España, octavo país con más muertes y daños por eventos extremos en tres décadas

España suma 27.000 muertes y unas pérdidas económicas de 25.000 millones de dólares por fenómenos meteorológicos extremos entre 1993 y 2022, según el Índice de Riesgo Climático 2025.
España, octavo país con más muertes y daños por eventos extremos en tres décadas
Bomberos durante las labores de extinción del incendio forestal en la Sierra de la Culebra, Zamora, en 2022. Foto: REUTERS/Isabel Infantes.

España fue el octavo país con más muertes y daños por eventos meteorológicos extremos entre 1993 y 2022, con 27.000 víctimas debido sobre todo a olas de calor, inundaciones e incendios, según el Índice de Riesgo Climático 2025, que cifra en más de 765.000 los decesos en todo el mundo en ese período.

Según este informe anual, que elabora la ONG alemana Germanwatch con datos de 171 países, España sufrió en 2003 y 2022 «cifras de muertes extremadamente altas» por calor intenso, con «daños generalizados» por sequías, incendios forestales, rendimientos agrícolas reducidos, tensiones en las infraestructuras y una presión «abrumadora» sobre los sistemas de salud.

El análisis también destaca eventos «inusuales» como la sequía de 1999 en el sur y las fuertes inundaciones de 2019 en el sureste del país.

A lo largo de las tres décadas analizadas, España suma 27.000 muertes y unas pérdidas económicas de 25.000 millones de dólares (ajustados a la inflación). Si se tienen en cuenta solamente los datos de 2022, España sube a la quinta posición de países más afectados, con más de 11.000 decesos atribuidos a las olas de calor.

En todo el mundo, más de 765.000 personas perdieron la vida entre 1993 y 2022 debido a más de 9.400 fenómenos meteorológicos extremos, los cuales causaron daños económicos de 4,2 billones de dólares.

El país que más sufrió en esas décadas fue Dominica, debido a los huracanes Debby (2000), Omar (2008), María (2017) y Dorian (2019) y la tormenta tropical Erika (2015). China, con más de 600 eventos extremos como inundaciones, tifones, sequías y olas de calor, y Honduras, donde el huracán Mitch arrasó el 70% de los cultivos del país y mató a más de 14.000 personas, completan el podio. Myanmar, Italia, India y Grecia ocupan las siguientes posiciones en la lista de países con más riesgo climático.

En el año 2022, los más afectados fueron Pakistán, por inundaciones, deslizamientos de tierra, tormentas y olas de calor; Belice, por el huracán Lisa; Italia, por incendios, olas de calor y sequía, y Grecia, debido al calor extremo.

El informe también analiza los tipos de eventos que más muertes causaron entre 1993 y 2022, entre los que destacan las tormentas (264.000 víctimas), las olas de calor (225.600), las inundaciones (264.000) y las sequías (25.026).

Por pérdidas económicas, los mayores daños fueron causados por tormentas (2,33 billones de dólares) e inundaciones (1,33 billones), según el índice, que «demuestra que todos los países del mundo se ven afectados».

«Entre los diez países más afectados en 2022, siete corresponden al grupo de países de ingreso alto. Esto indica claramente que, si bien las capacidades de respuesta de los países de ingreso alto exceden considerablemente a las de los países de ingreso bajo, los países de ingreso alto también deben fortalecer su gestión del riesgo climático», defiende el documento.

El informe matiza, además, que debido a problemas de «calidad, cobertura y lagunas de datos», en los países del sur los fenómenos meteorológicos extremos y sus impactos «suelen ser superiores a los reportados».

Aunque el índice recoge datos hasta 2022, los autores señalan que el gran número de eventos extremos registrados en 2024 «es un ejemplo aleccionador de la nueva fase de la crisis climática, a medida que los eventos extremos se han convertido en la nueva normalidad». Entre ellos figura la dana de Valencia, con más de 200 muertos y miles de vidas «devastadas».

El índice se basa en datos de fenómenos meteorológicos extremos de la Base de Datos Internacional sobre Desastres EM-DAT y datos socioeconómicos del Fondo Monetario Internacional (FMI). 

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  1. Cerdos ecofascistas,
    Con los mismos vítores que el campesinado alemán recibía a Hitler en festejos mostrándole orgullosos sus cosechas, aquí y ahora, nuestros gobernantes se arrodillan ante las inversiones extranjeras y los récords en la exportación de carne porcina.
    Como recoge el libro Cerdos fascistas de Tiago Saraiva, este proyecto de estandarizar cerdos ‘comepatatas’ por todos los rincones de Alemania bajo el argumento de alcanzar la independencia alimentaria nacional, no solo afectó a la cabaña porcina. Empujado por la retórica nacionalista, y en concreto por la creación de un poderosísimo estamento central, la Corporación de Alimentos del Reich, la Reichsnährstand, el régimen buscó una reorganización de todo el campo y de la sociedad rural. De un modelo de agricultura campesina centrado en la subsistencia, la ciencia y el régimen forzó la industrialización del campo al servicio de una idea de país.
    No creo que exista mucha diferencia entre aquello y lo que hoy podríamos llamar cerdos capitalistas, los engordados hoy por el sistema industrial global. Solo la adoración al dios mercado y al crecimiento infinito impuesta por el régimen capitalista puede hacer entender la rapidísima expansión de macrogranjas por todo el territorio español, con mucho respaldo económico y científico y oídos sordos a la oposición social. Con los mismos vítores que el campesinado alemán recibía a Hitler en festejos y grandes celebraciones mostrándole orgullosos sus cosechas, aquí y ahora, nuestros gobernantes se arrodillan ante las inversiones extranjeras y los nuevos récords alcanzados en la exportación de carne de cerdo.
    En los últimos años, la dominación del régimen capitalista industrial al mundo rural se ejerce blandiendo el discurso, también, de la (malentendida) sostenibilidad, con una fuerza (y respaldo científico) que poco tiene que envidiar a la que ejerció el nazismo en Alemania. Aunque en términos ecológicos sean propuestas mucho más perjudiciales que beneficiosas, estamos viendo cómo el territorio se trocea y se degrada a base de macroparques solares o eólicos bajo el mantra de la sostenibilidad. Pero como explicó un nutrido panel de ponentes en las jornadas “Aturem el macrogàs” organizadas por la plataforma Pobles Vius, puesto que las renovables son solo generadoras de energía eléctrica, la cual solo representa el 20% del consumo energético, se necesitan activar otras energías alternativas ‘sostenibles’.
    En concreto, las únicas alternativas que parece que pueden aportar algo más de eficacia y viabilidad para mantener la sociedad industrial, son poco novedosas y se centran en la quema de biomasa. Pero dado que no disponemos de tierra suficiente para generar toda la leña que necesitaríamos si queremos sustituir petróleo por pellets, pero dado que tampoco podremos mover los coches y camiones a base de combustibles derivados de aceites vegetales (los biocombustibles) si queremos seguir teniendo alimentos, pero dado que el biogás solo tiene sentido a pequeña escala y para el autoconsumo… la única opción válida técnicamente hablando pasa por lo que se llaman ‘combustibles orgánicos’ derivados de la quema de cadáveres animales y sus ‘subproductos no destinados al consumo humano’, ya que solo la grasa tiene una densidad energética similar a la del petróleo.
    Qué poco conspiranoico me parece pensar que tras el brutal incremento de instalaciones de macrogranjas de cerdos y de proyectos de macroplantas de biogás, instalaciones aptas también para la quema de cadáveres y otros residuos orgánicos, se esconde la nueva alternativa energética. Con ustedes, los cerdos ecofascistas.
    (Gustavo Duch. Licenciado en veterinaria. Coordinador de ‘Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas’. Colabora con movimientos campesinos).

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