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El calentamiento global está creando unas condiciones propicias para que se produzca una temporada de huracanes potencialmente catastrófica. Es la conclusión a la que han llegado diferentes científicos tras el reciente paso del huracán Beryl, que azotó Texas después de causar estragos en el Caribe. Para los especialistas, se trata de un claro ejemplo de cómo el aumento de las temperaturas oceánicas está intensificando estos fenómenos meteorológicos.
Este huracán se convirtió en el primero de categoría 5 en el Atlántico que se forma en una época tan temprana del año: «Beryl sería asombroso de todos modos, pero que se forme en junio es un hecho sin precedentes», asegura Brian McNoldy, científico climático de la Universidad de Miami, en declaraciones a The Guardian. «Es simplemente notable ver temperaturas del mar tan cálidas».
Su rápido crecimiento, pasando de tormenta menor a huracán categoría 4 en solo dos días, también ha sorprendido a los expertos.
Unos hechos asociados al aumento de las temperaturas oceánicas, las cuales han alcanzado niveles récord en el último año, con olas de calor marinas que han llegado a afectar al 90% de los océanos de todo el planeta. La región principal de desarrollo de huracanes en el Atlántico tropical, es decir, la franja que se extiende desde América Central hasta África, ha llegado a experimentar hasta 5 °C por encima de lo normal en determinadas fechas.
Estos hechos han provocado que la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) pronostique que, hasta noviembre, se pueden producir entre ocho y trece huracanes, lo que superaría la habitual media de siete huracanes. Asimismo, la posible llegada del fenómeno climático conocido como La Niña podría impulsar aún más estas tormentas extremas.
Si bien el cambio climático no necesariamente provoca un aumento en el número total de huracanes, la comunidad científica ha encontrado evidencias que demuestran que este tipo de fenómenos meteorológicos se están volviendo más violentos como consecuencia del aumento de las temperaturas. Esto es debido a que los huracanes extraen su fuerza de unos océanos cada vez más cálidos, lo que termina por desencadenar lluvias más intensas debido a una mayor humedad en la atmósfera.
Ante esto, los especialistas alertan de que Beryl no será la última de estas tormentas intensificadas por el cambio climático e instan a tomar medidas urgentes para mitigar el calentamiento global y prepararse para una nueva era de fenómenos meteorológicos extremos.