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Missi Motown, de afectada a experta en catástrofes: «La clave no es buscar culpables, sino aprender a prevenir y responder a los desastres»

Motown es fundadora de Helferstab Katastrophenhilfe, una organización que ahora recauda fondos y envía ayuda para la Comunitat Valenciana
Missi Motown, de afectada a experta en catástrofes: «La clave no es buscar culpables, sino aprender a prevenir y responder a los desastres»
La especialista en catástrofes Missi Motown. Foto: Cedida por la entrevistada.

Missi Motown es de Altenahr, un pueblo idílico que quedó sumergido en el desbordamiento del río Ahr en unas inundaciones que afectaron a Bélgica, Alemania y Países Bajos en julio de 2021 y en las que murieron más de 180 personas. De todas ellas, 134 pertenecían a este pequeño valle.

Tras la tragedia en su municipio, como afectada, se puso a organizar voluntarios para reconstruir los pueblos y también hizo de enlace con las autoridades. Con el tiempo, fundó una organización que la ha llevado a ayudar a reflotar su valle pero también a colaborar en catástrofes como las inundaciones de Polonia o los terremotos de Turquía. Ahora prepara a su equipo por si es útil en València.

Lo que sufre una población tras una inundación de esa magnitud es terreno conocido para ella. De las 56.000 personas que vivían en julio de 2021 en el Valle del Ahr, 42.000 se vieron afectadas y 17.000 perdieron todas sus pertenencias. Costó más de tres meses sacar todos los escombros del valle y, hoy por hoy, más de tres años después, la normalidad aún no ha asomado. Sin embargo, Missi Motown está convencida de que, en cinco años, la zona será un lugar de referencia, con unas infraestructuras renovadas, modernas y diseñadas para resistir los envites del clima. 

Su organización, Helferstab Katastrophenhilfe, está recaudando fondos y enviando ayuda a las zonas afectadas por el temporal en la Comunitat Valenciana. Ofrece su experiencia a las Administraciones para actuar en la emergencia y también recursos: viviendas temporales, generadores, vehículos especializados y equipos de expertos, y apoyo para tratar el agua y el saneamiento. 

¿Se sabe qué protocolos fallaron para que muriesen tantas personas en las inundaciones de Alemania de 2021?

Hubo un comité de investigación, que enfrentó a unos y a otros. No quiero entrar en quién tiene razón. Mi conclusión es que se produjo una cadena de muchísimas circunstancias y decisiones desafortunadas por parte de los responsables de haber avisado antes o declarado el desastre, pero también errores por parte de la población. Yo misma vivo en el valle del Ahr y no me tomé en serio las advertencias.

Lo que nos toca ahora es hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué aprendemos de esto? ¿Qué podemos hacer para prevenir y afrontar mejor estos eventos naturales en Alemania, España, Polonia o dondequiera que estemos? Y si ocurren, ¿cómo podemos llegar más rápidamente a donde realmente se necesita? Para responder a eso, no sirve solo saber quién tiene la culpa. Todos podemos mirarnos a nosotros mismos y ver qué hicimos o no hicimos, y que nos llevó a esto.

Y en estos tres años, ¿qué se ha aprendido?

La primera lección es personal. Mucha gente dijimos: nos quedamos, porque es necesario el compromiso de la sociedad civil. Creamos infraestructuras para la ayuda voluntaria, reunimos a las personas y trabajamos en red. 

Las instituciones han ido aprendiendo. Por ejemplo, en el estado federado de Renania-Palatinado se fundó a raíz del desastre una nueva oficina estatal para actuar en caso de emergencias. Se están discutiendo muchas cosas sobre cómo entrenar a la población para saber qué tiene que hacer en caso de emergencia, y en Alemania, donde los cuerpos de bomberos son en su mayoría voluntarios, se está analizando cómo conseguir más implicación. Pero vamos muy lentos.

¿Qué retos afrontan hoy en día los habitantes del valle del Ahr?

Por supuesto, la normalidad ya ha vuelto, pero no es la misma normalidad que había antes de la inundación. El paisaje es diferente: cuando se conduce por el valle del Ahr todavía se pueden ver ruinas. Todavía no ha sido todo reconstruido. ¡El daño fue tan grande! Se destruyeron tantos edificios… No teníamos infraestructura, ni alcantarillado, ni redes eléctricas, ni vías de ferrocarril. Todo quedó destruido y reconstruirlo lleva tiempo.

Sería presuntuoso decir que en València dentro de tres años las cosas volverán a ser como antes. Eso no es así. Además, las cosas ya no se construyen como antes, y eso es bueno. Hay gente que vive cerca del agua y quiere quedarse allí. Pero si quieres eso, como mínimo tienes que construir de otra manera.

¿Cuáles son los mayores desafíos en los primeros tres meses de la catástrofe?

Para nosotros, los mayores desafíos fueron abastecernos de electricidad, agua y gas, es decir, cosas cotidianas, mientras el resto del país vivía completamente normal. Era como estar en una zona de guerra. Las líneas eléctricas eran temporales, teníamos puntos de información donde podías abastecerte de comida y ropa, pero no podías salir, no podías ir a ningún sitio a comprar.

La red telefónica no estaba disponible, por lo que era difícil comunicarse. Como emergencia, en colaboración con la República Democrática del Congo, se crearon redes telefónicas para que la gente pudiera incluso conectarse a Internet. Especialmente en las primeras semanas, muchos familiares no sabían qué les estaba pasando a su gente porque no podían ponerse en contacto.

Y el desafío era mantenerse juntos a pesar del caos y no caer en la desinformación y las noticias falsas, que comenzaron a surgir con relativa rapidez. También tuvimos problemas al principio con los saqueos. Desafortunadamente, eso también es lo que estamos viendo en València.

¿Había tanto barro en el Ahr como el que estamos viendo ahora en València?

En nuestro caso, el agua desapareció relativamente rápido y el barro se secó pronto porque era verano. La Policía iba con cañones de agua quitando el barro y el polvo porque era muy estresante para el sistema respiratorio. Había montañas de escombros y barro, masas inimaginables… Pensamos que nunca íbamos a poder deshacernos de todo eso. 

Muchos voluntarios vinieron con excavadoras, con palas, con todo lo posible, incluido equipo pesado, y por supuesto las instituciones y los departamentos de bomberos. Hicieron un esfuerzo inhumano. Llevó meses eliminar estas montañas de barro y escombros. València es zona pantanosa y el suelo todavía está húmedo, y el agua, turbia. Son otras dificultades. 

¿Qué similitudes ve entre la situación del valle del Ahr y València?

Creo que, al igual que nos pasó a nosotros, hay dificultades para conectar a las fuerzas oficiales con los voluntarios y afectados. Nosotros tuvimos que luchar durante muchísimo tiempo para ser escuchados, para que nos escucharan las autoridades. Existía la concepción de que los voluntarios no éramos útiles para trabajar.

Y, por otro lado, se estableció un juego para buscar culpas. Hubo mucha gente que lo perdió todo y sentía que las fuerzas oficiales no hacían nada, no ayudaban y que no les importaba nuestra situación en absoluto. Por supuesto que eso no es cierto, pero las fuerzas oficiales, como he aprendido en tres años, tenían en ese primer momento otras tareas. En primer lugar, proteger la vida y la integridad física y estaban ocupados solucionando las cosas básicas. No fueron en un primer lugar a los sótanos a bombear agua; eran responsables de garantizar que la infraestructura funcionase, que toda la población pudiese volver a comprar de alguna manera, que hubiese electricidad y cosas así. Por supuesto, los individuos no se dieron cuenta, y así surgieron rápidamente tendencias, incluidas políticas, que aprovecharon esto y calentaron el ambiente.

En València, 130.000 personas salieron a las calles y se manifestaron. Vimos fotografías también de los reyes siendo increpados y del presidente del Gobierno envuelto en barro. Puedo entenderlo totalmente como un impulso, pero no creo que ni el Gobierno español ni la Casa real estén diciendo: ¡La catástrofe no nos importa! En estos casos siempre se presentan extremos, pero la verdad está en el medio. No ves muchas cosas, pero eso no significa que no pasen.

Y ese es también un paralelismo con el valle del Ahr que continúa hasta el día de hoy. Persiste el cuento de que el Gobierno o que ciertas instituciones querían impedir que llegase la ayuda.

Imagino que la reconstrucción es un camino que no todos ven del mismo modo.

Está siendo un proceso largo. Por ejemplo, a todo el mundo no le gusta la idea de cambiar el paisaje urbano y construir represas, y no todos los ciudadanos están dispuestos a reconstruir su casa, que estaba sobre el agua, en otro lugar, aunque sea financiada. Eso significa que se necesita mucha persuasión y mucho trabajo de planificación.

Hay muchísimos científicos que están trabajando en cómo hacer que el valle sea más resiliente en el futuro. Se preguntan: ¿Cómo pasa el tren por allí? ¿Cómo se dirigen las masas de agua? ¿Está bien construido el río tal como está ahora? ¿Hay que ampliarlo? ¿Se pueden reconstruir los puentes tal como están o deben ser diferentes? ¿Cómo deberían ser las casas?

Es un catálogo elaborado con muchísimas ideas, pero muchas ideas también significan opiniones muy diferentes. Y aquí también estamos en el proceso de encontrar un denominador común. Es increíblemente difícil. Aquí todo se decide de forma política y eso es difícil.

¿Cómo ve el futuro del valle del Ahr en los próximos cinco a diez años?

Estoy firmemente convencida de que dentro de cinco o diez años el valle del Ahr será uno de los valles más modernos de Europa, simplemente porque la gran destrucción nos lleva a la otra cara de la moneda. Personalmente soy una persona muy positiva. Todo quedó destruido por esta grave catástrofe y hay que rehacerlo, no queda otra opción. Esto significa que puede convertirse en una región modelo para muchas cosas nuevas.

Somos una zona turística, una región vitivinícola y tenemos muchos restaurantes, hoteles que ahora están en camino de florecer nuevamente de una manera muy actualizada y muy moderna. Y creo que dentro de diez años, esta será una región ultramoderna y un destino turístico de primer nivel en Alemania.

También tenemos un gran desafío. Hay pequeños pueblos arriba de la montaña que debemos que conectar, porque de lo contrario estarán muertos. Pero veo el valle en sí como un ave fénix resurgiendo de las cenizas, con mucho esfuerzo, con residentes que han luchado para abrirse camino a través de él y que están apegados a su tierra y tienen una historia que contar. 

La pregunta ahora es si se puede esperar lo mismo en los pueblos valencianos afectados.

Creo que en el caso de España hablamos de pueblos muy grandes donde vive mucha gente. Los daños y, por lo tanto, el dinero que hay que invertir, serán mucho mayores. 

Todo el mundo sabe que la reconstrucción no es barata. En Alemania se han puesto a disposición 30.000 millones de euros para reconstruir la región. Este es un esfuerzo solidario. Esto es dinero de los impuestos alemanes. Eso significa que yo y todos los que viven aquí y pagan impuestos ayudamos a reconstruir el valle. Cada particular que perdió su casa, obtiene su nueva casa pagada. A cada emprendedor se le paga en partes su empresa. Creo que merece la pena tenerlo en mente. Además, también hubo muchas donaciones privadas. 

¿Cómo pueden las personas mantener la esperanza de que se saldrá adelante tras un evento así?

Creo que una cosa sucede automáticamente y no importa en qué cultura estés. En una catástrofe, no hay diferencias. Pobres, ricos, con estudios o no, de aquí o de allá. No existe tal cosa. Estáis juntos y ayudáis a los demás. Eso es un fenómeno increíblemente inspirador. También lo vemos en Ucrania, donde hay mucho sufrimiento y todavía hay momentos de felicidad. Ahora puede sonar un poco loco, pero es la realidad, todavía hay momentos en los que te sientes bien.

¿Qué recursos puede su organización ofrecer a los municipios afectados por la DANA de València?

Tenemos muchos científicos en el equipo que pueden apoyar la renaturalización del suelo y hablar sobre ello. También contamos con la posibilidad de ofrecer casas temporales y de adquirir caravanas a precios muy económicos.

Tenemos grandes grupos electrógenos, de hasta 1.000 kW, que se pueden utilizar para hacer funcionar escuelas, guarderías, residencias de ancianos, edificios públicos. Y por supuesto, podemos proporcionar una estructura, es decir, una idea de cómo afrontar mejor una inundación como ésta y qué problemas vas a tener en los que ni siquiera estás pensando ahora.

Por ejemplo, sabemos lo que sucede cuando los voluntarios llegan desprotegidos a una zona de desastre por culpa del barro contaminado. Hemos repartido tarjetas con información básica en inglés, español y alemán.

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COMENTARIOS

  1. Tengo dudas de que las autoridades hayan aceptado tu experiencia, Missi. Son gente muy soberbia y es propio de los soberbios creer que saben más que nadie.
    Construir represas no es la solución, es un error y es crear un problema. Es destruir ecosistemas con su gran riqueza en biodiversidad de ribera, es crear problemas y peligros a los pueblos de las riberas u obligarlos a emigrar.
    Al desviar el río Turia se salvó Valencia de sus desbordamientos; pero se trasladó el problema a las poblaciones enclavadas en el nuevo cauce.
    Somos el ser humano que tenemos que adaptarnos a las leyes la naturaleza en lugar de querer dominarla. De este error parte nuestra actual y caótica situación mundial.
    Lo moderno no siempre es lo positivo y lo conveniente.
    Este tipo de catástrofes, como esta Dana, a poca gente rica creo que le ha afectado. Construyen sus mansiones en sitios más exclusivos.
    Muchas gracias por tu sinceridad y generosidad.

  2. «El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra», dice el dicho.
    Alertan de un Plan Parcial en zona inundable en Murcia.
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    Ambas asociaciones entienden que la aprobación del proyecto en su estado actual expondría a futuros residentes a riesgos evitables y representa un alto coste para la sociedad….
    https://www.ecologistasenaccion.org/327895/alertan-de-un-plan-parcial-en-zona-inundable-en-murcia/

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