COP29 en Bakú: otra cumbre del clima en un país adicto al fósil

Azerbaiyán, cuyas exportaciones dependen en un 90% del petróleo y el gas, alberga durante las próximas dos semanas una cumbre climática presidida por Mukhtar Babayev, ministro del país y extrabajador de la petrolera estatal Socar.
COP29 en Bakú: otra cumbre del clima en un país adicto al fósil
Foto: Estadio Olímpico de Bakú, lugar donde tendrá lugar las negociaciones de la COP29.

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Ha llegado el momento del año en que casi 200 países se dan cita en un recinto improvisado para debatir durante dos semanas qué hacer con la crisis climática en materia de mitigación, adaptación y financiación, entre otros temas. Del 11 al 22 de noviembre (seguramente algún día más, ya que siempre se alargan), la capital de Azerbaiyán, Bakú, será la sede de la COP29, la cumbre sobre clima anual celebrada bajo el paraguas de Naciones Unidas.

En los últimos años, las cumbres del clima han hecho más ruido por dónde se celebra y quién la dirige que por sus avances (que los ha habido). La COP28, la última, se celebró en Dubái (Emiratos Árabes Unidos), y la COP27, en Sharm el-Sheij (Egipto). Es decir, con Bakú serán tres años seguidos donde la cumbre más importante para debatir sobre cómo afrontar el calentamiento global es organizada por un país altamente dependiente del petróleo y gas, dos de os combustibles fósiles del calentamiento global.

En el caso de Azerbaiyán, el petróleo y el gas representan más del 90% de sus exportaciones y el 60% de los ingresos del Estado, según la Agencia Internacional de la Energía. Además, la Compañía Estatal de Petróleo de la República de Azerbaiyán (Socar), patrocinadora de esta cumbre, acordó recientemente con la Unión Europea aumentar las exportaciones de gas un 17% para 2026. Asimismo, junto a sus socios fósiles, Socar (cuyo presidente ha formado parte del comité organizador de esta COP) tiene previsto aumentar considerablemente la producción anual de gas del país.

Esto, no obstante, no tiene por qué influir en las negociaciones. O sí. El país anfitrión es el encargado de dirigir las negociaciones, por lo que es muy fácil (y tentador) llevar la conversación hacia un acuerdo de mínimos que no ponga en peligro tu imperio fósil. En la última COP, con un magnate de los combustibles fósiles al mando, no fueron pocas las polémicas en torno a su figura. Y paradójicamente, el gran avance en aquella reunión fue reconocer (con un lenguaje más light de lo previsto) por primera vez en casi tres décadas de negociaciones que hay que avanzar hacia un mundo sin fósiles. 

La COP29 estará presidida por Mukhtar Babayev, ministro de Ecología y Recursos Naturales de Azerbaiyán que pasó varias décadas trabajando para Socar, una de las patrocinadoras de esta cumbre. Entró en la petrolera en 1994 y fue su vicepresidente de Asuntos Ecológicos entre 2007 y 2010. El político azerbayano cuenta con experiencia en las cumbres del clima, ya que ha encabezado la delegación de su país en las últimas cinco ediciones. Según un documento de Wikileaks recogido por The Guardian, Babayev organizó la primera conferencia sobre ecología de la historia de Azerbaiyán.

Este mismo viernes, la BBC ha desvelado unas imágenes donde se ve al director ejecutivo de la COP29, Elnur Soltanov, promoviendo acuerdos sobre combustibles fósiles con un posible inversor haciendo valer su posición. Soltanov es viceministro de Energía de Azerbaiyán y miembro del Consejo de Supervisión de Socar.

Qué esperar de la COP29

Durante los primeros días de la cumbre, que dura dos semanas, asisten distintos líderes políticos de alto nivel y pronuncian un discurso. Por ahora, está confirmado que no estarán ni el todavía presidente estadounidense, Joe Biden, ni el canciller alemán, Olaf Scholz, quien ha cancelado su participación a última hora debido a la inestabilidad política de su gobierno. Quien presumiblemente sí acudirá será Pedro Sánchez. Aunque en los últimos días no ha acudido a distintas citas internacionales que tenía, se espera que el presidente español sí esté en Bakú.

A lo largo del resto de la primera semana se celebrarán múltiples actos, incluidas manifestaciones y concentraciones por parte de la sociedad civil. Mientras en la llamada zona azul (bajo el mando de la ONU) los equipos técnicos de los países avanzan en las negociaciones, en la zona verde (abierta a cualquier persona y bajo el mando del país organizador) se desarrollan todo tipo de charlas y eventos, con stands de países, empresas e instituciones, hasta el punto de parecer más una feria de turismo que una cumbre sobre el mayor riesgo medioambiental del siglo.

En la segunda semana comienzan a llegar los ministros y ministras de Medio Ambiente de los países para continuar con las negociaciones. Es cuando la cumbre se pone más seria. Todo o nada. Para Teresa Ribera será la última cumbre climática representando de manera directa a España. A partir de la COP30 de Belém (Brasil) estará junto al bloque negociador de la UE como vicepresidenta europea de Transición Limpia, Justa y Competitiva.

La COP29, que se celebra en el Estadio Olímpico de Bakú, tiene como objetivo principal un tema que no termina de abordarse como debería: la financiación. Como explican desde Earth Negotiations Bulletin, especialistas en cubrir cumbres medioambientales, el resultado más esperado en Azerbaiyán es la definición de un nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre financiación climática (NCQG, por sus siglas en inglés). Este vendría a sustituir al actual y desastroso objetivo de 100.000 millones de dólares anuales que los países ricos debían aportar a los más pobres para llevar a cabo la adaptación a los impactos climáticos.

Otro de los puntos claves será ponerse al día con las contribuciones determinadas a nivel nacional (llamadas NDC, por sus siglas en inglés), es decir, los planes climáticos que cada país se comprometió a elaborar en virtud del Acuerdo de París. Los actuales, que vencen en febrero de 2025, están lejos de ser eficaces para limitar la temperatura por debajo de 1,5 ºC. 

A finales del mes pasado, ONU Cambio Climático concluyó que la combinación de todos los planes climáticos actuales –en un supuesto donde todos se llevan a la práctica– supondría una reducción de emisiones de 51,5 gigatoneladas de dióxido de carbono en 2030, una reducción de solo el 2,6% respecto a 2019, lejos del 43% que se reclama desde la ciencia para final de esta década.

A tenor de las negociaciones previas (celebradas en junio), esta cumbre tendrá difícil arrancar un buen acuerdo sobre el Programa de Trabajo de Mitigación, que junto con la adaptación es la gran pata de la acción climática. También se deberá abordar el tema de las pérdidas y daños causadas por eventos extremos.

Los países, explican desde Earth Negotiations Bulletin, llevarán a cabo una revisión del Mecanismo Internacional de Varsovia, adoptado durante la COP25 de Madrid y que ayudó a avanzar en el conocimiento sobre pérdidas y daños, y considerarán los avances realizados en el establecimiento de la Red de Santiago, creada también en la capital española y que provee de asistencia técnica en pérdidas y daños a los países más afectados. De igual forma, se tratarán de cerrar otros muchos temas, más técnicos y con menos focos.

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