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La Osa abrió sus puertas en tiempos de adversidad. Concretamente, en diciembre de 2020, poco antes de que estallara la pandemia y la borrasca Filomena. Sus fundadores decidieron arriesgarse y desplazaron su anterior local del centro de Madrid al distrito de Tetuán, donde lo ampliaron hasta convertirlo en una superficie de más de 800 m2 en la que ahora venden productos mayoritariamente ecológicos.
Ese es el origen de uno de los supermercados cooperativos y participativos que existen alrededor del territorio español. Supermercados que se distinguen del resto por su dinámica. En ellos, una persona invierte una cantidad variable de capital, que va desde los cincuenta a los cien euros, para convertirse en copropietaria. Pero su aportación no se limita al dinero: también le dedica unas horas al mes a las tareas del lugar.
Existen diferencias entre los supermercados cooperativos españoles existentes, como son la cantidad de horas que las socias trabajan, los precios de los productos —que pueden llegar a ser hasta un 30% más baratos que en otro tipo de supermercados— o el grado en el que se involucran en las comisiones. Pero todos ellos se caracterizan por ser entidades sin ánimo de lucro y por escoger como referencia el modelo, generalmente importado del extranjero, que más se adapte a sus necesidades.
La Osa, por ejemplo, por el volumen y las características de Madrid, se inspira más en el conocido supermercado La Louve de París, que a su vez se inspiró en el Park Slope Food Coop de Nueva York, considerada la mayor cooperativa y supermercado participativo estadounidense, con casi 50 años de existencia y unos 17.000 miembros.
Los supermercados cooperativos se unen
Hace unas semanas se celebró en Zaragoza el evento que simbolizaba el inicio de una alianza para este tipo de entidades en España: la Red de Supermercados Cooperativos. Por ahora, la asociación cuenta con diez entidades —que representan más de nueve mil socias y socios consumidores— repartidas en once municipios diferentes, y espera alcanzar la veintena en menos de dos años.
La Red busca facilitar la creación de nuevos supermercados y dotar de herramientas a los ya existentes para que tengan en común una línea comunicativa, una imagen de marca, un sistema operativo, y una central de compra en la que poder hacer pedidos conjuntos. Para ello, han creado una web y un email de contacto para que cualquiera que quieran informarse y recibir asesoramiento sobre cómo impulsar una cooperativa y un local.
Para ello, tuvieron que buscar fuentes de financiación extranjeras. Porque si hay algo que las cooperativistas de estos supermercados echan en falta son las ayudas económicas provenientes de España. Y el proyecto finalmente llamó la atención de la Fundación Carasso, de origen francés, la cual aportará dinero durante los próximos dos años.
“Lo ecológico, como no ha estado muy difundido por las autoridades, está rodeado de la sensación de que sus consumidores somos ‘ecopijos’”, lamenta Villa, miembro del Consejo Rector de La Osa, uno de los supermercados cooperativos fundadores de esta alianza. Ese descuido de la alimentación responsable al que hace referencia el cooperativista dificulta que más gente se pueda unir a los supermercados. En especial la gente joven, que naufraga en la falta de independencia y recursos económicos.
A pesar de ello, el futuro de la Red es favorable por obligación. Los efectos del calentamiento global van en aumento, y en ello juega un papel determinante el sistema alimentario, que contribuyen con hasta el 30% de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial. En España, el impacto ambiental del modelo de consumo alimentario es un 26% superior a la media europea
Pero no todos son malas noticias. En los últimos años también ha crecido la concienciación sobre el impacto negativo que genera la forma que tenemos de producir y consumir. Cada vez son más las personas que buscan alimentarse de una manera sana, local y justa. La Red de Supermercados Cooperativos es una muestra de ello.
Esta es la realidad de los cerdos en granjas de ganadería intensiva en España, el primer productor europeo y el segundo exportador a nivel mundial. Más de 56,4 millones de cerdos fueron llevados al matadero en 2020, y el 95% de ellos fueron criados y engordados en explotaciones intensivas como las de las imágenes obtenidas.
Esta cifra aumenta año tras año. Las nuevas regulaciones ambientales y de bienestar animal hacen que se cierren granjas en Alemania y Países Bajos, pero España se fomenta su crecimiento casi sin límites.
La etapa de engorde empieza justo después del destete, a los 28 días de haber nacido, y dura hasta las 22 semanas de edad, cuando son enviados al matadero tras haber alcanzado el peso de venta según las demandas del mercado.
En las naves, los cerdos destinados a la producción de carne son estabulados en naves oscuras, sobre suelos de hormigón en condiciones de extremo hacinamiento. El confinamiento y la falta de estímulos impide el comportamiento natural de los cerdos.
Al contrario de lo que se cree, los cerdos son animales muy limpios que buscan lugares frescos, arroyos y charcos donde darse baños de lodo o descansar. Sin embargo, en las granjas no tienen otra opción que convivir con sus propias heces y con cadáveres como compañeros de celda. El aire que se respira es insalubre tanto para los propios cerdos, como para los trabajadores. Esta combinación de gases, polvo y partículas acaban causando lesiones en su sistema respiratorio.
Debido a las extremas condiciones en las que viven, los cerdos sufren úlceras, malformaciones, fracturas, tumores, problemas respiratorios, heridas y otras enfermedades. Esa es la realidad de los cerdos en España y nuestro compromiso es luchar por un mundo mejor para ellos y todos los animales. (AnimaNaturalis)
COMEMOS ANIMALES ENFERMOS Y PRETENDEMOS ESTAR SANOS.
En los últimos años el Mar Menor se ha convertido en el paradigma de los males que sufre el medioambiente, como consecuencia de los impactos descontrolados y desmesurados de la agricultura y la ganadería industriales.
Lamentablemente, no es el único lugar y cada vez hay más sitios contaminados por el uso indiscriminado de fertilizantes y excrementos animales, y nadie parece querer parar el problema con determinación.
Un problema grave de nuestro país es que tenemos poca agua, cada vez habrá menos y, la poca que tenemos, está contaminada y mal gestionada.
Durante años, en España se ha vivido una proliferación desmedida de regadíos y explotaciones ganaderas industriales que ha derivado en numerosas afecciones al medioambiente. Uno de los puntos donde más claramente se ha visto esta política ha sido en la cuenca del Segura y especialmente en la zona de influencia del Mar Menor. Allí, tras años de barra libre a la implantación de megainstalaciones de regadío y macrogranjas, la situación se ha vuelto tan insostenible que los vertidos derivados de estas actividades han prácticamente firmado la sentencia de muerte de la laguna salada más grande de Europa y la más representativa del litoral español.
El sector agrícola consume el 84% del agua que se consume en España.
La ganadería consume 48.000 millonede metros cúbicos de agua al año.
¿Quiénes se apropian del agua y propician su mala gestión?
La oligarquía del campo español
Amistades peligrosas: política y lobbies
Ganadoras colaterales del crimen del agua…
El crimen del agua, el crimen del Mar Menor (vídeo)
https://es.greenpeace.org/es/en-profundidad/el-crimen-del-agua-el-crimen-del-mar-menor/?utm_term=boton&utm_campaign=Agua&utm_medium=email&_hsmi=217154741&_hsenc=p2ANqtz–AeuWOiCQY
P.D.
Firma la petición para salvar el agua:
https://es.greenpeace.org/es/noticias/objetivo-salvar-el-agua/?utm_term=boton&utm_campaign=Agua&utm_medium=email&_hsmi=217154741&_hsenc=p2ANqtz-9DUV15MUDS3TNoEevSBrJZFMJkYGnCgt1Dvx0p
Hoy en día, Bayer-Monsanto y otras megaempresas deciden lo que cultivan los agricultores y lo que pagamos por las cosechas. Tienen ese poder porque se les concede el derecho exclusivo (con patentes) de plantar ciertas semillas. Ahora que el precio de la cesta de la compra se dispara y hay escasez de alimentos a nivel mundial, tenemos más motivos que nunca para preocuparnos.
Que nadie pueda saltarse las normas depende de la Oficina Europea de Patentes (OEP) y, más concretamente, de los ministerios de cada país de la UE que la dirigen. A esos ministerios les sería muy fácil guardar el informe en un cajón y olvidarse de él…No están acostumbrados al escrutinio público.
En 2020 la Oficina Europea de Patentes dictaminó que las plantas que se reproducen de manera convencional no pueden ser propiedad de nadie. Sin embargo, Bayer-Monsanto, Carlsberg y otros gigantes del sector dieron con la forma de echar por tierra esa victoria: resquicios legales que les han permitido seguir patentando semillas hasta la fecha.
Poner fin a esta situación está al alcance de los ministerios de la Unión: solo tienen que aclarar las normas.
¡envía un correo electrónico a la Oficina Española de Patentes y Marcas!
https://act.wemove.eu/campaigns/patentes-reunion-formal?action=mail&utm_campaign=20220628_ES&utm_me