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Trastornos metabólicos, obesidad e insuficiencia renal: el calor veraniego duplica las hospitalizaciones

Un estudio ha analizado más de 11,2 millones de ingresos durante los veranos de entre 2006 y 2019 en 48 provincias. Según sus conclusiones, las altas temperaturas afectan principalmente a menores de un año y mayores de 85.
Trastornos metabólicos, obesidad e insuficiencia renal: el calor veraniego duplica las hospitalizaciones
Una mujer embarazada de 8 meses sufre un golpe de calor en Madrid. Foto: REUTERS/Violeta Santos Moura.

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Los veranos cada vez son más peligrosos para la salud: con las altas temperaturas, aumenta el riesgo de hospitalización. Ahora, se sabe hasta qué nivel y para quién. Una investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona y el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia (Inserm) analiza los datos de más de 11,2 millones de ingresos hospitalarios entre los años 2006 y 2019 en 48 provincias de la Península y las islas Baleares durante el periodo estival (de junio a septiembre).

El estudio, publicado este miércoles en la revista científica Environmental Health Perspectives, afirma que, en los veranos de los años estudiados, aumentó el riesgo de ingreso hospitalario en todos los grupos de edad, pero sobre todo en menores de un año y en los mayores de 85. Y afectó principalmente a los trastornos metabólicos y a la obesidad. Para este tipo de enfermedades, el riesgo en los días más calurosos casi se duplicó (97,8%) en comparación con los días de temperatura óptima o de confort. Le siguen la insuficiencia renal (77,7%), la infección del tracto urinario (74,6%), la sepsis (54,3%), la urolitiasis o cálculos renales (49%) y la intoxicación por fármacos y otras sustancias no medicinales (47%).

«Hay varias razones para explicar esto. Por ejemplo, en las personas con obesidad, las respuestas a la pérdida de calor funcionan con menos eficacia, ya que la grasa corporal actúa como aislante, lo que las hace más susceptibles a los trastornos por calor», cuenta Hicham Achebak, investigador del Inserm y de ISGlobal y titular de una beca postdoctoral Marie Sklodowska-Curie de la Comisión Europea.

También se encontraron diferencias por sexo: en los días de más calor, los hombres mostraron un mayor riesgo de hospitalización por lesiones que las mujeres, mientras que ellas tuvieron un mayor riesgo de ingreso por enfermedades parasitarias, endocrinas y metabólicas, respiratorias o urinarias.

Los autores calcularon los valores de las temperaturas medias diarias, la humedad media diaria y las concentraciones de diferentes contaminantes atmosféricos para estimar las relaciones entre temperatura y las diversas causas de hospitalización durante el verano y por provincias.

«Los mecanismos subyacentes por los que el calor desencadena resultados adversos para la salud siguen sin estar claros, pero parecen estar relacionados con la forma en que nuestro cuerpo regula su propia temperatura», continúa Achebak.

«En condiciones de estrés térmico, el organismo activa la vasodilatación cutánea y la producción de sudor para perder calor. Las reacciones subsiguientes pueden afectar a las personas de forma diferente en función de una serie de factores, como la edad, el sexo o las condiciones de salud. Sabemos, por ejemplo, que las mujeres tienen un umbral de temperatura más alto a partir del cual se activan los mecanismos de sudoración y son más susceptibles a los efectos del calor», continúa.

Otra variable que entra en juego es la alta contaminación atmosférica, pues exacerba el riesgo de hospitalización por calor en el caso de los trastornos metabólicos y la obesidad, así como de la diabetes. La humedad relativa, en cambio, tuvo más relevancia en el riesgo de bronquitis aguda y bronquiolitis, que fue mayor en los días con menor nivel.

«Observamos que los efectos añadidos de las olas de calor —o temperaturas extremadamente altas durante días consecutivos— eran pequeños y específicos para un subconjunto de enfermedades, principalmente enfermedades infecciosas no respiratorias, trastornos endocrinos y metabólicos o enfermedades del sistema nervioso, entre otras. Por esta razón, creemos que los actuales sistemas de alerta temprana de calor-salud deberían activarse no sólo durante las olas de calor, sino también durante temperaturas extremas no persistentes», afirma Joan Ballester Claramunt, investigador de ISGlobal y también autor del estudio.

El riesgo a una muerte por ictus en los países de renta baja

Este mismo miércoles, se ha publicado otro informe relacionado con la salud y las temperaturas extremas. En este caso, el artículo científico, publicado en Stroke, se centra en el riesgo de mortalidad por ictus en los países de renta baja.

La investigación, llevada a cabo por la Fundación para la Investigación del Clima, concluye que, de cada 1.000 muertes por ictus isquémico o hemorrágico, unas 11 son atribuibles a días de frío y calor extremos. Las pruebas también sugieren que los países con ingresos bajos soportan una mayor carga de mortalidad por ictus hemorrágico relacionado con el calor que los países con ingresos altos, y probablemente también soporten una mayor carga de mortalidad por ictus hemorrágico relacionado con el frío.

El equipo encargado del estudio partió de la hipótesis de que en los países de ingresos altos hay mejores sistemas de control de la temperatura interior y unas tasas más bajas de trabajo al aire libre, mientras que en los países de ingresos bajos hay una atención sanitaria de peor calidad. Ello explicaría esta disparidad entre unos y otros.

En el caso de España, el 11% y el 5% son atribuibles a frío y calor en el caso de un accidente cerebrovascular isquémico, respectivamente, mientras que con un accidente cerebrovascular hemorrágico los porcentajes son de un 11% en situación de frío y de un 0,35% en la de calor.

«A medida que las temperaturas se vuelvan más extremas, prevemos un aumento de la disparidad en la mortalidad por ictus entre los países de ingresos altos y los de ingresos bajos, ya que es probable que estos últimos se lleven la peor parte del cambio climático», explica Dominic Royé, director de ciencia de datos de la FIC y coautor de la publicación.

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  1. ELLOS PASAN DEL CALOR Y DEL FRIO, ELLOS VIVEN CONFORTABLEMENTE
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    Desde el Acuerdo de París los 60 mayores bancos a nivel mundial han invertido 6,9 billones de dólares en combustibles fósiles.
    El Banco Santander aumenta un 77% sus inversiones en la industria fósil respecto al año 2022. Y es el tercer banco del mundo que más financia el gas fósil licuado (GNL) con 6.820 miles de millones de dólares.
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