

Etiquetas:
Ocean with David Attenborough avisa desde el título de quién avala todo lo que se explica en él y de su valioso testamento en vida. El veterano biólogo, divulgador y documentalista presta su rostro y su voz para lanzar un mensaje entre la esperanza y la urgencia sobre la conservación de los océanos. Lo hace en mitad de la década dedicada por la ONU a la protección de los mismos. Y cabalga entre la celebración de la increíble belleza del mundo y los logros de la ciencia y una advertencia –otra más– sobre la cortedad de miras de nuestro actual modelo de civilización.
Disponible en Disney+ a través del canal de National Geographic, Ocean es un espectáculo maravilloso que por desgracia apenas se ha podido disfrutar en la pantalla grande de un cine. Su lanzamiento internacional, tras un estreno en Londres en mayo, no es ninguna casualidad, ya que ha coincidido con la Conferencia de los Océanos de Naciones Unidas celebrada la semana pasada en Niza (Francia).
Attenborough, con 99 años, no tiene paciencia para esperar mucho más. Es una de las voces ambientalistas y divulgadoras más respetadas de su país, Reino Unido, donde se lo considera toda una institución, y también del mundo. Su película –dirigida por Colin Butfield, Toby Nowlan y Keith Scholey, pero a la que él aporta la credibilidad y la proyección de su nombre– no hace demasiadas concesiones. Presenta los barcos-factoría dedicados a la pesca en alta mar y el arrastre como monstruos de terror, máquinas asesinas rodadas sin presencia humana que aniquilan todo a su paso sin sentido.
Ocean no es ninguna soflama idealista, aunque celebre la diversidad de la vida y su capacidad de recuperación con momentos de gran poesía. El biólogo ataca la pesca intensiva por su obvia falta de eficacia, recordando datos como que dos tercios de lo que se atrapa con las redes de arrastre tiene que ser devuelto al mar. Se llegan a ver primeros planos de crustáceos o peces agonizando e incluso de otros siendo machacados por la maquinaria, e incluso los directores advierten que del montaje final se han caído las escenas más perturbadoras.
Pero, con todo, hablamos de una película optimista. En la línea de cierto “ecologismo práctico” –Ocean ha sido financiada por el filántropo Andrew Forrest, antiguo magnate de la minería que tuvo su epifanía ecologista, pero sigue siendo una figura controvertida–, su discurso es más cercano a la docuserie española Hope! Estamos a tiempo (2025), de Javier Peña, que a otros títulos como Demain (2015), de Cyril Dion y Mélanie Laurent, más voluntaristas (y, a su manera, ingenuos).
¿Qué significa esto? Que Attenborough y compañía atacan al capitalismo depredador en sus propias contradicciones, señalando lo ineficaz de sus modos de trabajo y la rentabilidad a largo plazo, casi en términos puramente económicos, de la conservación. Cuando se enumeran los numerosos casos de éxito en la conservación y recuperación de zonas en peligro, contraponiendo la ignorancia humana a la sabiduría del equilibrio natural, no se trata de una lección moral, sino práctica. No es conservar para ser mejor persona, sino porque funciona mejor.
De la británica isla de Arran a Liberia, pasando por las costas del Mediterráneo o el espacio protegido de Papahānaumokuākea en Hawaii, de lo que se trata es de señalar cómo proteger la vida tiene un efecto multiplicador que ayuda a las propias comunidades humanas que habitan dichos lugares. Los depredadores, los corales, las algas o los peces pequeños forman parte de un todo, un engranaje delicado que no debemos perturbar si queremos, simplemente, comer y que nuestros hijos lo sigan haciendo en los tiempos que han de venir.
Como buen científico con corazón, a Attenborough no le duelen prendas en admitir sus equivocaciones e incluso celebrarlas, ya que señala cómo hemos constatado que la resiliencia de las zonas marítimas protegidas es mucho mayor de la que se creía. Él mismo pone el ejemplo de la protección de las ballenas a finales del siglo pasado, tirando de su impresionante archivo para verse a sí mismo celebrando en el año 2000 cómo una gran azul pasaba bajo su embarcación, tratando de rozarla con los dedos, feliz como un niño.
Solo un 3% de la superficie del océano, en todo el mundo, está protegida. Si se alcanzase el objetivo del 30% los efectos multiplicadores serían impresionantes, quizás más allá de lo que imaginamos a día de hoy, tanto en biodiversidad como en captura de carbono o en la misma salud humana. Solo es necesaria la voluntad humana, tan capaz de la creatividad en la destrucción como en los cuidados del planeta del que forma parte.
Ocean finaliza con el sabio de la tribu recordándonos que una ballena que nazca hoy podría vivir hasta los 100 años, los mismos que él está a punto de cumplir. Nuestro deber, probablemente para con nosotros mismos como especie, es ayudarla.
Protectores de la naturaleza en la India piden solidaridad.
El Pueblo Jenu Kuruba de la comunidad Karadikallu Atturu Kolli, en el bosque de Nagarhole, fue violentamente expulsado por primera vez hace 40 años para crear una Reserva de Tigres. Durante generaciones, habían convivido con los tigres y los veneraban. Aun así, fueron expulsados de su hogar al servicio de un modelo colonial y abusivo de “conservación de fortaleza”, negándoles sus derechos y la gestión de su propia tierra.
Mientras los jenu kurubas, que veneran al tigre, son expulsados de sus tierras, los turistas son bienvenidos en ellas.
Este es un ejemplo más de la conservación racista y colonial que está destruyendo la vida de pueblos indígenas de todo el mundo. Este modelo es un desastre para el planeta y para los pueblos indígenas, los mejores guardianes de mundo natural.
El pasado 5 de mayo, regresaron a su bosque para reclamar lo que siempre fue suyo y empezaron a reconstruir sus hogares y las casas de sus divinidades. Hoy, las fuerzas gubernamentales han llegado para expulsarlos de nuevo.
Una fuerza gubernamental de 250 guardaparques y policías ha rodeado su comunidad. En estos momentos, están destruyendo las casas que habían reconstruido en su bosque ancestral.
Por favor, insta a las autoridades indias a que respeten sus derechos y dejen vivir en paz a los jenu kuruba.
https://actua.survival.es/page/102545/action/1?ea.tracking.id=AdvocacyEmail&utm_medium=email&utm_source=engagingnetworks&utm_campaign=utm_campaign&utm_content=250618+Email+Update+Jenu+K