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La gala de los premios Goya, celebrada el pasado sábado en Granada, dejó varios momentos en los que los premiados hicieron referencia a la crisis climática. No fueron muchos, porque no es un tema que interese demasiado al cine español. Pero los hubo, como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el terrible drama que Valencia vivió el pasado mes de octubre.
«Venimos sintiendo el cambio climático desde hace varios años. No sólo sintiéndolo sino sufriéndolo. En todo el mundo. Es imparable», dijo el actor Miguel Ángel Silvestre antes de presentar el premio a la mejor fotografía. Tras él, las pantallas ofrecían imágenes del desastre: el deshielo de los casquetes polares, los incendios que devastaron Los Ángeles, las sequías que se están multiplicando por el mundo y, claro, Valencia. La dana dejó 224 muertos a su paso por Paiporta, Picanya, Catarroja…
«La semana pasada leí algo sobre la naturaleza que me pareció precioso. Decía que el hombre se sentía a gusto en la naturaleza porque la naturaleza no le juzga. Lo único que hace la naturaleza es encontrar su equilibrio como sea, con toda la fuerza que necesite», explicó el actor valenciano ante un auditorio que escuchaba con gravedad. «Sueño con un futuro en el que estas imágenes no vuelvan a suceder», dijo Silvestre ante una trágica proyección de fotos que mostraban cauces desbordabos, pilas de coches arrollados y calles enfangadas en su tierra.
Migrantes climáticos
David Baute, director de Mariposas negras, recogió el Goya a la mejor película de animación y pidió a las administraciones y a los organismos internacionales que reaccionen ante una realidad sangrante: «La figura del refugiado climático sigue sin ser reconocida. Este premio va por ellos y por un mundo más habitable».
Su película es un documental de animación que narra la historia de tres mujeres desplazadas (de la India, África y el Caribe) a causa de los estragos producidos por la crisis climática. Para ellas, que lo perdieron todo, no hay reconocimiento institucional. «Por cuestiones religiosas o conflictos bélicos sí que está reglado – contaba el director en una entrevista para Climática–, pero no se puede pedir asilo por un desastre climático como, por ejemplo, una sequía prolongada».
El productor de la película, Edmon Roch, reconoció ante el público que hasta que Baute acudió a él con esta historia, hace nueve años, lo desconocía todo respecto a los migrantes climáticos. «Yo no sabía entonces que no existía la figura del refugiado climático. Yo no sabía que la principal causa de migración en el planeta era el calentamiento global», confesó.
«Desgraciadamente, por culpa de muchas personas tibias y negacionistas, estamos peor ahora que hace nueve años», aseguró Roch, quien pidió a las administraciones y a las empresas más compromiso en la fase de la prevención. «Más allá de lo importante que es reparar los daños causados por el calentamiento derivado del cambio climático y por las grandes catástrofes climáticas, más importante que todo eso, es evitar estas catástrofes», añadió.
Los migrantes, tanto los climáticos como el resto, también fueron recordados por Roch en la gala: «Los migrantes son unas figuras que están criminalizadas cuando, en realidad, son víctimas. Tenemos que estar a su lado. A las víctimas se las acoge y se las protege, no se las culpabiliza». Su discurso, de alguna manera, anticipaba el que luego leyó Agustín Almodóvar en representación de su hermano Pedro.
Un mundo que agoniza
En palabras del director manchego, su película La habitación de al lado habla de «la agonía de una mujer en un mundo que también agoniza». El personaje de John Turturro en esta cinta es el responsable de que Pedro Almodóvar haya aprobado el «test de Bedchel climático» planteado por Jose A Cano como previa a la ceremonia de los Goya. «No hay nada que pueda acelerar más el final del planeta que la supervivencia del neoliberalismo y el auge de la extrema derecha», dice en un momento del filme, en el que interpreta a un pesimista activista medioambiental. «Esta secuencia la rodamos siete meses antes de que la advertencia de Turturro se hiciera realidad en estas últimas elecciones americanas», se lamentaba Almodóvar.
«No hay nada que pueda acelerar más el final del Planeta que la supervivencia del neoliberalismo y el auge de la extrema derecha».
Si todos lo tuviéramos tan claro como Almodóvar….
El neoliberalismo seguirá existiendo mientras la sociedad consumista lo siga alimentando y los medios de comunicación sigan incitando al consumo innecesario.
Nos vamos al garete; pero asusta la inconsciencia colectiva existente.
Los responsables de este montaje serán los últimos en irse o seguramente ya tienen previsto un plan de salvamento.
Los refugiados climáticos son los que menos culpa tienen del cambio climático, o ninguna culpa, sin embargo, son las principales víctimas. Clama al cielo, que los países capitalistas que lo han producido tienen el deber moral de acogerlos.