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Ed Conway: «La minería submarina es muy cuestionable incluso a nivel comercial»

El autor de 'Material World' (Península) resalta que la transición energética "va a elevar la cantidad de litio que sacamos del suelo de manera más rápida que cualquier otro metal en la historia de la humanidad”.
Ed Conway: «La minería submarina es muy cuestionable incluso a nivel comercial»
Foto: Cedida por el autor

«You know that we are living in a material world», cantaba Madonna en los años 80. Nuestra dependencia del mundo material no ha dejado de aumentar desde entonces, tal como demuestra Ed Conway en su ensayo Material World, publicado recientemente en España por Península. El periodista, que no aboga por soluciones decrecentistas o una mayor intervención de los Estados frente a los problemas climáticos y medioambientales, ha recorrido minas y fábricas en varios países y aporta un análisis exhaustivo sobre cómo extraemos seis materias primas esenciales para la civilización actual: sal, arena, hierro, cobre, petróleo y litio.

«En un contexto de cambio climático, crisis energéticas y nuevos conflictos mundiales, estas sustancias importan más que nunca y la batalla oculta por controlarlas marcará nuestro futuro”, destaca el autor, que atiende a Climática por videollamada.

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Si imaginamos la Tierra como una manzana, los bocados que el ser humano le mete para saciar su codicia son cada vez más grandes. «En el año 2019 extrajimos, excavamos y explotamos más materiales de la superficie terrestre que la suma total de todo lo que extrajimos desde los albores de la humanidad hasta 1950”, asegura el columnista habitual de The Times y editor de economía de Sky News 24h.

Las Cumbres del Clima acaparan mucha atención mediática cada año y desde muchos sectores científicas, ecologistas, sociales y políticos se reclama cada vez más la urgencia de dejar de extraer petróleo, gas y carbón. Sin embrago, Conway advierte que “por cada tonelada de combustibles fósiles, explotamos seis de otros materiales, sobre todo piedra y arena, pero también metales sales y sustancias químicas”.

El periodista explica que si bien en Europa tenemos una historia minera relevante, hemos “desconectado mentalmente de la mina»: «Hemos externalizado a Chile, a partes de África y a otros lugares” esta explotación de recursos. “Antes éramos más conscientes de lo que se necesitaba para sacar algo de la tierra y convertirlo en un producto de uso diario”, asegura. “Nuestros productos hoy en día son tan perfectos, vienen tan limpios y tan avanzados tecnológicamente, que no pensamos que empezaron con una explosión en una mina o con petróleo que ha sido extraído por fracking”, añade.

Aun así, Conway celebra que “la cantidad de recursos fósiles que extraemos no está creciendo tan rápidamente como antes”. Si bien Estados Unidos y Europa tienen una responsabilidad histórica en el calentamiento global, suman más de la mitad de las emisiones de dióxido de carbono acumuladas hasta ahora, Conway remarca el papel actual de China en la crisis climática: “El carbón alcanzó un máximo el año pasado, según la Agencia Internacional de la Energía, en parte por China que quiere energía barata. Si China cambiara todas sus centrales eléctricas de carbón a gas, el mundo estaría inmediatamente en vías de alcanzar sus objetivos climáticos”.

“La cantidad de minería que vamos a tener que hacer en un futuro es extraordinaria”

El escritor advierte que para promover la transición energética que relegue al carbón, el gas y el petróleo, “la cantidad de minería que vamos a tener que hacer en un futuro es extraordinaria”. “Para llegar al cero neto de emisiones de carbono necesitamos mucha más infraestructura, necesitamos mucho más cobre y más acero para hacer turbinas eólicas. También muchos minerales como el cobre y el silicio para hacer paneles solares”.

Respecto a la minería submarina, que ya se está iniciando en países como Noruega, Conway declara que es “muy inquietante» y debe preocuparnos. “Cada vez que hemos entrado en un ecosistema prístino para extraer recursos lo hemos dañado y la mayoría de las veces solo hemos sido conscientes del año perpetrado décadas o siglos después; creo que este es el peligro de la minería submarina”, afirma.

Además, el periodista sostiene que la minería bajo el mar es muy cuestionable a nivel comercial por su complejidad y que merecería más la pena mejorar procesos de extracción en la minería terrestre antes de recurrir a explotar el fondo del mar. “La manera como el níquel se extrae en Indonesia implica la destrucción de la selva y tirar los residuos tóxicos directamente al mar”, cita como ejemplo.

Conway indica que el cobalto, una de las materias primas estratégicas que persigue la minería oceánica, puede resultar más prescindible de lo que se pensaba. “Es un mineral que hemos visto cómo se extrae bajo unas condiciones terribles en las minas de la República Democrática del Congo. Pero investigando me di cuenta de que ya no dependemos tanto del cobalto para fabricar baterías de muy buena calidad. Si te compras un Tesla Model 3 ya suelen tener baterías sin cobalto”.

«Podemos reutilizar y reciclar el litio»

Otro recurso cuya demanda sí parece que va aumentar exponencialmente en el futuro inmediato es el litio, un mineral que está sacrificando grandes áreas en el conocido como triángulo del litio (Argentina, Bolivia y Chile), pero que también «se extrae en Australia incluso con una mayor huella de carbono». “Para fabricar todos estos coches eléctricos que se proyectan, que necesitaremos en un futuro, tendremos que elevar la cantidad de litio que sacamos del suelo de manera más rápida que cualquier otro metal en la historia de la humanidad”, destaca Conway, quien cree que “probablemente seamos capaces de hacerlo”. «El carbón, el petróleo y el gas se extraían y luego se incineraban, liberando carbono por el camino. Esta vez, extraemos y refinamos litio para sellarlo en baterías que podemos reutilizar y reciclar», añade.

El autor considera que habría que reciclar mejor y alargar la vida útil de algunos productos. En este sentido, critica la obsolescencia programada y señala que “no hay ningún motivo para actualizar nuestros dispositivos tan rápido como lo hacemos. La batería de un teléfono móvil está diseñada para durar dos o tres años y podría durar más”.

Respecto al reciclaje, celebra que en el sector industrial, por ejemplo del acero, hay tasas de reciclaje “sorprendentemente altas”. En este sentido, lanza una llamada a mejorar la separación de residuos en los hogares, algo que “no se nos da muy bien”, y a reducir el desperdicio alimentario: “Tiramos muchísima comida en nuestras casas, y cualquier grano, cultivo o producto de la ganadería ha supuesto mucha energía y mucha agua”.

Escribir este libro, asegura, le ha cambiado la perspectiva acerca del consumo desmedido. “Creo que si nuestras sociedades fueran más conscientes de todo lo que se requiere para fabricar las cosas que utilizamos diariamente serían más responsables. Somos capaces de llevar vidas mucho más sostenibles y limpias, reduciendo nuestra contaminación y viviendo en armonía con el planeta”, concluye.

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