En verano, cuidado con las altas temperaturas… y la desinformación climática

El verano es una época especialmente peligrosa porque se producen con más facilidad temperaturas extremas, olas de calor intensas y duraderas, e incendios forestales complicadísimos de extinguir. Pero hay otro gran problema que se propaga durante la época estival: la desinformación y los bulos en torno al cambio climático.

Tras el revuelo el pasado junio en torno a la AMOC (que analizamos aquí), los medios de comunicación han encontrado una nueva noticia apocalíptica que explotar. Si el mes pasado algunos de ellos decían que Europa podría congelarse en 2030 por el colapso de la corriente oceánica, esta semana los titulares hablan de que en 2050 habrá –según la NASA, dicen– varias ciudades españolas incompatibles con la vida debido al excesivo calor y humedad, como se alertó primero en un hilo de Twitter.

Todo comenzó hace un mes. Medios de América Latina empezaron a publicar noticias con titulares que afirman que varias partes del mundo –en los que no se incluía España– se volverán inhabitables en 2050 acorde a la NASA. Enseguida, el tema saltó a medios españoles como 20 Minutos y El Confidencial. Este último publicó el 18 de junio un artículo con el siguiente titular: La NASA tiene claro que el calor podría hacer inhabitables estos lugares de la Tierra en 2050. Al día siguiente, el programa de entretenimiento Zapeando (La Sexta) se hizo eco. Hasta ese momento, nadie hablaba de ciudades españolas.

A pesar de que el presentador y meteorólogo de un programa de televisión en España llegó a afirmar esta semana que «esto es lo que dice la NASA en un reciente informe”, lo cierto es que todos están replicando un post publicado por el equipo editorial científico de la NASA en marzo de 2022, hace más de dos años. 

Sin embargo, lo más grave vino después, cuando los medios empezaron a hablar directamente de ciudades españolas inhabitables, otra vez según la NASA. El primer medio en hacerlo fue La Razón, el 6 de julio: La NASA identifica las ciudades de España que podrían ser inhabitables en 2050. Pero, ¿de dónde sale eso de que habrá ciudades españolas inhabitables en pocas décadas si el post antiguo de la NASA no lo menciona? 

Para responder esa pregunta hay que saber que el post de la NASA de 2022 se basa a su vez en un artículo científico publicado en 2020 por varios autores, entre ellos Colin Raymond, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. En ese estudio no hay mención alguna a ciudades españolas ni está el mapa con las supuestas zonas inhabitables –entre ellas, varias de España– según la NASA.

Tanto el post de la NASA como el estudio científico liderado por el investigador de la NASA lo que hacen es analizar la temperatura máxima del bulbo húmedo a la que pueden sobrevivir los seres humanos. Como explica el organismo estadounidense, la temperatura de bulbo húmedo es la temperatura más baja a la que puede enfriarse un objeto cuando se evapora la humedad que contiene, y sirve para saber si las condiciones pueden ser perjudiciales para la salud.

Según el propio Raymond, la temperatura máxima del bulbo húmedo a la que pueden sobrevivir los seres humanos expuestos a la intemperie durante al menos seis horas es de unos 35 ºC. Es decir: a más de 35 ºC durante seis horas en un sitio muy húmedo al cuerpo se le hace más difícil regular su temperatura a través del sudor u otro comportamiento adaptativo. 

En este sentido, las zonas más vulnerables son el sur de Asia, el Golfo Pérsico y el Mar Rojo hacia 2050, y el este de China, partes del sudeste asiático y Brasil hacia 2070, así como varios estados de Estados Unidos. “El estudio de 2020, y otros más recientes, se centran en el papel de los niveles muy altos de humedad, por lo que la relevancia para España es mínima, excepto quizás a lo largo de la costa mediterránea”, explica Colin Raymond en declaraciones a Climática.

Pero entonces, si ni ese estudio ni el post mencionan a España, ¿de dónde han sacado los medios de comunicación que varias urbes españolas –según la NASA– serán inhabitables en 2050? Pues todo parte de un informe de 2018 publicado por varias organizaciones regionales (entre ellas C40, la alianza de ciudades de todo el mundo). 

Ese informe, titulado Future we don’t want, no habla de bulbo húmedo ni de inhabitabilidad. Lo que concluye es que “más de 1.600 millones de personas que viven en cerca de 1.000 ciudades se enfrentarán a olas de calor extremas y periódicas en menos de 30 años” (una información que, sin necesidad de exagerar, ya es terrible).

Asimismo, incluye el mapa antes mencionado con las grandes ciudades (algunas españolas) que en 2050 sufrirán temperaturas extremas durante tres meses seguidos. Esto, por supuesto, supone problemas graves de salud, pero no las volvería inhabitables, como se ha querido dar a entender. Tampoco está elaborado por la NASA, aunque recoja uno de sus conjuntos de datos. Otro aspecto clave del mapa es que las proyecciones están hechas según el escenario RCP 8.5 del IPCC, es decir, el peor futuro posible (y menos probable), uno donde las emisiones son más altas que nunca.

En definitiva, se han mezclado varios informes y se han alterado sus conclusiones. «A menudo los medios de comunicación lo hacen sin querer, pero el efecto no deja de ser perjudicial para la comprensión del público«, señala Raymond. 

Este caso no es más que un ejemplo de desinformación de los muchos que habrá durante estos meses. El verano es una época donde las noticias escasean, por lo que algunos medios rellenan sus webs y programas con cualquier información o suceso sin contrastar.

El cambio climático implica todo un abanico de sucesos extremos que desencadenan muertes, desplazamientos forzosos y, en general, una vida peor y con más sufrimientos. Desinformar sobre estas cuestiones –que no necesitan exagerarse porque ya son lo suficientemente graves– alimenta las teorías conspiranoicas y la desconfianza hacia la ciencia y las políticas climáticas, pero también hacia los propios medios de comunicación (ya sea impresos, digitales, radios o televisiones), los cuales no parecen ser conscientes de la gravedad de dar alas al negacionismo y el retardismo.