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Isa acababa de comprarse un piso en Paiporta, uno de los pueblos al sur de València más afectados por la DANA. Desde Málaga, donde ha evacuado unas semanas con su bebé para “huir del polvo en suspensión y porque aquello está insalubre”, se muestra pesimista ante lo que viene, la reconstrucción. Isa es una de las miles de personas, empresas y decenas de ayuntamientos que emprenden ahora este proceso, asustados, dolidos y alentados a partes iguales. ¿Cómo lograr una buena reconstrucción? Existen pautas, lecciones y errores aprendidos en otras partes del mundo que pueden aplicarse al territorio valenciano.
Durante años he observado el proceso de reconstrucción en ciudades y pequeños pueblos arrasados por la fuerza del agua repentina. Esta tarea no es solamente detenerse entre ruinas e infraestructuras para dar cuenta de cómo se completan. Es analizar los cambios, registrar qué nuevas medidas para la mitigación implementar, detectar problemáticas y sus soluciones. Implica una escucha activa a las autoridades, pero también a diversos sectores productivos, a los líderes que de forma particular o comunitaria impulsan proyectos y estrategias, a los ciudadanos de a pie afectados, a las escuelas y a las organizaciones de asistencia. Es entender las dinámicas de la reconstrucción, observando errores y confusión, pero también éxitos y esperanza. Desde esta experiencia, ¿qué debería tomar en cuenta València?
Del Marco de Sendai a la Comunitat Valenciana
Disponemos de una poderosa herramienta a nivel internacional, el Marco de Sendai (2015-2030) para la gestión de desastres. Este instrumento recoge décadas de trabajo de numerosos países que han experimentado graves desastres a lo largo de la historia.
La Organización de las Naciones Unidas trabaja para que se adopten las medidas adecuadas para reconstruir mejor, un proceso bautizado como Build Back Better por sus siglas en inglés. ¿Qué significa a efectos prácticos? Que no podemos regresar al estado previo al desastre, sino que debemos ir más allá y mejorar lo que teníamos, para que no vuelva a ocurrir y protegernos de desastres venideros. ¿Cómo hacerlo?
Impulsemos la gobernanza local
Las administraciones deben liderar la reconstrucción cuanto antes de forma ágil, transparente y planificada. Pero este proceso no puede ser unidireccional, sino transversal y con especial énfasis en el plano local. No dirigirlo únicamente desde las altas instancias como una imposición, sino consensuarlo a todos los niveles, adaptándose a las necesidades locales y evaluando caso por caso.
Uno de los mayores desafíos para las administraciones autonómica y local será evitar el despoblamiento. Las comunidades japonesas afectadas por el tsunami menguaron entre un 10 y un 20%. Reforzar la asistencia a las familias jóvenes es una estrategia para evitarlo. En pueblos donde han desaparecido los coches, mejorar los servicios públicos de transporte y movilidad sería otra.
En el pueblo de Isa, la población está abrumada y acusa el cansancio, “va pesando el barro”. La restauración de los servicios mínimos –salubridad, escolarización, seguridad– no está completa. Hasta que la población no vea sus necesidades básicas cubiertas, no puede dirigir sus energías a la recuperación.
Atención a la cara oscura de la reconstrucción
La reconstrucción también hace prevalecer estructuras de poder no deseables, reproduciéndolas. Debemos evitar la especulación, el urbanismo descontrolado, la corrupción y los abusos, más cuando la población se encuentra vulnerable y sin recursos. Si se antepone el lucro al bienestar, el proceso será desigual e incompleto. Muchas voces no participarán ni serán escuchadas, como puede ser el caso de las mujeres, los jóvenes o las pequeñas y medianas empresas.
Una de las mayores críticas que ha recibido Japón por parte de la opinión pública es que grandes presupuestos de la reconstrucción se destinaron a edificios gubernamentales y muchos proyectos beneficiaron a las grandes empresas. El desafío es invertir en una reconstrucción que elimine las disparidades en las zonas afectadas.
Por una reconstrucción igualitaria
Ahora ponemos rostros valencianos a los damnificados, pero pongamos además rostros de mujer. Isa me alerta de las dificultades y la falta de apoyo a las madres trabajadoras con niños pequeños, cuando las escuelas o guarderías siguen sin estar operativas, o no hay transporte para movilizarse: “Nos hemos visto muy solas. Necesitamos ayuda”.
La reconstrucción suele dejar de lado estas cuestiones, por ello es vital dotar al proceso de mecanismos legales y ejecutar en consonancia. Tres meses después del triple desastre de 2011, Japón aprobó una ley pionera en el mundo que incluía, por primera vez en la historia, a las mujeres como agentes indispensables en el proceso de reconstrucción. Esta ley se convirtió en un referente para las Naciones Unidas. Hoy más que nunca resuena su importancia para el caso valenciano.
La puesta en práctica, sin embargo, distó mucho de ser igualitaria y el sistema patriarcal prevaleció en Japón. La Agencia de Reconstrucción creada para coordinar la reconstrucción contaba con un Comité de Planificación con 751 miembros, donde solo un 10% eran mujeres. Nueve municipios fueron reconstruidos sin tener a ninguna mujer, lo que significa que todo fue pensado y decidido por hombres.
Además, donde hubo mujeres, pocos de sus proyectos fueron tomados en consideración. Es fundamental entonces reforzar mecanismos de igualdad en la reconstrucción valenciana desde la provincia y los municipios. Los estudios muestran que la participación de mujeres se traduce en ciudades con menos barreras, espacios verdes y comunitarios y mayor inversión en emprendedoras.
Urge canalizar fondos
La palabra reconstrucción va más allá de las infraestructuras, simboliza la puesta en marcha del futuro de una región y sus habitantes después del desastre. De su inicio, desarrollo y resultado, dependerá la sostenibilidad de las comunidades afectadas. El tejido empresarial del sur de València está en crisis. Urge liquidez para las empresas y autónomos. Es un proceso donde también confluyen actores del sector privado y la comunidad internacional.
La Unión Europea desempeñará un rol fundamental, pero sería deseable que se sumasen, para aligerar la carga a las arcas de todos los españoles, nuevos fondos internacionales. Masako, una madre con tres hijos que en el tsunami perdió a su pareja, la casa y el trabajo creyó “imposible rehacer la vida donde todo había desaparecido”. Hoy vuelve a dirigir un espacio infantil que se ha convertido en icono de la reconstrucción sostenible. No estuvo sola, reunió el apoyo de autoridades locales, de una institución universitaria, de un fondo privado extranjero y de una organización internacional.
Líderes comunitarios, expertos y cultura
Ante un proceso que implica poner al unísono a toda la sociedad, los buenos líderes son más necesarios que nunca. El modelo japonés apostó por abrir a la ciudadanía y a líderes comunitarios las reuniones donde se decidían los planes locales, los proyectos urbanísticos y sus características.
En cada pueblo valenciano hemos visto estos días a nuestros líderes: desde agricultores, profesionales de toda índole, jóvenes, vecinos, voluntarios… Se necesita contar con ellos para la gran tarea que viene. También se debe invitar a expertos y a académicos, para poner a disposición del pueblo toda la información relevante, sin interferencias políticas o económicas. Se pueden extraer propuestas muy valiosas basadas en experiencias, actividades y conocimientos sobre el terreno.
Por último, no olvidemos de dotar de recursos a la cultura: las bandas valencianas y asociaciones musicales, el sector fallero, las librerías y tantos más no pueden estar a la cola de la lista, puesto que alimentan sueños.
Integrar los saberes populares
“A vora riu, no faces niu” (a orillas del río, no pongas el nido) es la expresión valenciana con la que mi tío José Luis concluye una llamada desde Paiporta. Un nuevo plan de mitigación y prevención ha de ser diseñado en paralelo a la reconstrucción. Es decir, ahora es el momento de planificar nuestro territorio en vistas al futuro. Esto implica estrategias de contención y de urbanismo, infraestructuras y reordenación, mantenimiento y limpieza de nuestros ríos y barrancos, pero también echar la vista atrás y recordar nuestra historia y saber popular.
Tras el tsunami de 2011, la reconstrucción japonesa volvió a recuperar viejas estrategias naturales que tenía olvidadas para mitigar el impacto de las aguas en las poblaciones ribereñas: terraplenos, bosques protectores de humedales en primera línea y vegetación especial.
Hacia un modelo de resiliencia valenciana
Las cicatrices del paisaje irán difuminándose a golpe de reconstrucción, pero que no lo haga la memoria valenciana. Para ello, una estrategia pasa por señalar aquellos lugares que queremos que sirvan de recordatorio y los de mayor riesgo. En el futuro esto podría salvar vidas. Dotemos a las poblaciones de nuevos planes de evacuación y enseñémosles dónde y cómo ponerse a resguardo.
El desafío es mayúsculo, pero el resultado podría convertirse en un laboratorio de experiencias. Es importante aprender de los errores y subsanarlos en conjunto. Remar todos en la misma barca, aunque las cañas y el barro nos lo impidan. Mi tío, con esa sabiduría que dan los años y desde un pueblo que sigue sin alumbrado ni escuelas, con garajes y ascensores anegados, me advierte: “No tenemos remedio alguno”. Quisiera mostrarle otra vía, una que apueste por nuestra gran capacidad de trabajo, creatividad y unión para encarar esta crisis.
Carmen Grau Vila (1984), valenciana experta en gestión de desastres, investigadora en Institute for Sustainable Community and Risk Management de la Universidad de Waseda, Japón. Doctora en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid con una tesis sobre la resiliencia de las mujeres japonesas en el desastre. Docente en universidades japonesas y en España, colabora en medios y centros de investigación de América Latina y EE.UU. Sus publicaciones han sido premiadas y traducidas a múltiples idiomas.