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En tiempos de comilonas, son especialmente importantes los consejos del especialista en nutrición Aitor Sánchez, autor de libros como Tu dieta puede salvar el planeta y ¿Qué pasa con la nutrición? Sánchez, cuyo perfil en redes sociales es @midietacojea (como uno de sus obras más conocidas), señala que existen “muchos mitos, alimentados a veces desde el propio personal sanitario o pediatras no actualizados, que siguen perpetuando el mito de que hay que comer carne o lácteos sí o sí”.
Habrá quien al leer el título de su libro Tu dieta puede salvar el planeta piense que es un disparate. ¿Cómo explica a esas personas por qué su dieta puede salvar el planeta?
El primer ejercicio es el de darnos cuenta de que la adquisición de cualquier producto tiene más impacto del que parece. Estamos acostumbrados a ver la parte final: de dónde vienen… Pero solo vemos una parte muy específica y no todo el mapa. En el mundo de la alimentación, el gran impacto está en la propia producción del alimento.
Para que te llegue un filete de pescado se han usado combustibles, fitoquímicos, aguas de riego, espacios para cultivos o animales que, en la mayoría de los casos, suponen un cambio de uso del suelo: se retira un bosque subtropical o una tierra fértil y se domestica para plantar un cultivo o hacer una explotación ganadera.
¿Y qué se hace con los que quieren comer melón todo el año, por ejemplo?
Viendo el precio al que están los alimentos fuera de temporada, el hecho de querer comprar ahora melón o sandía, además de ridículo, es bastante desincentivador. No hay tanta gente que vaya a comprar alimentos vegetales fuera de temporada. Tanto el detallista como las grandes superficies quieren colocar lo que está de temporada. Es un mensaje que se ha sobredimensionado. Lo de querer comprar de todo cualquier mes, en realidad, es muy poco representativo.
Por un lado, parece que crece el número de personas que se preocupan por su nutrición y por el planeta, pero, a la vez, aumentan (o hacen mucho ruido) los negacionistas, los que se ríen de los vegetarianos, ¿qué tendencia se está incrementando más?
Ambas vertientes crecen a la vez, pero no en igual medida. Hay algunos que hacen mucho ruido, pero es como si preguntamos si de verdad estamos tan polarizados entre gente que cree en la evolución y personas que son creacionistas, pero en esto hay un consenso enorme. Lo que sí está claro es que, en la última década, ha habido una concienciación muy alta por la nutrición. Y eso se ha traducido en que se consume más este contenido, preocupa mucho el contenido de salud.
Y eso también ha hecho proliferar la aparición de personas que hablan de nutrición y salud en las redes sociales sin ningún tipo de preparación ni conocimiento.
Como consumidores parece bastante lógico no seguir consejos de personas que no tienen formación, pero nos dejamos llevar por el gurú o el mensaje atractivo de turno. Pasa en el terreno de la alimentación, de la psicología, del deporte; ves a alguien mazado o que da consejos de autoayuda y, aunque diga barbaridades, le hacemos caso.
Las administraciones y autoridades tienen parte de responsabilidad. Hay gente que manda mensajes peligrosos en redes sociales, no digo bulos, sino mensajes peligrosos para la salud pública. Y, a veces, esas personas incluso incurren en delitos, por ejemplo, de intrusismo.
La pobreza también afecta a la alimentación porque no permite comprar productos más caros o, directamente, porque con un trabajo precario no tienes tiempo para cocinar y se recurre a la comida precocinada e industrial. ¿Qué consejos le da a personas que tengan este problema?
Las rentas bajas no están teniendo la mejora en los hábitos alimentarios que tienen las rentas más altas. Aquí hay una desigualdad tremenda. También les afectan cuestiones urbanísticas: compran en establecimientos y viven en barrios donde no hay acceso a productos frescos. Barrios con menos alternativas de ocio. Son familias que los caprichos y las celebraciones de sus hijos están basadas en alimentos poco saludables, bollería, refrescos azucarados. Se puede comer saludable y sostenible de manera barata. Los garbanzos, las alubias, las lentejas son baratas.
Si todos los que estamos un poco comprometidos miráramos con detenimiento la etiqueta de cada producto que compramos, ¿cuántos productos quedarían en el carrito?
Si miramos la etiqueta, no tendríamos una información relevante del impacto ambiental del producto. Te pongo un ejemplo: si tú compras salchichas, por ejemplo, pueden venir de Aragón, de Catalunya, de Murcia. Pero el problema no ha sido traer esas salchichas, sino alimentar durante meses a esos animales.
España es un país importador de piensos de Sudamérica. Tenemos que importar pienso de soja amazónica, llega en barco a España y se lo damos a los animales aquí. Pero luego somos un país exportador de carne. Somos un poco la granja de Europa. Mantener vivo a un animal durante meses, con esa soja que viene del Amazonas, es muy costoso medioambientalmente. Además, es España la que se queda con los purines, la contaminación de las aguas subterráneas, la pérdida de biodiversidad.
En el podcast Consuma Crudeza habla de la proteína animal y vegetal. ¿Está extendida la creencia de que la proteína solo puede venir del animal?
Está muy extendida, aunque vamos avanzando y en los últimos cinco años cada vez hay más conciencia de que la proteína vegetal es de calidad. Aun así, seguimos con muchos mitos, alimentados a veces desde el propio personal sanitario o pediatras no actualizados, que siguen perpetuando el mito de que hay que comer carne o lácteos sí o sí. Pero las recomendaciones de salud van en la línea contraria. Van por limitar carnes y lácteos. Invitamos a la gente a tomar más frutos secos, legumbres, alimentos integrales.
Solo hay que recordar las críticas a Alberto Garzón cuando habló del consumo de carne.
Es uno de los episodios de mayor torpeza y autosabotaje del Gobierno de coalición. Era una cuestión con un gran consenso científico. No es opinable, no hay ninguna entidad seria que actualmente no recomiende reducir el consumo de productos cárnicos. Igual que no hay ninguna entidad seria que no abogue por reducir el número de coches en las ciudades.
¿La proliferación de grandes superficies, en detrimento del comercio de proximidad, está afectando a la alimentación?
Es más una cuestión social que medioambiental. No siempre la gran superficie es peor medioambientalmente, pero sí socialmente. De hecho, esas grandes superficies optimizan muchísimo los procesos. Aprovechan un gran transporte, una gran plataforma logística, una gran refrigeración. Nos equivocamos al señalarlos como actores que contaminan más, cuando no suele ser así. Pero el consumo de cercanía y de circuito corto es importante de cara a qué tipo de productos vendemos. Ahí está la gran diferencia, cuando recomendamos comprar productos locales y de temporada, son productos mínimamente transportados, frescos y vegetales.
¿También en Navidad se puede comer y cuidar el planeta? Cuatro consejos para conseguirlo.
Primero, cuando hagamos regalos, prioricemos la calidad frente a la cantidad. Si vas a una cena, lleva un buen pan, incluso un buen vino o una buena cerveza. Tiene más sentido que comamos cosas de más calidad y no tanto un agasaje.
Lo segundo es recordar que Navidad son cinco o seis banquetes y citas especiales. No tiene sentido transformar seis comidas en 30 días de desenfreno. Porque te vayas a hinchar en Nochebuena o Nochevieja, hay días en medio que no tienen por qué ser una bacanal.
El tercero es controlar nuestro entorno. Si pones turrones en la mesa en la entrada de tu casa, te los comes. Tiene más sentido comprar una pastilla de turrón especial, rica, comprar mazapanes buenos, pero no tener bombones como si fueran decoración.
Y, por último, ya que vamos a comer de más (porque pedir que tengamos unas navidades healthy es un consejo abocado al fracaso), aprovecha que vas a comer más para hacer deporte de fuerza y que el peso que cojas sea músculo.
¿Y un par de recetas para terminar?
Te voy a dar el enlace a una página de recetas y te recomiendo especialmente los patés vegetales y los coleslawless.
Los insectos que se los coma vuestra puta madre, violadores de mierda.