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El aumento de las temperaturas está detrás del incremento del número de desprendimientos rocosos que se registran en zonas de alta montaña, según han documentado investigadores de España y Suiza.
Científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y la Universidad de Ginebra (Suiza) han comprobado que el calentamiento favorece el aumento de los desprendimientos de rocas en alta montaña, y a través de la «dendrocronología» -el análisis de los anillos de crecimiento de los árboles- han conseguido establecer la serie de estos eventos que se produjeron en la ladera del monte Täschgufer, en los Alpes suizos, entre 1920 y 2020.
El estudio de los anillos de crecimiento de 375 árboles ha confirmado que hubo un incremento de los desprendimientos al final de la década de 1940 y otro en la mitad de la década de 1980, ha informado el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que ha incidido en que los resultados de este trabajo ayudan a entender cómo el aumento de la temperatura favorece el aumento de tipo de eventos.
Los incrementos de los desprendimientos que se vienen registrando en Los Alpes desde 2003 hicieron reaccionar a los investigadores, debido a los efectos catastróficos que tienen también en zonas pobladas.
Este aumento está relacionado con la degradación de las zonas de suelo que permanecen congeladas, pero que, con el aumento de la temperatura a causa del cambio climático, han comenzado a deshacerse en las últimas décadas.
«Hasta ahora, la falta de datos a largo plazo impedía una evaluación en profundidad de cómo el calentamiento que se está produciendo en alta montaña afecta a los desprendimientos rocosos», ha explicado el investigador del Museo Juan Antonio Ballesteros, y ha precisado que gracias a esta aproximación han logrado obtener una serie de datos que abarca un siglo y que muestra cómo la actividad se ha visto alterada por el calentamiento global.
En este trabajo, cuyas conclusiones se han publicado en la revista científica Nature Geoscience, han tratado de analizar cómo el calor está desestabilizando la sujeción de los elementos rocosos que forman las montañas, con el elevado riesgo que eso supone para la estabilidad del ecosistema y sobre todo para la seguridad de las personas que viven en estas áreas montañosas.
«Saber a qué nos enfrentamos y qué efectos producen este tipo de eventos es el primer paso para tomar medidas que nos permitan paliar o al menos adaptarnos a los efectos del calentamiento global», asegura Ballesteros.
Trabajos similares se están ya efectuando en el Pirineo, donde durante en los últimos años se han registrado una actividad importante de este tipo de procesos.