elaboración de los principios energéticos de la empresa, una especie de guía para que la relación con la industria petrolera impulsase la reducción de emisiones.
Sí, de hecho, cuando me fui, envié una carta explicando mis razones y la jefa de sostenibilidad me dijo, entre otras cosas, que seguirían cumpliendo esos principios. El problema es que esos principios tienen lagunas importantes que Microsoft no quiere solucionar. Por ejemplo, uno de los principios dice que Microsoft solo facilitará sus tecnologías a empresas que tengan el objetivo de alcanzar el cero neto en 2050. Es una fecha demasiado lejana y sin objetivos intermedios. Las empresas que tienen ese objetivo ni siquiera tienen un plan para cumplirlo. Sin embargo, la gran laguna estaba en la letra pequeña. El objetivo de cero neto solo hacía referencia a las emisiones de alcance 1 y 2, que son las que tienen que ver con las que genera directamente la empresa en su actividad. Por ejemplo, los desplazamientos de sus directivos o el consumo energético de sus edificios. Pero dejaban fuera el alcance 3 [que mide todas las emisiones indirectas que se producen en la cadena de valor de la empresa y sus productos]. Ahí la industria petrolera acumula más del 90% de sus emisiones. Otro principio es el de aumentar la inversión en sectores con pocas o nulas emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, cuando solicitamos indicadores para conocer cuánto se había avanzado, no los obtuvimos. Al final, incluso han acabado por admitir que no van a cumplirlo. Y así todo.
Por lo que dice, parece que todo es más una estrategia de greenwashing que una intención real de reducir el impacto medioambiental de la compañía.
Eso es lo que parece, desde luego. Es una estrategia bastante engañosa para los accionistas, los empleados y el público en general.
Además de ayudar a la industria de los combustibles fósiles con su tecnología, el propio consumo energético de Microsoft (y otras tecnológicas) está aumentando a medida que aumentan sus centros de datos y se desarrolla la inteligencia artificial (IA). ¿Es posible que una compañía tecnológica sea sostenible?
Hay cosas que pueden hacer. Por ejemplo, pueden elegir vender y utilizar solo las soluciones de IA que son realmente útiles. Sin embargo, en Microsoft, el objetivo es usar y vender IA siempre, encaje o no, sea o no necesario. Eso implica un gran desperdicio de recursos.
Cuando trabajaba en Microsoft, ¿había otros compañeros que compartían su punto de vista?
Sí, muchos. Hicimos encuestas y descubrimos que muchos trabajadores también veían que la colaboración de Microsoft con la industria fósil era profundamente hipócrita y que creían que la empresa tenía que enfocarse en impulsar las energías limpias. Esos empleados eran conscientes de que, por mucho que Microsoft tuviese principios y objetivos de sostenibilidad, un solo contrato con una petrolera lo echaba todo a perder. Hay mucha gente en la compañía que quiere trabajar para lograr un cambio positivo. Pero luego hay cosas que le quitan a uno las ganas. Por ejemplo, hay un artículo en LinkedIn escrito por un ejecutivo de Microsoft en el que directamente habla de cómo las nuevas tecnologías han abierto un horizonte de posibilidades para la industria del petróleo y el gas. Este tipo de cosas te abren los ojos, entiendes para qué se están usando realmente tecnologías como la inteligencia artificial o el aprendizaje automático. La tecnología de Microsoft hace posible explotar yacimientos antes inaccesibles y optimizar las tareas de exploración y producción de petróleo.
¿Diría que la presión de los trabajadores para cambiar estas cosas está aumentando en Microsoft?
Diría que muchos empleados siguen presionando para que la empresa cumpla sus compromisos climáticos. Como no trabajo allí, realmente no sé qué está pasando, pero diría que las presiones de los trabajadores están aumentando en todo el sector tecnológico. Puede que Microsoft sea el mayor proveedor de servicios en la nube para la industria fósil, pero el debate alrededor del cumplimiento de los objetivos climáticos se está dando en todas las tecnológicas.
¿Tienen los empleados poder para cambiar la estrategia de una compañía?
Creo que sí. Necesitan ser tenaces y tener coraje, pero, si los empleados presionan y señalan las inconsistencias de la estrategia climática de sus compañías, utilizando todos los canales que tengan a su alcance, tienen mucho poder. Nosotros conseguimos que la directiva de Microsoft, una de las compañías con más valor de mercado del mundo, se reuniese con nosotros y nos escuchase.
Tras su experiencia en Microsoft, cuando escucha a una compañía anunciarse como sostenible, ¿qué piensa?
Pienso en todo el margen que hay para que esos objetivos y compromisos se cumplan. Pienso en si tendrán planes concretos para alcanzar sus metas, planes que cubran todas las actividades y los impactos de la compañía. Por ejemplo, Microsoft tenía una estrategia de sostenibilidad, pero después los equipos de ventas se guiaban por otra estrategia diferente. Y pienso en si tendrán indicadores transparentes que permitan seguir el progreso de sus estrategias. También es importante que incentiven a los empleados que trabajan en favor de la sostenibilidad y que sigan estándares claros de descarbonización, porque quedarse solo con un objetivo de cero neto a largo plazo es algo demasiado vago.
Esta entrevista fue traducida y editada de una conversación en inglés
El Ártico se está calentando 3-4 veces más rápido que el resto del mundo y ahora las profundidades de su océano están a punto de ser explotadas con fines de lucro.
A principios de este año, Noruega anunció sus planes de explotar el lecho marino del Ártico en busca de minerales , a pesar de las advertencias de científicos de todo el mundo. La minería del lecho marino, especialmente cerca de los respiraderos hidrotermales, podría causar daños irreversibles y alterar todo el ecosistema. Las profundidades marinas del Ártico están en gran parte inexploradas, por lo que las especies podrían perderse aquí incluso antes de que se hayan descubierto.
No podemos permitir que Noruega destruya uno de los ecosistemas más remotos, antiguos e intactos del mundo.
El gobierno de Noruega ha dicho que quiere ser un líder mundial en la minería de aguas profundas. Las licencias mineras para el Ártico podrían otorgarse el próximo año, por lo que debemos tomar medidas ahora mismo.
Imagínese si pudiéramos retroceder en el tiempo y detener la industria petrolera antes de que comenzara. Esta es una oportunidad única en una generación para evitar que otra industria extractiva dañe nuestros océanos.
Necesitamos que el mayor número posible de personas den la voz de alarma sobre este tema y hagan oír sus voces.
Solo se necesitan 2 minutos para enviar un correo electrónico directamente a Jonas Gahr Støre, el primer ministro noruego.
El poder popular ha ganado tantas batallas para proteger la naturaleza a través de la protesta pacífica. Al enviar un correo electrónico al gobierno noruego, puedes ayudar a proteger el Ártico dondequiera que estés en el mundo.
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