Jörn Birkmann: «Para la reconstrucción no son suficientes los militares y voluntarios. Se necesitan técnicos»

Autor del IPCC, es experto europeo en Ordenación del Territorio y ha asesorado en la reconstrucción de varias catástrofes similares a la que ha sufrido Valéncia.
Jörn Birkmann: «Para la reconstrucción no son suficientes los militares y voluntarios. Se necesitan técnicos»
Foto: Jörn Birkmann en una foto cedida por él.

Jörn Birkmann es experto en Ordenación del Territorio, director del Instituto de Planificación Regional y Planificación del Desarrollo (IREUS) de la Universidad de Stuttgart, de donde es profesor, y ha asesorado en la reconstrucción de varias catástrofes, entre ellas las inundaciones del Valle del Ahr, en Alemania, donde extrajo lecciones que ahora recomienda tener en cuenta en Valencia.

La primera de ellas es clara: que sean los técnicos quienes guíen el proceso de reconstrucción en base a criterios objetivos y alejados de la disputa política. Y, sobre todo, que de la destrucción se salga con la idea de construir para el futuro, de una manera resiliente que permita a las comunidades afectadas sobrevivir a nuevos envites del clima.

“Se necesitan mejores sistemas de alerta temprana, pero también tenemos que estar mejor preparados. No sirve de nada lanzar una advertencia si la gente no puede reaccionar”, dice este experto europeo, autor principal coordinador del IPCC en el informe sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad publicado en 2022.

Usted es uno de los principales expertos en Europa sobre la reconstrucción de ciudades tras catástrofes. ¿Por qué insiste tanto en la necesidad de que los políticos planifiquen el después de la tragedia basándose en criterios técnicos?

Es fundamental que se cuente con la participación de expertos que puedan ofrecer recomendaciones basadas en evidencias. La financiación para la reconstrucción, especialmente de la Unión Europea, será significativa, y debe basarse en opiniones técnicas para que sea efectiva. Los expertos, tanto españoles como internacionales, podemos ofrecer recomendaciones basadas en experiencias pasadas. 

Es muy importante en caso de catástrofe contar siempre con la visión científica. La ciencia puede ofrecer recomendaciones sobre cómo hacer las cosas mejor y de forma más neutral.

Además, es esencial preguntarse qué se puede cambiar para que este tipo de muertes no ocurran de nuevo. La mejora de la resiliencia, de la reducción de riesgos, ahora, después de la primera limpieza, es bastante importante, y para eso los voluntarios y los militares no son suficiente. Se necesitan, por ejemplo, personas responsables de infraestructuras como la electricidad y el suministro de agua. Se necesitan personas responsables de la planificación urbana, de la vivienda, de la atención hospitalaria para pensar en lo que hay que modificar.

Desde el punto de vista político, ¿qué consecuencias suelen tener este tipo de catástrofes en otras regiones del mundo y qué rol juegan las noticias falsas y la desinformación?

En ocasiones, después de grandes inundaciones, ciertos partidos o actores políticos intentan involucrarse y posicionarse. En general, lo que vemos es que los políticos son muy criticados, lo que puede erosionar la confianza en las instituciones. Esto también puede afectar a la confianza en los gobiernos locales y nacionales. Para recuperar esa confianza, es crucial que las instituciones muestren que están dispuestas a cambiar y a apoyar a la población de manera efectiva.

¿Cómo cree que este gran acontecimiento o catástrofe como el ocurrido en Valencia el pasado 29 de octubre puede marcar a la sociedad en su conjunto? 

Es difícil decirlo, pero lo que sí sabemos es que mucha gente subestimó la magnitud del desastre. Con 200 personas muertas, es evidente que algo tiene que cambiar. No podemos simplemente decir «no pasa nada, todo volverá a la normalidad».

Es necesario repensar ciertas estructuras y procedimientos. Una de las lecciones para España, y también para Europa, es la necesidad de mejorar la preparación para inundaciones en ríos pequeños, que a menudo no son considerados en los planes de emergencia. Aunque se ha trabajado mucho en la gestión de grandes ríos, los pequeños afluentes también pueden causar inundaciones devastadoras. Este evento nos está enseñando que debemos estar mejor preparados para este tipo de emergencias.

En las zonas afectadas de la Comunitat Valenciana hay más de 75.000 viviendas afectadas. ¿Cómo reaccionan las personas cuando se les dice, por ejemplo, que no pueden vivir en la misma zona que antes? 

En la mayoría de los casos, tanto en el valle del Ahr como en Valencia, las infraestructuras y casas se ubicarán en el mismo lugar que antes. No es posible reubicar a 80.000 personas en otro sitio. Sin embargo, tendría sentido garantizar que infraestructuras críticas y sensibles cerca de canales o ríos se eliminen o se mejoren para resistir inundaciones. 

En Valencia, el agua no llegó a cotas muy altas, alrededor de un metro o un metro y medio, pero si hay muchos coches en la calle o escombros arrastrados, la situación puede volverse mortal. Por eso es importante que la gente pueda evacuar sus edificios. No es realista que la población tenga que conducir varios kilómetros para estar segura, por lo que la evacuación vertical en los edificios existentes es una opción importante, además de la reubicación. 

También es importante reducir los daños. Hemos visto muchas muertes en coches y personas que salen de sus casas. En algunos municipios también hemos visto muertes en casas. En los grandes edificios de Valencia, no habría problemas si las personas pudieran acceder a los pisos superiores para estar seguras. 

¿Qué cree que puede aprender Valencia del proceso de reconstrucción en Alemania?  

El Valle del Ahr es pequeño y montañoso, mientras que la zona afectada en Valencia es más grande, pero el proceso de reconstrucción tiene elementos comunes. Ahora mismo, además de limpiar, es importante pensar en cómo hacer bien el proceso de reconstrucción. No se trata solo de compensar a quienes han perdido sus casas, sino también de mejorar las infraestructuras. Por ejemplo, se podrían construir medidas de protección o desarrollar áreas donde el agua de las inundaciones pueda ser absorbida antes de llegar a la ciudad. Además, algunas calles y túneles en ciudades como Valencia podrían ser adaptados para funcionar como protección contra inundaciones. En algunos casos, ciertas calles podrían convertirse en túneles que canalicen el agua en lugar de permitir su expansión. También se podría estudiar cómo garantizar que las autopistas y líneas ferroviarias sigan funcionando durante fuertes precipitaciones o inundaciones. 

Hemos visto que buena parte de los trabajos de ayuda a la población local en tareas de limpieza la han asumido voluntarios. ¿Tiene esto riesgos?

En general, creo que es una buena señal que mucha gente esté dispuesta a ayudar. A veces, algunas zonas reciben mucha ayuda, y entonces la coordinación de estos voluntarios también es una tarea un tanto pesada. Si tienes miles de voluntarios que no están registrados, es importante que sea el Ejército o la defensa civil quien coordine este tipo de esfuerzos. No debe ocurrir que una ciudad reciba el 100% de los voluntarios y otros municipios pequeños, a los que es difícil acceder, no reciban ayuda.

La otra cuestión es que los voluntarios deberían estar informados sobre algunos de los riesgos. Finalmente, aunque los voluntarios son muy serviciales en la primera fase después del desastre, creo que es importante ir un paso más allá y pensar en cómo mejorar las estructuras dentro del proceso de reconstrucción. Los voluntarios son útiles emocionalmente, brindan apoyo, pero también se necesita apoyo profesional para garantizar de una manera más integral que se modifiquen las estructuras, que se cree resiliencia, que se incrementen los esfuerzos de reducción de riesgos.

Otra de las lecciones pendientes debería ser la actualización de los planes de emergencia y evacuación.

Sí, porque no basta con recibir una alerta si las personas no saben adónde ir. Por ejemplo, si se les dice que evacuen a un lugar más alejado, podrían quedar atrapadas en las calles con los coches mientras llega el agua. Hay que modificar los edificios para garantizar que mantengan electricidad. Las farmacias y las tiendas que se inundaron también podrían protegerse mejor para reducir los daños. Las líneas eléctricas deben ser enterradas para evitar que las corrientes de agua las destruyan, y las instalaciones clave, como hospitales o centrales eléctricas, deberían estar protegidas y, si es necesario, ser reubicadas.

Si te gusta este artículo, apóyanos con una donación.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Siguiente artículo

Artículos relacionados