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Pau Fortuño, experto en ríos mediterráneos: «Tenemos mucha caña invasora por la mal llamada limpieza de las riberas»

Las DANAS que han azotado a Valencia y Málaga han dejado un tendal de desinformación sobre la supuesta necesidad de “limpiar” la vegetación de los cauces para prevenir futuras inundaciones. El biólogo del CREAF explica por qué la arraigada idea de “jardín inglés” es perjudicial para nuestro clima.
Pau Fortuño, experto en ríos mediterráneos: «Tenemos mucha caña invasora por la mal llamada limpieza de las riberas»
Foto: Pau Fortuño en una foto cedida por él.

“Puedes creer a tus ojos o a los científicos. Tú eliges, hombre mediterráneo”, dice un tuit con 1,3 millones de reproducciones, 10.000 likes y más de 3.000 veces compartido. En el video que acompaña la publicación se ve una corriente que, en plena DANA, arrastra lo que aparenta ser la vegetación de un río. Mensajes de este tipo se han viralizado en las últimas semanas con el objetivo de desacreditar la evidencia científica en lo que respecta al mantenimiento de los ecosistemas fluviales para minimizar el riesgo de inundaciones. 

El consenso de los expertos es muy claro: las (mal llamadas) limpiezas de los cauces aumentan la velocidad del agua y, por tanto, su fuerza destructiva. Los bulos que se expanden por las redes sociales omiten una información clave: las riadas no arrastran vegetación autóctona, sino caña, una especie exótica e invasora que, como explica Pau Fortuño, biólogo del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), ha “proliferado de forma bestial” en toda la zona mediterránea por, justamente, la degradación de las riberas.   

“La caña tiene un poder de colonización brutal, con volúmenes de masa muy elevados, y como en muchas zonas no tenemos bosques de ribera sanos no tiene ningún control natural. Si los cauces del río tuvieran los árboles que les corresponden, como son los olmos o los chopos, la caña no tendría toda la luz que necesita para crecer. En cambio, con esta idea errónea de dejar los cauces pelados, favorecemos que la caña crezca más y más”, aclara ante tanta desinformación.

Fortuño, licenciado en Biología por la Universidad de Barcelona (2006), con un posgrado en sistemas de información geográfica por la Universitat Oberta de Catalunya (2012), es especialista en la gestión del medio natural y concretamente, en el medio acuático continental. “La estética de todo limpio, de jardín francés o inglés, no tiene correlación con el clima mediterráneo”, explica en diálogo con Climática.

¿Por qué no hay que limpiar los ríos?

A los ecólogos y ecólogas que estudiamos los ecosistemas fluviales no nos gusta hablar de limpieza. El término estaría bien utilizado si en la ribera de un río recogemos plásticos, escombros o la basura que tira la gente. Hacer un mantenimiento de la vegetación de ribera no es hacer una limpieza. Le estás dando a la vegetación la definición de basura. Hecha esta aclaración y ante la pregunta de si hay que mantener la vegetación de las riberas para evitar riesgos de inundaciones, la respuesta es sí. 

¿En qué consiste este mantenimiento?

En un río o en un barranco que no tenga ningún tipo de infraestructura humana no es necesario ningún mantenimiento. Hacemos mantenimiento porque en nuestros cauces fluviales pasan carreteras, porque hay una urbanización o un puente. En estos casos, la vegetación puede hacer un tapón y generar problemas. Ahí es cuando hay que hacer cálculos: en esta ribera hay mucho árbol, mucha madera muerta y podría taponar nuestros puentes. El mantenimiento es necesario. Pero tiene que ser quirúrgico. Porque muchas veces se transforman en una arrasada total de la vegetación. No por salvar un puente hay que eliminar todo un ecosistema fluvial. Esto es clave. La visión más antigua y obsoleta busca eliminar todo para evitar riesgos. Esto significa malgastar mucho dinero. La otra estrategia sobre la mesa es reducir el riesgo al máximo volviendo a la naturalidad de nuestros ríos y cauces. En esta línea es en la que debemos trabajar. Recuperar la naturalidad de las riberas para tener buenos ecosistemas que nos protejan ante el riesgo de inundaciones.

¿Por qué la limpieza está tan arraigada en el imaginario colectivo, tanto de la ciudadanía como de los tomadores de decisiones?

Durante muchas décadas ha primado la estrategia que nos ubica a nosotros los humanos por encima de todo. Una estrategia que busca controlar al máximo la naturaleza para evitar cualquier riesgo. Podemos tener muros altísimos, podemos tener todo calculado perfectamente para transformar nuestros ríos en canales a través de mucho hormigón, pero nunca vamos a tener el control absoluto. Los canales artificiales tienen arriba una puerta de abrir y cerrar. En un río o barranco esa puerta no existe. Y si está lloviendo con una intensidad inusual en las cabeceras, esa agua va a bajar llevándose todo lo que encuentre a su paso. La pregunta es: ¿podemos tener el control en un contexto en que los máximos se están sobrepasando por el cambio climático? Desde la ecología decimos que no, que no se puede poner esta enorme cantidad de agua en un cajón. Tenemos, entonces, que ensanchar esos ríos al máximo. Y si además podemos meter vegetación autóctona, mejor todavía. Extraer la vegetación autóctona es un error hidrológico y ecológico grave. La vegetación que rodea a los ríos está adaptada a las crecidas del río, porque es flexible y robusta a la vez.

No estamos hablando únicamente de una política poco eficiente en términos de recursos. Por lo que comenta, estas limpiezas hacen que las inundaciones sean aún más destructivas. 

Tal cual. Además, estas limpiezas recurrentes potencian la proliferación de especies exóticas superbestias. Los espacios degradados, sin su vegetación autóctona, hacen que estas especies exóticas, la caña de la que tanto se habla, crezca de forma muy masiva.   

Ha nombrado a la caña. Hay muchísima confusión sobre esta especie invasora. Un ejemplo: muchos mensajes virales con riadas de caña bajando tras la DANA con mensajes del estilo “culpa de los ecologistas que no quieren limpiar”. 

Es todo lo contrario. La caña coloniza a lo bestia cuando encuentra un espacio degradado. Al no tener competencia, se adueña del territorio generando esa masa gigante que muestran muchas de esas imágenes. Y aunque cortes esa caña, va a regenerarse con más fuerza. Las inundaciones, al arrastrar toda esta caña de raíz, hace que esta especie invasora colonice nuevos sitios. Es como una forma de reproducción. Una de sus tantas estrategias de expansión  ¿Cómo se soluciona? Haciéndole competencia a la caña con vegetación autóctona, recuperando los bosques de ribera. 

La desinformación es tal sobre este tema que se repite que la proliferación de la caña es producto de la no limpieza de los ríos, cuando es todo lo contrario. 

Así es. Por eso es muy importante hacer esta aclaración. La caña prolifera porque tenemos ambientes de ribera muy degradados. Este es el motivo principal.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y las Confederaciones Hidrográficas tienen planes de limpieza de la caña. ¿Es una buena política?

Todas las Confederaciones hacen mantenimiento de cauces. Todos los años se va a cortar esa caña. A mi juicio, es un montón de dinero tirado a la basura. En muchos casos estas brigadas que desbrozan también cortan los posibles pequeños árboles autóctonos. Por lo tanto, seguimos dejando el espacio degradado que a la caña le encanta para seguir creciendo. Quemarla es aún peor. A la caña le encanta que la quemen. Las inundaciones la esparcen por nuevos sitios. Al final, todo esto favorece la proliferación de enormes rizomas muy resistentes. La clave: mucha vegetación autóctona que le haga competencia.

¿Qué está fallando para que las aministraciones locales no operen bajo esta premisa científica?

Desde principios de siglo existe la normativa europea, la Directiva Marco del Agua, que justamente ha dejado de ver a los ríos como solo agua y pone el énfasis en los ríos como ecosistemas, con caudales ecológicos que respetar, con la prohibición de tirar nuestras aguas industriales directamente a los ríos, entre tantas medidas. Estamos hablando de normativas que ya han empezado a calar y que contemplan la preservación de los bosques de ribera. Son cada vez más los proyectos europeos y nacionales de restauración. El problema es que son muchísimas las hectáreas que hay que recuperar. Hay proyectos exitosos de eliminación de canalizaciones y de apertura de los ríos con muy buenos resultados. Donde antes se producían inundaciones, ya no ocurren.

¿Cuán fundamental es que, por una cuestión de competencias, los gobiernos regionales y municipales dejen de tomar decisiones con las estrategias del siglo XX?

He trabajado durante muchos años con poblaciones para intentar saber cómo perciben a los ríos que los rodean. Siempre está la sensación que la gente, los votantes, anhela los ríos sin nada. Esto les genera seguridad. El cemento genera seguridad. Pero no es más que una falsa seguridad. El cemento y la falta de vegetación hace que el agua baje más rápido. La estética de todo limpio, de jardín francés o inglés, no tiene correlación con el clima mediterráneo. 

¿Qué sientes como experto cuando, tras una DANA que ha dejado tanta destrucción y dolor, prima la manipulación y desinformación?

Es preocupante. Aunque por una parte se ve con mucha intensidad toda esa masa de gente que cree que no existe el cambio climático y que no existen los ecosistemas, también hay un público cada vez más receptivo a todos estos conceptos, a la necesidad de recuperar la naturalidad de los ecosistemas para protegernos a nosotros mismos. Esto me da esperanza. Hay mucha gente contaminando el debate, pero mucha otra que agradece recibir un punto de vista distinto al que daba como cierto. En estos días, mucha gente me ha dicho que no sabía que la caña era una especie exótica. Ante una desgracia como la que hemos sufrido, la gente está receptiva. Eso sí: necesitamos que la ciencia llegue a este público.   

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COMENTARIOS

  1. Ya sabremos con certeza si ese frente de cañas fue benéfico o maléfico, si redujo un poco la velocidad de la riada, si aún trasladando una represa, de mucho peso, pudo tener efectos positivos. Suena lógico lo de la vegetación autóctona , por el tipo de raíces y la edad que alcanzan los árboles sin daño. Eliminar esa confusión entre basura y hojarasca, no será fácil ….

  2. A los agricultores de generaciones anteriores cuando todo se hacía a mano (mi padre era un humilde agricultor que le gustaba su trabajo) y tenían la sabiduría que da la experiencia, nunca les vi cortar ni árboles ni matorral autóctono de rivera porque es de sentido común que cuando hay riadas la vegetación hace de retención del agua.
    La naturaleza es sabia, se la debería observar y respetar al máximo. Cuando el hombre mete la pezuña casi siempre es para mal.
    Cuanta ignorancia: anhelan los ríos sin nada, o aquellos que dicen que no se «desperdicie» una gota en el mar. Que incultos somos!
    Ensanchar los cauces de los ríos, como dice Pau, en lugar de construir al borde como ha hecho la especulación constructora en la Comunidad Valenciana, sobre todo ahora que cuando llueve lo hace a lo bestia.
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  3. STOP ESPECULADORES Y PROFANOS: DEJAR EN PAZ A LOS RIOS Y A LOS MARES.
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    Te pedimos que apoyes con tu firma detener la minería en aguas profundas:
    https://www.greenpeace.org/denmark/vaer-med/stop-minedrift-paa-havbunden-foer-det-er-for-sent/?utm_medium=email&utm_source=smc&utm_campaign=dk_fr_others&utm_content=dk_fr_newsletter-novembe

  4. Y NO SOLO MUCHA CAÑA INVASORA, TAMBIEN CONTAMINACION POR METALES PESADOS.
    Agua contaminada que está afectando a varios afluentes del río Ulla en zonas de la red Natura 2000.
    Denuncian gravedad de contaminación por metales pesados ​​en ríos aledaños a mina Touro (A Coruña).
    Los resultados de los análisis confirman el vertido de aguas hiperácidas de la mina, ya que los ríos muestreados contienen altos niveles de níquel, cadmio, mercurio y selenio, que en algunos casos superan en 100 veces el umbral legal.
    Ecologistas en Acción inició un proyecto para vigilar los cursos de agua afectados por los drenajes de la mina de Touro, ante la pasividad de la Xunta de Galicia y los intentos de la minera de ocultar la existencia de una grave y persistente contaminación en las inmediaciones de la explotación.
    Como parte de esta campaña de seguimiento, Ecologistas encargó a un laboratorio oficial la toma de muestras de agua de los ríos Brandelos, Pucheiras y Portapego y del escurrimiento de la antigua balsa de lodo que quedó sellada tras el cierre de la mina. Los resultados de los análisis confirman la contaminación por metales en los cuatro puntos analizados, todos ellos con resultados físico-químicos insatisfactorios y altos niveles de níquel, cadmio, mercurio, selenio. Agua contaminada que está afectando a varios afluentes del río Ulla en zonas de la red Natura 2000.
    Además de trasladar los resultados analíticos al juzgado de instrucción de Arzúa, que investiga los presuntos delitos contra el medio ambiente, Ecologistas en Acción pide a la Administración que actúe ante las denuncias sobre los continuos vertidos de la balsa de Bama, que se vienen produciendo entre febrero y mayo de este año sin ningún tipo de autorización, a lo que se suman las denuncias realizadas en octubre por los vertidos permanentes a los ríos Pucheiras y Portapego.
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