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Las parejas de cálao de casco negro se ponen en marcha con la lluvia. Y no porque les guste especialmente el agua. Saben, en su interior, que el inicio de la temporada lluviosa marca también la cuenta atrás para que el bosque tropical alcance su máxima producción de fruta. Su reloj interno está sincronizado con el tic-tac de la selva africana y, cuando llega el momento adecuado, les envía una señal clara que pone en funcionamiento un proceso perfeccionado por milenios de evolución: seguid las lluvias, buscad un árbol con un hueco lo suficientemente grande, construid vuestro nido, apareaos y proteged vuestros huevos.
Así, cuando los polluelos de cálao de casco negro (Ceratogymna atrata) rompan el cascarón, habrá fruta en abundancia con la que alimentarlos. La fruta es tan importante en el ciclo reproductivo de esta ave gigante de los bosques tropicales africanos que los cálaos eligen con precisión los años en los que traer descendencia al mundo (y los años en los que esperar). Si llueve poco, no se aparean, previendo que la disponibilidad de alimento no sea suficiente para criar a su prole.
El cálao de casco negro es un ave de gran tamaño, que alcanza los 70 centímetros de largo y hasta dos kilos de peso. Es negra casi por completo, con carnosidades de color azul alrededor de los ojos. Además, las hembras tienen una capucha de plumas marrón. Su característica más distintiva, que la identifica como una integrante más de la familia de los cálaos, es una estructura de casco que desarrolla en el pico al madurar. Es también un ave monógama y muy ruidosa: su canto, similar a un rebuzno, puede oírse a más de dos kilómetros de distancia.
Es cierto que a veces se alimenta de pequeños insectos e incluso asalta los nidos de otras aves, pero la fruta conforma el 90% de la dieta del cálao de casco negro. Tiene una debilidad especial por los higos y las nueces de la palma aceitera, pero no le hace ascos a casi nada, ya que se alimenta de los frutos de más de 20 familias de especies de plantas diferentes. Esto lo convierte en el gran jardinero del África Subsahariana (está presente en una franja discontinua de bosque que se extiende desde Sierra Leona y Liberia en el oeste hasta Angola en el sur y Uganda en el este). Allí donde quedan poblaciones saludables de esta especie, son capaces de dispersar unas 12.700 semillas de gran tamaño por kilómetro cuadrado de bosque, contribuyendo así a conservar servicios ecosistémicos de los que nos beneficiamos todos.
El cálao es esencial para el bosque y el bosque es esencial para el cálao. Pero esta relación no atraviesa su mejor momento. El avance de la deforestación por la expansión de las tierras agrícolas y los espacios urbanos, los proyectos extractivos de minería y producción energética y la caza han empezado a hacer mella en una especie que, hasta hace poco, disfrutaba de cierta estabilidad. La última actualización de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la ha incluido por primera vez en el apartado de especies casi amenazadas: su ritmo de desaparición va de la mano del de la desaparición del bosque.
Su situación, claro, no es única. Tras nueve años de trabajo, la UICN ha concluido que 1.256 de las 11.185 especies de aves evaluadas están amenazadas a nivel mundial y que el 61% muestra poblaciones en declive. Las causas, como en el caso del cálao, son siempre las mismas, la expansión de los usos humanos de la tierra y la contracción de los grandes bosques del planeta.





‼️ Condena por la muerte de cuatro ibis eremitas por caza ilegal.
Es una de las aves más amenazadas del mundo.
Hace siglos, formó parte de la fauna europea. Se cree que llegó a vivir en casi toda la cuenca Mediterránea y países alpinos, pero fue objeto de una intensa caza, su hábitat fue destruido y se extinguió.
En la actualidad, tan sólo subsiste una colonia totalmente silvestre y autosuficiente en Marruecos.
En España, tenemos ibis en libertad desde 2005, gracias a su reintroducción en la provincia de Cádiz.
Y, sin embargo, la caza ilegal sigue siendo la amenaza que pone más en riesgo la supervivencia de las pocas parejas que existen hoy en nuestro país.
Por eso esta noticia es especialmente importante: un juzgado de Badajoz ha dictado sentencia condenatoria contra una persona por la comisión de un delito contra la fauna, tras abatir a tiros a cuatro ibis eremitas en agosto de 2019.
Desde SEO/BirdLife hemos ejercido la acusación popular en el proceso y celebramos la resolución porque reconoce la gravedad de la caza ilegal de especies protegidas.
Pero, sobre todo, lo celebramos porque día a día comprobamos que cada acción cuenta:
cada caso que llevamos a los tribunales,
cada nido que salvamos,
cada espacio natural que recuperamos,
TODO cuenta para mejorar la conservación de las aves y para defender la naturaleza de la que dependen ellas y de la que dependemos todos.
Necesitamos a personas comprometidas a nuestro lado para que esta red de defensa sea cada vez más grande y poderosa.