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Los arquitectos se toman cada vez más en serio la tarea de diseñar edificios que puedan reducir naturalmente el calor, sin necesidad de gastar más energía en la instalación de aires acondicionados. La forma más elemental es el color: si los edificios son blancos reflejarán la luz en vez de absorberla. También se ha pensado en cubiertas verdes para las fachadas y las azoteas. Esto se ha probado (con éxito) en centros de trabajo y escuelas. Pero el trabajo de científicos y arquitectos no acaba ahí y siguen concibiendo nuevos diseños para mejorar la refrigeración de los edificios. El último de ellos son las fachadas en zigzag.
Según una investigación publicada en la revista Nexus, este tipo de fachadas asimétricas pueden disminuir la temperatura hasta 2,3 °C de media al día. Y cuando el suelo alcanza se acerca a los 56 °C (en los momentos más calurosos del día), la reducción de temperatura llega a los 3,1 °C. Todo de forma natural, sin necesidad de usar electricidad.
El truco está en el patrón en zigzag, capaz de proyectar sombras a lo largo de la pared. Este diseño estructural, que de perfil podría recordar a unos dientes de sierra o a una tabla de lavar, equivale a 67 vatios de refrigeración por metro cuadrado. Es decir, que estas paredes, además de refrigerar, ahorrarían las emisiones de gases de efecto invernadero que supondría la generación de esa energía.
«Las paredes verticales son más difíciles de enfriar», explica en Science News el investigador de materiales Yuan Yang, de la Universidad de Columbia, uno de directores del experimento. La dificultad para enfriarlas reside no sólo en que están orientadas al exterior, sino en que, además, absorben calor del suelo. De ahí surgió la idea de ondular su superficie y de recubrir los salientes con diversos materiales, los más reflectantes hacia arriba y los más opacos hacia abajo. Pero era sólo una hipótesis. Faltaba demostrarlo científicamente y eso es lo que han conseguido.
A diferencia de otros estudios basados en las propiedades ópticas de los materiales (Yang y su equipo ya habían trabajado, por ejemplo, en pinturas especiales que reflejaran los rayos infrarrojos), éste se basa fundamentalmente en la geometría. Sus conclusiones apuntan a que un diferente grado de inclinación en los salientes desempeña un papel importante en el rendimiento de la refrigeración. Y lo mismo ocurre con la cualidad (más o menos reflectante) de los revestimientos.
El hallazgo es significativo por el alto coste energético que tienen los edificios: consumen aproximadamente el 40% de la energía global y son responsables de alrededor del 36% de las emisiones de CO2. Asimismo, la refrigeración representa alrededor del 20% del consumo de energía en los edificios.