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En Europa se cuentan al menos 45 grandes ciudades y son pocas las que tienen conexión directa en tren: solo un 12%. En avión, es otra historia: el porcentaje se eleva al 69%. Moverse en una opción más sostenible, algo que cada vez más gente se plantea, es una «odisea». Lo dice Greenpeace, que ha realizado un nuevo informe que analiza 990 conexiones internacionales ferroviarias en el continente.
«Esto supone casi seis veces más vuelos directos que conexiones directas por tren entre las principales ciudades de toda Europa, lo que sigue animando a la gente a volar en lugar de coger el tren, a pesar del impacto perjudicial de la aviación sobre el clima», asegura.
El estudio, titulado Conexión fallida, sitúa a Viena como la ciudad mejor comunicada de tren en Europa, con un 59% de rutas a ciudades a las que se puede llegar en menos de 18 horas. A ella la siguen Múnich (con un 42% de conexiones), Berlín (50%), Zúrich (46%) y París (45%).
En el otro extremo de la lista, como ciudades peor conectadas por tren directo, se encuentran Atenas, Lisboa, Pristina, Sarajevo, Skopje y Tallin (cada una con cero conexiones directas).
España, una «isla ferroviaria aislada»
Barcelona, Madrid y Valencia están en algún lugar por el medio en ese ránquin. La capital catalana ocupa la decimonovena posición, con un 23% de lugares potenciales cubiertos por conexión ferroviaria, mientras que Madrid está en la vigésimoquinta posición (18%) y Valencia en la trigésimo primera (13%).
«España sigue siendo una isla ferroviaria aislada del resto de Europa. Todas las ciudades españolas analizadas están mal conectadas con otros países mediante trenes directos», señalan desde Greenpeace.
En la península, las dos únicas líneas de tren directas entre las ciudades analizadas son Madrid-Barcelona-Marsella y Barcelona-Lyon-París. Es decir, que dos de las rutas europeas más esenciales, la Lisboa-Madrid y la Madrid-París, no están cubiertas por trenes directos. Asimismo, no hay ningún tren nocturno que circule desde o hacia España para conectar con el resto de las capitales europeas.
«Tampoco dentro del propio Estado, en el que desde la pandemia no han vuelto a restablecerse las rutas nocturnas existentes como las que conectaban Madrid con A Coruña, Pontevedra y Ferrol, y Barcelona con A Coruña y Vigo», apunta Greenpeace. «Otras conexiones ferroviarias internacionales desde y hacia España tampoco son mucho mejores. Por ejemplo, solo hay una conexión ferroviaria dos veces al día, y bastante precaria, entre Vigo y Oporto o las conexiones transfronterizas en la línea de la costa atlántica, resulta muy complicado y largo viajar, por ejemplo, de Bilbao a Burdeos».
Esto contrarresta con el hecho de que España goza de ser uno de los países europeos más conectados vía aérea con el resto de ciudades europeas. Incluso desde el aeropuerto de Valencia, el más pequeño, se puede llegar al 75% de las urbes europeas analizadas, porcentaje que en Madrid asciende al 77% y en Barcelona, al 84%.
Hay potencial desaprovechado
Destinos como París, Roma, Londres y Berlín son algunas de las ciudades más transitadas de Europa en avión, con más de un millón de pasajeros al año. A pesar de su popularidad, carecen de tren directo entre ellas aun siendo rutas que podrían recorrerse en tren directo. Incluso Viena, la ciudad con más conexiones, solo tiene tres trenes directos de todas las rutas disponibles.
«Este problema, con la infraestructura ya existente y una inversión adecuada», defiende Greenpeace, se podría solucionar. Es más, se podrían triplicar las conexiones ferroviarias directas en Europa. Así, de las 990 rutas existentes, el 42% (419 rutas) podrían ser fácilmente realizadas por tren directo de menos de 18 horas de viaje utilizando las vías férreas que tenemos.
«Por ejemplo, gracias a la eficaz red ferroviaria de alta velocidad de España y Francia, el número de ciudades a las que se podría llegar en tren directo desde España en menos de 18 horas se podría aumentar bastante: Valencia podría conectar con 16 ciudades europeas, Barcelona con 36 y Madrid con 17».
Sin embargo, en la actualidad solo 114 de las 419 rutas potenciales de tren directo se pueden realizar por tren directo, dejando 305 rutas potenciales sin servicio. Por ello, Greenpeace también propone otras medidas más allá de aprovechar lo que ya se tiene: un sistema unificado de información y reservas para todas las rutas de Europa, una tarificación justa entre trenes y vuelos, como los abonos únicos de transporte, la armonización técnica y jurídica, y la eliminación de ventajas fiscales para las aerolíneas, como el impuesto sobre el queroseno y el IVA sobre los billetes de tren.
Las partículas ultrafinas de los aviones pueden provocar enfermedades graves a ocho millones de personas que viven cerca de los aeropuertos españoles.
Un nuevo estudio de Transport & Environment (T&E), apoyado por eco-union, Ecodes y Ecologistas en Acción, advierte que miles de casos de hipertensión, diabetes y demencia en España y Europa pueden estar relacionados con las diminutas partículas que emiten los aviones.
El informe analiza el estado de salud de ocho millones de personas que viven en un radio de 20 kilómetros de los cuatro aeropuertos españoles más transitados.
Las partículas ultrafinas son aproximadamente 1.000 veces más pequeñas que un cabello humano y son especialmente preocupantes porque penetran profundamente en el cuerpo humano y se han encontrado en la sangre, el cerebro y la placenta.
Reducir el tráfico aéreo y sustituir el combustible por uno más “limpio”, dos medidas imprescindibles para mejorar la salud de esta población, a menudo la más empobrecida y vulnerable.
La exposición a partículas ultrafinas (UFP, por sus siglas en inglés) está relacionada con el desarrollo de afecciones graves y a largo plazo, con problemas respiratorios, cardiovasculares y problemas en el embarazo. Esto es lo que se desprende de un estudio realizado en 32 aeropuertos de toda Europa, entre los que se encuentran cuatro aeropuertos españoles: Adolfo Suárez de Madrid, el Prat de Barcelona, Palma de Mallorca y la Costa del Sol de Málaga.
En España existen ocho millones de personas —alrededor del 16 % de la población total— que viven en un radio de 20 kilómetros de los cuatro aeropuertos más transitados del país y están especialmente expuestas a las partículas ultrafinas de la aviación, según revela el nuevo estudio de T&E, federación en la que participa Ecologistas en Acción. Solo en Madrid hay 3,8 millones de personas afectadas. Por su parte, en torno al aeropuerto de Barcelona son 2,7 millones de personas las afectadas por la actividad del aeropuerto, por 896.000 de Málaga y 557.000 de Palma de Mallorca. En el conjunto de Europa, 52 millones de personas se ven afectadas por los 32 aeropuertos más transitados.
280.000 casos de hipertensión arterial, 330.000 de diabetes y 18.000 de demencia en Europa pueden estar asociadas a la exposición a dichas partículas, según esta nueva investigación. El estudio extrapola los casos notificados de estas enfermedades en los alrededores del aeropuerto Schiphol de Ámsterdam y ofrece la primera estimación de los efectos sobre la salud relacionados con las UFP de la aviación en Europa.
Si se tienen en cuenta los aeropuertos estudiados en España, el transporte aéreo sería el causante de 52.205 casos de hipertensión, 64.918 de diabetes y 5.339 de demencia. Unos guarismos que sitúan a España a la cabeza de todos los países estudiados en lo que se refiere a hipertensión y demencia.
A pesar de todo ello, hasta la fecha, no existe ninguna normativa sobre los niveles seguros de UFP en el aire a pesar de que la OMS advirtió hace más de 15 años de que se trataba de un contaminante de preocupación emergente…