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El 7 de enero dos grandes incendios forestales se propagaron rápidamente por Los Ángeles, de los más destructivos de la historia del sur de California y previsiblemente uno de los más costosos de Estados Unidos. Ahora, un estudio de atribución realizado por el grupo de referencia World Weather Attribution (WWA) confirma que el cambio climático aumentó la probabilidad de estos fuegos.
El análisis, llevado a cabo por 32 especialistas de siete países, concluye que las condiciones de calor, sequedad y viento que provocaron los incendios de Los Ángeles son un 35% (1,35 veces) más probables debido al calentamiento causado principalmente por la quema de petróleo, gas y carbón. Además, señalan que con un calentamiento de 2,6ºC (previsto para 2100 según los escenarios actuales) la probabilidad de que se produzcan situaciones extremas similares aumentará en un 80% (1,8 veces) en comparación con el clima preindustrial.
El sur de California (donde está Los Ángeles) está acostumbrado a los incendios forestales. Sin embargo, la aparición simultánea de dos grandes incendios, provocados por los vientos huracanados de Santa Ana en zonas urbanas, creó unas condiciones caóticas e impredecibles que desbordaron a los más de 300 bomberos desplegados previamente, destaca el estudio.
El equipo científico también señala que las infraestructuras hídricas, no diseñadas para combatir un incendio forestal que se expande a tanta velocidad, fueron incapaces de hacer frente a la escala y las necesidades extremas durante los incendios de Eaton y Palisades.
Según el departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios de California, los incendios de Palisades y Eaton han quemado unas 9.489 y 5.674 hectáreas, respectivamente. El primero está contenido al 95% y el segundo al 99%. El balance de daños tanto humanos como materiales ha sido considerable.
En el de Palisades (cercano a la costa, entre Malibú, Santa Mónica y Beverly Hills) ha matado a 12 personas y herido a 4 personas, entre ellos un bombero. Más de 12.000 estructuras se han visto amenazadas, casi 7.000 se consideran destruidas y 1.017 dañadas. En cuanto al de Eaton, acorde a los últimos datos oficiales, 17 personas han perdido la vida y 9 personas del cuerpo de bomberos resultaron heridas. En cuanto a las infraestructuras, hay 55 amenazadas, 9.418 destruidas y 1.073 dañadas.
Sin embargo, no son los únicos incendios forestales vigentes en Estados Unidos. El 22 de enero, se declaró otro más al norte de los otros dos. Bajo el nombre de Hughes, las llamas han arrasado 4.207 hectáreas, si bien ya está contenido al 98%. Y hay un cuarto activo desde el jueves 23 en el condado de San Diego, cerca de la frontera con México. Este ha quemado 2.681 y está contenido al 55%.
El estudio de atribución del WWA apunta a que la temporada de incendios forestales en Los Ángeles es cada vez más larga y peligrosa a medida que las emisiones de combustibles fósiles calientan el clima. Según un análisis de los datos meteorológicos históricos, las condiciones de sequía altamente inflamables duran ahora unos 23 días más al año de media que en el clima preindustrial. Asimismo, debido a la gran variabilidad de las precipitaciones, las condiciones de sequía pueden durar mucho más en algunos años.
Históricamente, las lluvias de octubre a diciembre han puesto fin a la temporada de incendios forestales. Pero en las últimas décadas, estas lluvias han disminuido. En la actualidad, las precipitaciones escasas en esos tres meses son 2,4 veces más probables en condiciones neutras de El Niño (fenómeno que calienta las aguas del Pacífico), y 1,8 veces más probables en condiciones de La Niña (lo contrario a El Niño), en comparación con el clima preindustrial, según un análisis de los datos meteorológicos históricos.
Este es el segundo estudio de atribución que se hace sobre los dos grandes incendios forestales. En una línea similar al análisis del WWA, el proyecto europeo ClimaMeter concluyó hace unas semanas que las condiciones meteorológicas similares a las que han desencadenado los fuegos de Los Ángeles,son ahora hasta 5 °C más cálidas, un 15% más secas y hasta un 20% más ventosas.

«Sin una transición más rápida para abandonar los combustibles fósiles que calientan el planeta, California seguirá siendo más caliente, más seca y más inflamable”, señala Clair Barnes, investigadora del Imperial College de Londres y una de las autores del estudio.
Desde el World Weather Attribution señalan que mejorar la capacidad del sistema hídrico para apoyar las labores de extinción de incendios a gran escala y asegurarse de que las viviendas situadas en zonas de alto riesgo cumplen los requisitos de las zonas de amortiguación de espacios defendibles contribuirá a reducir el riesgo de que se repitan las catástrofes. Asimismo, hacen hincapié en la importancia de los sistemas de alerta temprana y evacuación, ya que 17 de las casi 30 muertes se produjeron en West Altadena, un barrio donde las alertas se retrasaron en comparación con otras zonas afectadas.
«En 2025, las opciones a las que se enfrentan los líderes mundiales siguen siendo las mismas: perforar y seguir quemando petróleo, gas y carbón y experimentar un clima cada vez más peligroso, o la transición a las energías renovables para un mundo más seguro y más justo”, recuerda Friederike Otto, codirectora de WWA.
Esta semana marca un comienzo sombrío para lo que sin duda serán unos años difíciles. Con Trump de vuelta en el cargo, su administración no ha perdido el tiempo en lanzar órdenes ejecutivas dañinas: retirarse del Acuerdo de París, detener los programas de energía limpia, demonizar a los inmigrantes y revertir protecciones ambientales vitales. Los incendios provocados por el cambio climático siguen causando estragos en Los Ángeles, y las comunidades más afectadas por la opresión sistémica seguirán enfrentando daños desproporcionados.
Sabemos lo fácil que es sentir desesperación en momentos como este. Pero la historia, y la fuerza de nuestros movimientos colectivos, nos recuerdan que juntos no somos impotentes.
Sé estratégico
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Estos escritos nos recuerdan que la comunidad se mueve más rápido que el gobierno. Cuando los sistemas de poder dominantes nos fallan y están en crisis, es nuestra acción compartida y nuestra resiliencia las que provocan el cambio. Desde aquellos que resistieron en los períodos más oscuros de la historia hasta las movilizaciones masivas que hemos visto en las últimas décadas, la lección es clara: la acción directa impulsada por la gente funciona.
Construyamos poder juntos
En este momento, el camino a seguir no es esperar a que los que están en el poder actúen. En su lugar, organizamos:
Exigir la rendición de cuentas de las empresas contaminadoras. Victorias recientes, como la legislación «Hacer que los contaminadores paguen», muestran que la presión de las bases puede responsabilizar a las industrias por el daño que causan.
Interrumpa los negocios como de costumbre. Cuando Trump promulgó su prohibición a los musulmanes, decenas de miles de personas corrieron a los aeropuertos, creando una ola de disidencia que interrumpió su agenda. Ese mismo espíritu audaz de acción es necesario ahora.
Apoyar los movimientos interseccionales. La lucha por la justicia climática está profundamente conectada con los derechos de los inmigrantes, las luchas laborales y la equidad racial. Juntos, somos más fuertes.
Actívate
Ahora es el momento de actuar. Si aún no eres parte de un movimiento local, haz que este sea el año en que te unas. Busca una organización en tu comunidad e involúcrate. Si puedes, considera la posibilidad de apoyar financieramente a los grupos: las donaciones sostenidas impulsan este trabajo a largo plazo.
Como escribió el Dr. King: «El mal debe ser atacado por el asalto diario de los arietes de la justicia». Juntos, somos esos arietes, creando el cambio una acción, una campaña y una demanda a la vez.
No pretenderemos que esto sea fácil, pero sabemos esto: cuando estamos unidos, somos imparables. A partir de lo que parece un caos, podemos construir una comunidad y lo haremos.
Sigamos aprendiendo, organizándonos y luchando, juntos.
-Oil & Gas Action Network-