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El think tank británico InfluenceMap ha publicado un estudio en el que revela el modus operandi del lobby de la industria cárnica y láctea. La influencia de este grupo de presión en el seno de la Unión Europea (UE) es tan grande que ha logrado atenuar varias políticas climáticas fundamentales.
El informe examina la participación de 10 empresas y cinco asociaciones en seis proyectos de la UE para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre esos proyectos están el bautizado como De la granja a la mesa, la revisión de la Directiva sobre Emisiones Industriales (concebida para reducir las emisiones de metano) o el Marco de Sistemas Alimentarios Sostenibles, que tenía como objetivo impulsar la transición hacia dietas más sostenibles. Todos ellos se vieron «significativamente debilitados» por las maniobras de lobbies como el sindicato de agricultores Copa-Cogeca, la European Livestock Voice (representada en España por Somos Ganadería) o la Unión Europea del Comercio de Ganado y Asuntos Cárnicos (UECBV).
Según el informe de InfluenceMap, los productores de carne y lácteos utilizan narrativas similares a las de la industria de los combustibles fósiles «para obstruir las políticas climáticas dirigidas a reducir las emisiones del sector». Estas narrativas las asumió, casi punto por punto, el Partido Popular Europeo durante el periodo 2022-2023. El grupo que reúne a los partidos conservadores de la Eurocámara hizo suyos los argumentos de los ganaderos. Así, se ha opuesto a políticas específicas que afectan la transición de dietas y a las emisiones del sector agrícola. También ha aceptado sus postulados a la hora de planear sus campañas de cara a las elecciones del próximo 9 de junio.
Estas narrativas, en relación al cambio climático, consisten en enfatizar el impacto positivo de la agricultura, restarle importancia al impacto de las emisiones, subrayar sus adelantos en cuanto a eficiencia y negar la necesidad de una transición hacia dietas más sostenibles. Se trata, según InfluenceMap, de «narrativas engañosas» similares a las de la industria fósil: «Mensajes públicos estratégicos para sembrar dudas y socavar la necesidad de abordar las emisiones de gases de efecto invernadero del sector cárnico y lácteo».
Entre las compañías más reacias a las políticas europeas de reducción de emisiones están Arla (la quinta empresa láctea más grande del mundo y la primera en Escandinavia y el Reino Unido), Danish Crown (dedicada a fabricar comida procesada a base de carne de cerdo y vaca) y la empresa cárnica holandesa Vion. Su nivel de activismo retardista supera incluso, según InfluenceMap, al de gigantes de la alimentación como Nestlé o Unilever.