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La ropa que compramos le sale cara al planeta y tiene un largo recorrido. Uno que empieza en los campos de algodón de una de las zonas más biodiversas de Brasil y acaba, por ejemplo, en las tiendas de Zara y H&M en España. Para los gigantes de la moda, deforestar es tendencia, así como todo lo que ello conlleva: acaparamiento de tierras, violaciones de los derechos humanos y conflictos violentos.
Concretamente, el algodón proviene de una zona tan importante para el planeta como en peligro: el Cerrado. Este territorio es hogar del 5% de todas las especies del mundo y de un tercio de la biodiversidad brasileña. Pero su riqueza no se preserva, sino que se explota para el beneficio económico de unos pocos.
Más de la mitad de este bosque ha sido ya talado para la agricultura a gran escala, sobre todo en las últimas décadas. Y la situación está empeorando. «Si bien las noticias recientes de la Amazonia son prudentemente positivas, ocurre todo lo contrario en el Cerrado: en 2023, las tasas de deforestación en el bioma aumentaron un 43% en comparación con el año anterior».
La ONG Earthsight ha publicado un informe este jueves denunciando el coste de la ropa que compramos en Europa. Ahora, el algodón se cultiva habitualmente en rotación con la soja allí y, para 2030, se espera que Brasil, que ahora es el segundo mayor exportador del mundo, supere a Estados Unidos como primer proveedor de algodón en 2030.
Parada en Asia
El trayecto del algodón brasileño tiene escala. Se cultiva en el estado de Bahía por dos de los productores más grandes del país: SLC Agrícola y Grupo Horita, propiedad de las familias más ricas del país. La primera tiene 44.000 hectáreas de plantaciones de algodón (equivalente a más de 60.000 campos de fútbol) solo en Bahía, mientras que la segunda opera en por lo menos 140.000 ha de tierras de cultivo en la región. Ambas empresas «tienen un historial descarado de deforestación ilícita e infracciones ambientales en Bahía occidental», denuncia el informe.
De allí, el algodón se envía a Asia, donde se transforma en las sábanas, calcetines y vestidos que acaban en las tiendas europeas. Entre los ocho fabricantes asiáticos analizados que usan este algodón se encuentra PT Kahatex en Indonesia, el comprador más grande del cultivo de Horita y de SLC que Earthsight ha logrado identificar. H&M es el segundo cliente más grande de esta firma y ha comprado millones de prendas de ropa.
Otro comprador del algodón de Horita y SLC es Jamuna Group, uno de los conglomerados industriales más grandes de Bangladesh. Entre septiembre de 2022 y agosto de 2023, las tiendas de Zara en Europa consiguieron 235 millones de euros en ropa confeccionadas con algodón y fabricadas por Jamuna.
Violencia contra las comunidades locales
En Bahía, la tensión entre SLC Agrícola y Horita y las comunidades locales, los geraizeros, es palpable. Se nota, por ejemplo, en la municipalidad de Formosa do Rio Preto, donde Horita produce algodón, soja y otros cultivos en un tercio de una enorme hacienda llamada Estrondo. A pesar de que las tierras de esta finca son públicas y pertenecen al estado bahiano, en las décadas de 1970 y 1980, los dueños de Estrondo se apropiaron ilegalmente de más de 400.000 hectáreas de tierras públicas cubiertas de vegetación nativa del Cerrado.
Desde hace más de una década, los geraizeros sufren «intimidación y acoso por parte de hombres armados que trabajan por los dueños y arrendatarios de Estrondo. En dos episodios violentos ocurridos en 2019, los guardias de seguridad dispararon contra dos miembros de la comunidad», explica la ONG. También hay una demanda en curso contra la hacienda por parte del Fiscal General de Bahía para recuperar esas tierras.
«Las personas que han vivido en armonía con el Cerrado durante siglos son expulsadas de sus tierras, bloqueadas de sus actividades de subsistencia, sometidas a vigilancia, intimidación y robo de ganado por parte de pistoleros, así como a disparos y otros ataques violentos contra sus líderes», señalan.
Esas mismas comunidades que están siendo presuntamente atacadas, además, ayudan a proteger ambientalmente el estado de Bahía, preservando su biodiversidad. Sin embargo, en 2014, la agencia ambiental brasileña (Ibama) descubrió deforestación ilegal en 25.153 hectáreas de las fincas de Horita en Estrondo. Por otro lado, las fincas de SLC Agrícola (Piratini, Palmares y Parceiro, dedicadas al cultivo de algodón) han perdido por lo menos 40.000 hectáreas del Cerrado nativo a lo largo de los últimos 12 años. A pesar de la política de cero deforestación adoptada en 2021, la empresa fue acusada de talar 1.365 hectáreas de vegetación nativa en su finca Palmares en 2022.
Un certificado «defectuoso»
En diciembre de 2023, el Consejo de la Unión Europea y la Comisión Europea alcanzaron un acuerdo sobre el nuevo reglamento destinado a minimizar el riesgo de deforestación de los bosques asociado a los productos que se comercializan en la Unión Europea. Las materias primas que pasaron a estar controladas fueron el aceite de palma, el cacao, el café, el caucho, el ganado, la madera, la soja, el caucho o el carbón vegetal. En este trato, no hay rastro del algodón y se deja desprotegido el Cerrado, a pesar de ser un territorio amenazado por la producción de soja para la industria cárnica.
Por otro lado, el pasado febrero, los países europeos también votaron por la ley de sostenibilidad corporativa, una normativa orientada a que las grandes compañías identifiquen y minimicen los impactos adversos en materia de derechos humanos y de medio ambiente en sus cadenas de suministro. Sin embargo, Alemania, junto a Francia e Italia, la bloquearon en el último minuto.
En este contexto, existe un sistema de certificación para asegurar que las cadenas de suministro de algodón sean éticas. Es el llamado Better Cotton (BC), un sello que tienen la mayoría de productos de H&M y Zara. Y que Earthside considera «defectuoso».
«BC ha sido acusado varias veces en el pasado de lavado de imagen verde o ecopostureo, secretismo y falta de protección de los derechos humanos», explica la ONG, que también señala que esta entidad ha lanzado una investigación en respuesta a estos hallazgos. «Casualmente, sus reglas se actualizaron el 1 de marzo, pero siguen plagadas de lagunas, conflictos de intereses y una aplicación deficiente. El algodón procedente de tierras deforestadas ilegalmente antes de 2020 todavía puede calificarse como Better, incluso si fue robado de las comunidades locales», dice Earthsight.
Por su parte, «H&M e Inditex actualmente no cuentan con políticas ni herramientas para suplir las deficiencias de BC. Las políticas en materia de derechos humanos y de sustentabilidad de H&M no abordan los derechos comunitarios ni la deforestación. Los compromisos ambientales de Inditex no parecen extenderse a sus proveedores de algodón». Varias de las empresas implicadas en estas acusaciones se han defendido a través de escritos, defendiendo sus objetivos de sostenibilidad y los estándares de la certificiación de Better Cotton.
«Si tienes ropa de algodón, toallas o sábanas de H&M o Zara, probablemente esté manchado por el saqueo del Cerrado», critica Sam Lawson, director de Earthsight. «Estas empresas hablan de buenas prácticas, responsabilidad social y sistemas de certificación, afirman invertir en trazabilidad y sostenibilidad, pero todo esto ahora parece tan falso como los diseños en sus escaparates».
La semana pasada, Forbes actualizó su conocida lista de las personas más ricas del planeta. El fundador de Inditex y dueño de Zara, Amancio Ortega, se mantiene como la mayor fortuna española y se sitúa en el puesto 13 del ranking mundial, con un patrimonio estimado en 95.805 millones de euros.
La tendencia, y va a más, es la inconsciencia, la irresponsabilidad y el pasotismo de la mayoría, jóvenes y no tan jóvenes cada vez más arrastrados por los dictados de las modas, por las marcas, por el culto al cuerpo….
Son tiempos superficiales, de influencers, de dejarse llevar por los medios de comunicación del sistema capitalista/consumista que es más cómodo que informarse, pensar y reflexionar. Hemos adoptado los «valores» del capital: inmadurez de conciencia y falta de nuestros legítimos valores.
“La selva está viva. No puede morir, salvo que los blancos se empeñen en destruirla. Si lo consiguen, los ríos desaparecerán de la tierra, el sol se volverá quebradizo, los árboles se secarán y las piedras se partirán por el calor. La tierra reseca se quedará vacía y en silencio. Los espíritus xapiri que bajaban de las montañas para venir a jugar en sus espejos huirán muy lejos. Sus padres, los chamanes, ya no podrán llamarlos y hacerlos bailar para que los protejan. No serán capaces de frenar los humos de epidemia que nos devoran. Ya no podrán contener a los seres maléficos que convertirán la selva en un caos. Entonces moriremos uno tras otro, y los blancos igual que nosotros. Los chamanes acabarán muriendo todos. Y, si no sobrevive ninguno que lo sostenga, el cielo se hundirá”.
“La caída del cielo” el primer libro escrito por un chamán y una obra clave del pensamiento humano, es un extraordinario testimonio en primera persona de Davi Kopenawa, chamán y líder del pueblo indígena yanomami de la Amazonía brasileña, en estrecha colaboración con su amigo y antropólogo Bruce Albert, sobre la historia, la cultura y la resistencia del Pueblo Yanomami.
Davi relata su iniciación y experiencia como chamán, así como sus primeros encuentros con forasteros: funcionarios, misioneros, trabajadores de carreteras, ganaderos y buscadores de oro, describiendo la represión cultural, la destrucción medioambiental y las muertes provocadas por las epidemias y la violencia traídas por estos forasteros.
En su papel de embajador mundial de un pueblo amenazado, realiza una crítica mordaz de la sociedad industrial, cuya codicia material, violencia masiva y ceguera ecológica contrastan fuertemente con los valores yanomamis.
Después de una larga campaña internacional liderada por Davi Kopenawa, Survival y la Comisión Pro Yanomami (CCPY), el territorio yanomami de Brasil fue demarcado en 1992, convirtiéndose en el territorio indígena más amplio de Brasil.
El expresidente Bolsonaro alentó activamente la invasión del territorio por “garimpeiros” (mineros de oro ilegales), que están destruyendo la tierra yanomami y contaminando sus aguas con mercurio. A pesar de las promesas del presidente Lula cuando lanzó la operación para expulsar a los mineros, la situación actual en el territorio de los yanomamis es poco menos que catastrófica y hay una crisis sanitaria sin precedentes.