Amenazas, ataques, deforestación y emisiones: el oscuro rastro de uno de los oleoductos más largos del mundo

El desarrollo petrolero de Uganda y Tanzania, impulsado por la petrolera francesa TotalEnergies, se ha encontrado con la oposición de las comunidades locales y del activismo social y medioambiental. Los proyectos están rodeados de denuncias de abusos contra los derechos humanos.
Amenazas, ataques, deforestación y emisiones: el oscuro rastro de uno de los oleoductos más largos del mundo
La tramitación y las primeras fases de los proyectos fósiles de TotalEnergies en Uganda y Tanzania dejan por ahora un largo rastro de amenazas y violaciones de los derechos humanos. Foto: Amigos de la Tierra Francia.

Los elefantes casi nunca se dejaban ver en el pequeño pueblo de pescadores de Wanseko, en Uganda. Pero en los últimos meses las incursiones se han multiplicado y con ellas, los daños en los campos de cultivos y los ataques a personas. Algo los está asustando tierra adentro, en el parque nacional de las Cataratas Murchison, y los está empujando hacia nuevos territorios a orillas del lago Mwitanzige, un gran cuerpo de agua que forma parte del complicado sistema del Nilo y que está conectado con el lago Victoria. En Wanseko y en el resto de comunidades locales de los alrededores del parque saben bien qué es lo que espanta a los animales, porque es lo mismo contra lo que llevan años luchando: el proyecto petrolífero de Tilenga.

Tilenga contempla el desarrollo de seis campos de petróleo y gas en los distritos de Buliisa y Nwoya (uno de ellos situado en el propio Parque Nacional Murchison Falls) y la perforación de unos 400 pozos. El proyecto está impulsado por la francesa TotalEnergies, que tiene el 56,6% de la operación, y las petroleras estatales china (CNOOC) y ugandesa (UNOC). Todos colaboran también en el proyecto Kingfisher, al sur del lago. De acuerdo con la compañía francesa, las reservas totales superan los 1.000 millones de barriles de petróleo. Ninguno de los dos proyectos se puede entender sin el East African Crude Oil Pipeline (EACOP), un gran oleoducto de 1.443 kilómetros de largo, que llevará los combustibles fósiles hasta el puerto de Tanga, en Tanzania, para su exportación.

Si los tres proyectos se llevan a cabo, más de 118.000 personas serán desplazadas de sus casas y muchas otras sufrirán las consecuencias en sus tierras. Una vez estén operativos, emitirán 34 millones de toneladas de dióxido de carbono al año, más que la mitad de lo que genera Uganda, según cálculos de Amigos de la Tierra. De acuerdo con TotalEnergies, la parte positiva es que supondrán la creación de alrededor de 80.000 empleos directos e indirectos y la oportunidad de que Uganda y Tanzania aprovechen sus propios recursos e inviertan las ganancias en su desarrollo.

La tramitación y las primeras fases de los proyectos dejan por ahora un largo rastro de amenazas y violaciones de los derechos humanos, tanto a las comunidades locales como a activistas y defensores de la tierra y el medioambiente. Esta es una de esas historia en las que no pensamos cuando pisamos el acelerador de nuestros coches de gasolina, pero que nos habla de la explotación, la destrucción y la contaminación de un sistema económico cimentado en los combustibles fósiles.

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