‘Pan troglodytes’ o cómo redefinir qué significa ser humano

Los chimpancés son nuestro pariente vivo más cercano, junto a sus primos los bonobos. Jane Goodall, recientemente fallecida, pasó gran parte de su vida acompañando a estos grandes simios y aprendiendo con ellos.
‘Pan troglodytes’ o cómo redefinir qué significa ser humano
Foto: ilustración de Atxe.

El animal favorito de Jane Goodall no era el chimpancé. “Se parecen demasiado a las personas. Hay chimpancés agradables, pero también los hay muy desagradables. Justo como las personas”, solía contar. Tampoco le interesaban demasiado cuando, en julio 1960, llegó a orillas del lago Tanganica (en lo que hoy es Tanzania) para estudiarlos en estado salvaje. Tenía 26 años y solo quería vivir en África. Ni siquiera tenía formación como bióloga ni estaba entrenada en el método científico. Pero quizá gracias a todo ello Goodall observó a los chimpancés como nadie había hecho nunca. Con el tiempo, acabó cambiando la forma en la que vemos a los animales (y a nosotros mismos).

Los chimpancés (Pan troglodytes) son nuestro pariente vivo más cercano, junto a sus primos los bonobos. Todos tuvimos un ancestro común hace (solo) unos 4,5 millones de años y con ellos compartimos el 98,7% del material genético. Caminan normalmente sobre sus cuatro extremidades, pero también manejan el bipedismo. Y tienen un pulgar oponible en manos y pies, lo que les sirve para agarrarse mejor, pero también para tener más precisión. Hasta ahí, la lista de lo que se ve a simple vista. Goodall, sin embargo, fue más allá: con su mítica libreta en la mano, se pasó el resto de su vida acompañando a estos grandes simios y aprendiendo con ellos.

La primatóloga británica, que falleció la semana pasada a los 91 años, mostró al mundo por primera vez cómo los chimpancés usaban una pequeña rama para pescar termitas de un termitero. No era una rama cualquiera, además, sino una que elegían y preparaban con anterioridad. Es decir, nos enseñó que eran capaces de preparar y usar sus propias herramientas. Con el paso de las décadas, el equipo de Goodall también comprendió que los adultos pasaban este y otros conocimientos a los más jóvenes, reuniendo evidencias sólidas de una cultura chimpancé que cambiaba entre los diferentes grupos sociales.

Los chimpancés, además, cooperan y se coordinan para multitud de tareas de su día a día (incluida la guerra entre clanes). Y, aunque pueden tener comportamientos violentos para establecer sus jerarquías y proteger su territorio, también son capaces de mostrar compasión: consuelan a otros individuos de su grupo cuando están en periodo de duelo y se hacen cargo de los huérfanos. Nuestros primos lejanos tienen personalidades, construyen estructuras, mantienen una comunicación compleja, conocen plantas medicinales con las que se curan… La lista de cosas que nos enseñó Goodall de los chimpancés (y que creíamos exclusivamente nuestras) a lo largo de casi 70 años de investigación podría seguir durante un buen rato.

Pero quizá lo más importante de todo no sean los hallazgos concretos, sino que sentó las bases para mirar la naturaleza con otros ojos y, de paso, para replantearnos qué significa ser un humano. Su animal favorito, por cierto, era el perro.

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