Solo 16 de 52 capitales españolas cuentan con refugios climáticos

Extremadura, Castilla-La Mancha, Cantabria, Asturias, Galicia, Canarias y Baleares no tienen ningún refugio en sus ciudades capitales, según un nuevo informe de Greenpeace.
Solo 16 de 52 capitales españolas cuentan con refugios climáticos
Refugio climático del CBA, en Madrid. Foto: Miguel Balbuena.

La gran mayoría de las capitales españolas no están preparadas para proteger a su población frente a las olas de calor, cada vez más frecuentes e intensas. Es lo que denuncia este martes en pleno verano de 2025 Greenpeace en su informe Ciudades al rojo vivo: refugios climáticos y desprotección frente al calor extremo en España. Acorde a la organización ecologista, más del 70% de las capitales carecen de una red de refugios climáticos y ninguna ciudad del país cumple con todos los requisitos para que estos espacios resulten realmente efectivos.

En pleno verano de 2025 y con más de 1.800 muertes atribuidas al calor extremo en lo que va de temporada, los refugios climáticos –espacios públicos con condiciones adecuadas de sombra, refrigeración, accesibilidad y descanso– suponen una medida de adaptación sencilla y de bajo coste que puede implementarse a corto plazo mientras se avanza en transformaciones urbanas más profundas. Sin embargo, el análisis realizado por Greenpeace revela un panorama desolador: horarios reducidos, espacios no habilitados para el descanso, acceso restringido por pago, e incluso la inclusión de cafeterías o centros comerciales que obligan al consumo.

“Los refugios climáticos son un primer paso, pero no basta con enumerar espacios climatizados públicos y zonas verdes de la ciudad. Hay que habilitarlos para que sean efectivos y puedan proteger realmente a la población más vulnerable. Los refugios climáticos no son una moda, son una medida de salud pública”, señala Elvira Jiménez Navarro, responsable de la campaña de adaptación urbana al cambio climático de la organización. Según Jiménez, no basta con señalar espacios verdes o edificios públicos: estos deben estar abiertos cuando más se necesitan, ser gratuitos y realmente accesibles para toda la ciudadanía, especialmente los más vulnerables.

Un mapa desigual y deficiente

El análisis se ha centrado en refugios climáticos públicos, bajo gestión municipal. Ante la ausencia de un registro oficial, Greenpeace ha utilizado la información pública disponible en las páginas web municipales y autonómicas y en medios de comunicación.

Ciudades como Barcelona (401 refugios), Bilbao (131) o Murcia (94) encabezan la lista en número de refugios, mientras que otras grandes capitales como Sevilla (5), Valencia (20) o Madrid (31) quedan en los últimos puestos. Si se tiene en cuenta el número de habitantes por refugio, Donosti, Lleida y Logroño presentan las mejores ratios, frente a los preocupantes casos de Sevilla (1 refugio por cada 137.400 personas), Madrid (1/110.100) o Castellón y Alicante, que solo cuentan con un refugio para toda su población.

Especialmente alarmante es la ausencia total de redes de refugios en las capitales de siete comunidades autónomas: Galicia, Asturias, Cantabria, Extremadura, Castilla-La Mancha y los dos archipiélagos. Varias de estas ciudades, como Cáceres, Santiago de Compostela u Oviedo, estuvieron bajo alerta roja sanitaria por calor durante la ola de junio, recuerda la ONG.

Luego, hay casos de refugios habilitados solo para un colectivo vulnerable concreto. Greenpeace pone como ejemplo Córdoba (que ha habilitado los centros de participación activa de la ciudad para el uso de personas mayores durante la ola de calor de junio), Jaén (que tiene un Centro de Atención Municipal para la pernoctación de personas sin hogar) o Pamplona (que ha habilitado nueve espacios para las trabajadoras del Servicio de Atención a Domicilio).

Fallas estructurales y falta de regulación

Greenpeace advierte de que la falta de una regulación estatal que defina qué condiciones mínimas debe cumplir un refugio climático está provocando una gran heterogeneidad. 

Las tipologías de refugios climáticos de interior más comunes son las bibliotecas, centros cívicos y centros de mayores. En menor medida –señalan– también se utilizan espacios culturales de gestión municipal, polideportivos, oficinas municipales, museos y estaciones de transporte. Asimismo, denuncian que en los listados municipales se encuentran también espacios privados como centros comerciales, iglesias o centros culturales y museos a cargo de entidades no públicas. 

El informe documenta numerosos casos en los que los espacios designados no cumplen con requisitos básicos como sombra efectiva, acceso a agua o zonas de descanso. Además, los horarios de apertura limitados –con cierres al mediodía, en fines de semana o incluso durante parte del verano– restan toda utilidad a los refugios, justo cuando más se necesitan.

Otra gran carencia es la gratuidad. Algunas ciudades han incluido piscinas municipales o museos con entrada de pago, lo que excluye a buena parte de la población. También se detecta la inclusión de espacios comerciales en los que es obligatorio consumir, como en Donosti, Vitoria o Logroño, lo cual contradice el principio de accesibilidad universal.

¿Qué requisitos debe cumplir un refugio climático?

Para que un refugio climático sea realmente efectivo y proteja a las personas, Greenpeace considera que se deben cumplir unas características básicas. En primer lugar, el horario, es decir, “que estén abiertos en las horas de mayor calor aunque implique alterar su horario de apertura habitual”. El segundo punto es la identificación, “tanto en el mismo refugio como en otros puntos de información o en las alertas por olas de calor municipales”. El tercer requisito es la gratuidad y la cercanía. El cuarto aspecto a tener en cuenta es el descanso, que hace referencia a la necesidad de contar con una zona de descanso “donde las personas que acudan puedan reposar el tiempo necesario”. Por último, la hidratación, es decir, proporcionar agua de grifo de forma gratuita.

Medidas urgentes para una crisis creciente

En esta línea, Greenpeace reclama a los ayuntamientos y al Gobierno medidas urgentes para frenar una crisis climática que ya impacta directamente sobre la salud y la vida de miles de personas. La organización propone tres líneas prioritarias:

  1. Acción climática ambiciosa, que incluya el abandono de los combustibles fósiles y la transición hacia un sistema energético 100% renovable y justo.
  2. Planes de adaptación urbana, con enfoque en las personas más vulnerables, soluciones basadas en la naturaleza y objetivos claros y financiados.
  3. Refugios climáticos efectivos, habilitados correctamente, gratuitos, accesibles y operativos durante los momentos críticos.

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  1. Los refugios climáticos no deberían existir. No es cuestión de poner parches sino de atajar el problema.
    Lo que procede hacer es vivir con sencillez, saber simplificar, no comprar nada que no sea necesario.
    Pasar de black fridays, rebajas, dispendios navideños, millones de luces en todo el mundo, millones de adornos innecesarios, árboles, belenes…
    Si tú te lo puedes permitir el Planeta no. El Planeta es la Madre de todos y tenemos el derecho y el deber de proteger a nuestra Madre común.
    Reducir, reutilizar, reciclar.
    Sabemos que es mucha la gente que vive del sistema capitalista/consumista.
    Lo siento mucho por ellos; pero este montaje debe acabar si no queremos que él acabe con el mundo.
    CAPITALISMO, NO. AL FONDO DEL MAR.
    ——————————-
    El cambio climático: una emergencia sanitaria que afecta a la salud y mata.
    Desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) acabamos de presentar el informe “El cambio climático y sus consecuencias para la salud”, en el que alertamos sobre el cambio climático y sus consecuencias, ya que no es una amenaza futura, es una crisis que está afectando directamente a la salud y la vida de millones de personas. Los datos lo demuestran: más de 8.000 muertes al año en España están directamente relacionadas con la contaminación del aire, las olas de calor y otros fenómenos extremos vinculados al deterioro ambiental. Esta realidad, lejos de ser puntual o localizada, se está volviendo estructural y amenaza con sobrepasar la capacidad de respuesta de nuestros sistemas sanitarios.
    El cambio climático es hoy el mayor determinante estructural de la salud pública. No solo eleva las temperaturas o provoca sequías: también genera enfermedades respiratorias, agrava patologías cardiovasculares, afecta a la salud mental y amplifica las desigualdades sociales. Además, altera los ecosistemas y la disponibilidad de recursos como el agua o los alimentos, lo que repercute directamente en la nutrición, la seguridad alimentaria y la salud global. Sus efectos son especialmente graves entre los colectivos más vulnerables: niños y niñas, personas mayores, enfermos crónicos, mujeres embarazadas o personas sin hogar.
    Las consecuencias del cambio climático no se limitan a la salud física, también tienen un fuerte impacto sobre la salud mental.
    La salud mental, históricamente marginada en las políticas públicas, debe ocupar un lugar central en las respuestas frente a la emergencia climática.
    Otro ámbito especialmente afectado, y del que se habla poco, es el de la salud laboral. El aumento de temperaturas y la mayor frecuencia de olas de calor están poniendo en riesgo la salud de miles de trabajadores y trabajadoras, especialmente quienes desempeñan su labor al aire libre o en entornos no climatizados. Agricultores, obreros de la construcción, personal de limpieza urbana o trabajadores del transporte sufren una exposición directa que incrementa el riesgo de golpes de calor, deshidratación, fatiga extrema o accidentes laborales. En los últimos veranos, se han registrado muertes por golpe de calor durante la jornada laboral. La falta de regulación específica y de planes de prevención adecuados agrava esta situación, y es urgente integrar el cambio climático en la planificación de la salud laboral y en la normativa de riesgos laborales.
    A nivel económico, las consecuencias también son enormes. Las pérdidas por fenómenos extremos se han multiplicado por 26 en España en solo cinco años, muy por encima de la media europea. Los sectores más afectados son la agricultura, la construcción y los servicios. El aumento de las temperaturas está reduciendo el rendimiento laboral, afectando a las cosechas y forzando cierres temporales de servicios públicos. Y mientras tanto, la inversión en protección ambiental sigue estancada: apenas un 1,8% del PIB, por debajo de la media europea.
    son necesarias decisiones políticas estructurales, dotadas de presupuesto y con visión de justicia social, por lo que proponemos un decálogo de medidas urgentes:

    Declarar el cambio climático como emergencia sanitaria
    Aprobar una Estrategia Estatal de Salud Pública frente al Cambio Climático
    Reforzar los sistemas de alerta ante olas de calor, contaminación e inundaciones
    Proteger activamente a los colectivos vulnerables
    Integrar la salud ambiental en la atención primaria
    Rediseñar las ciudades para que sean saludables y resilientes
    Reducir la huella climática del sistema sanitario
    Impulsar la investigación y formación en salud y clima
    Aplicar una fiscalidad ambiental justa
    Incluir a la sociedad civil en la gobernanza climática
    La salud no se defiende solo con vacunas o tratamientos, también se defiende con arbolado urbano, transporte limpio, energía sostenible y aire respirable, es decir, por ejemplo, todo lo contrario al modelo de ciudad que se propone en Madrid. Defender la sanidad pública también es combatir la crisis climática. Actuar ya no es una opción: es una obligación ética, sanitaria y política.

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